
La banca española ha sido una de las más beneficiadas por la política llevada a cabo por el BCE en los últimos años y que ha llevado los tipos interés a mínimos históricos. Esta caída que, por ejemplo, ha impulsado al euríbor al terreno negativo por primera vez, ha permitido al sector español financiarse a los menores precios de Europa si se compara tanto con la media de los sistemas del Viejo Continente como con las entidades de los principales naciones, Alemania, Francia e Italia.
Según los datos del BCE, los bancos españoles han conseguido los costes financieros más bajos tanto a través de depósitos a la clientela como a través de los mercados de deuda. El año pasado pagaron por la captación de fondos algo menos de un 0,5% de promedio. En Francia, el interés alcanzó en torno al doble, casi el 1%.
Atrás quedan los problemas de financiación sufridos en 2011 y 2012, principalmente, por la debilidad de una parte importante del sector nacional, que tuvo que ser rescatado con ayudas europeas y por la falta de una política monetaria expansiva. En los peores años de la crisis, los interés que tenían que asumir los bancos españoles para captar fondos superaron el 3%. Entonces, debido al cierre de los mercados por la desconfianza, el sector libró una batalla por la captación de depósitos en las sucursales con ofertas agresivas, que llegaron a superar el 4% y debilitaron aún más las cuentas de resultados y la solvencia.
"Elemento esencial"
El BCE, en su informe anual, destaca que sus medidas "han reducido sustancialmente los costes de financiación de las entidades, un elemento esencial de la cadena de transmisión en una economía que es fundamentalmente bancaria".
Indica en primer lugar, que las entidades han conseguido directamente sustituir las fuentes de financiación más costosas y a más corto plazo por el dinero obtenido en las subastas especiales impulsadas por el propio organismo supervisor, conocidas como LTRO.
En segundo lugar, señala que lo han logrado indirectamente, al comprimir sustancialmente los rendimientos a medio y a largo plazo de una amplia gama de activos financieros, incluidos los instrumentos de financiación bancaria.
La caída de los costes ha compensado una parte relevante de la baja actividad y de los ingresos que los bancos recaudan por los tipos que aplican en los créditos, que también han descendido, y por la rentabilidad que cosechan por la cartera de deuda pública y privada.
El descenso en los gastos de financiación ha sido fundamental para que los márgenes operativos hayan vuelto a niveles positivos en algunos casos. Sin embargo, no son suficientes para que la banca gane rentabilidad, fundamental para la supervivencia futura.
Por eso responsables del sector están lanzando mensajes para que el BCE suavice su política monetaria expansiva. Las consecuencias, a su juicio, empiezan a ser negativas, al situarse el euríbor bajo cero. Una caída más profunda llevaría a las entidades a tener que devolver dinero a los clientes por los préstamos concedidos y podría suponer que los usuarios tuvieran que pagar por depositar dinero.
En la última semana, tanto el presidente del Popular, Ángel Ron, como el máximo responsable de la patronal de los bancos AEB, José María Roldán, han advertido de los efectos que están teniendo las medidas aprobadas por el BCE. Consideran que han sido en conjunto positivas, pero que ahora los gobiernos deberían actuar y poner en marcha iniciativas de tipo fiscal para reactivar la economía.
Demanda de créditos
Aunque el menor coste financiación se ha trasladado a los créditos surtidos por el sector español, éste no ha sido suficiente para que el volumen de préstamos haya vuelto a crecer. La demanda solvente, según las entidades, aún es menor a las amortizaciones de la financiación concedida en el pasado, sobre todo, en el segmento hipotecario.
La banca espera que a finales de 2016 el stock crediticio logre experimentar las primeras subidas desde que estallara la crisis gracias al impulso del consumo y del PIB y pese a las incertidumbres a nivel internacional y la inestabilidad política generada tras las elecciones de diciembre.
La banca, como consecuencia del manguerazo de dinero del BCE en los últimos años, acumula grandes cantidades de liquidez sobrante, que no es capaz de dar salida. El organismo con sede en Fráncfort calcula que a finales del año pasado el conjunto del sistema europeo tenía un exceso de liquidez superior a los 300.000 millones, una buena parte de ellos colocados en la propia institución que preside Mario Draghi pese a que ésta ha ido elevando los intereses que cobra. El pasado mes de marzo situó esta tasa en el 0,4%.