
Las aseguradoras españolas apuestan por la deuda pública en prácticamente la mitad de los fondos destinados a la inversión, según un estudio de Icea con Amundi. En concreto, un 48,1% de su cartera está destinado a bonos del Estado que, comparado con sus homónimas europeas, apenas fijan un 20,4% del presupuesto a esta partida.
Este tipo de activos ofrecen una mayor seguridad para las aseguradoras, ya que estos vehículos son los que menos riesgo tienen. Además, y debido a la situación que hubo con los tipos de interés el año pasado, donde con ese 4,5% que no se vio ni en la situación previa a la crisis del 2008, las rentabilidades de las letras y bonos fueron especialmente elevadas.
Fuentes financieras apuntan a dos factores clave para este gap en inversión pública: la primera es la cultura de aversión al riesgo existente en España, y ahí, la deuda pública ha funcionado "como un refugio seguro". La otra razón es la necesidad de una búsqueda de rentabilidades más competitivas, que en el sector asegurador español no es tal como en otros países.
Aquí, los productos financieros de ahorro por excelencia son dominados por los bancos, mientras que los seguros de vida quedan en un segundo plano. De hecho, es el obstáculo más grande que incurre en la igualdad entre el seguro español y el europeo, ya que la penetración de estos productos en la sociedad apenas alcanza el 2,3%, mientras que en la UE este porcentaje es dos puntos mayor, según Mapfre Economics.

Por consecuencia, esa predilección de las compañías del seguro españolas por la deuda pública provoca que la renta variable sea una de las opciones menos llamativas dentro de su cartera inversión. Según los datos del estudio de Icea, apenas un 6,7% de los fondos –20.400 millones aproximadamente–. Su composición se basa en su mayoría de acciones ordinarias (87,3%), y financia, principalmente, actividades financieras y de seguros (59,3%).
El otro instrumento que las aseguradoras utilizan para invertir en variable reside en las instituciones de inversión colectiva (IIC). Representa el 11,3% total de la cartera –34.473 millones–, y dentro de estos vehículos sí que apuestan primero por la renta variable (46,9%), seguido de la renta fija (21,4%) y los multiactivos (13,6%).
Sin embargo, los IIC son bastante más frecuentes en las aseguradoras de la eurozona que en España. Algo más de un tercio de los fondos en este caso van destinados a estas entidades con múltiples inversores, aunque aquí, las compañías del continente varían en preferencias entre la fija y la variable.
Fuentes financieras afirman que esta diferencia entre las carteras europeas y la española en este aspecto también se debe al "escaso incentivo regulatorio y fiscal en España respecto a otros países".
El ladrillo, valor seguro
Por último, otra disparidad en las inversiones reside en los inmuebles. Las compañías nacionales invierten un 3,4% de los fondos, el equivalente a 10.300 millones de euros. La media de la eurozona se sitúa en el 1,8%, y en países como Italia ese gasto es del 0,7%.
Sin embargo, si se suma la inversión indirecta, que es aquella que se centra no en los propios inmuebles, sino en los fondos que destinan su dinero a este mercado, el total de la cartera se incrementa al 5,8% en Alemania o incluso al 8,2% en Francia. En España tan solo suma un 4%, ya que "la dependencia de los fondos implica un mayor riesgo a variaciones en el mercado", apuntan las fuentes.