
Cien días después, todo sigue igual tras el grave incendio de El Campanar, el edificio de Valencia que se saldó con 10 fallecidos y casi una veintena de heridos. El origen y las causas del fuego aún se desconocen, y el juez mantiene la causa abierta a expensas del último informe policial, que debe determinar ambos factores.
Las investigaciones, en todo caso, apuntan al revestimiento de aluminio con núcleo de polietileno como el foco de la rápida extensión de las llamas, que envolvieron a todo el edificio en apenas 30 minutos iniciado el primer foco. Las características de este material lo hacen resistente a altas temperaturas, pero con el fuego, este se derrite e incluso gotea, lo que hace propagar el incendio también hacia las plantas más bajas.
Y es que este material está presente en muchas edificaciones en España, tanto residenciales, como construcciones públicas u hoteles, lo que puede conllevar un alto riesgo de incendio, de nuevo, en inmuebles que aglomeren a una gran cantidad de gente. Es esto lo que preocupa especialmente a plataformas como el observatorio de nuevos riesgos de incendios, que aseguran que con la utilización de estos materiales se está premiando la eficiencia energética frente a la seguridad.
Y es que este revestimiento fue uno de los más utilizados en el boom de la burbuja inmobiliaria, cuando se comenzaron a construir edificaciones en pro de mejorar energéticamente hablando y, además, de una forma económica.
Es por ello que actualmente existe un porcentaje considerable del parque con este material en sus fachadas, por lo que desde el observatorio exigen un "endurecimiento del reglamento" y evitar que se repita un siniestro de tal calibre. Sobre todo, lo exigen para aquellas edificaciones que califican como "sensibles": las de más de 18 metros o seis plantas, edificios públicos como colegios o polideportivos, e incluso hoteles.
Aunque este revestimiento está en desuso, en España existen aproximadamente un 15% del parque total considerado como sensible, según declara Albert Grau, uno de los impulsores del observatorio y director de public affairs de Rockwool, una empresa de lana de roca, material ignífugo que también estaba presente en el edificio de Valencia.
Pero la situación, al menos de momento, se encuentra en stand-by. El regulador ahora mismo no es partidario de avanzar hacia un cambio en el reglamento que endurezca las revisiones en estos edificios y haga cambiar la fachada en aquellos considerados sensibles. Según dice Grau "se acogen a que ya cambió el reglamento en 2019", mientras que los técnicos optan por una actualización del mismo "a golpe de siniestro": una práctica extendida en el mundo asegurador.
A la cola de Europa
Las directivas europeas ponen el foco en los objetivos de rehabilitación y aislamiento de edificios para 2050, fecha en la cual Bruselas espera lograr un parque inmobiliario de cero emisiones y totalmente descarbonizado. "En España actualmente se realizan entre 30.000 y 40.000 rehabilitaciones de edificios", declara Grau, que también indica que deberá multiplicar por diez estas cifras para conseguir llegar al 26% que marca la directiva europea.
Este ritmo es lento porque entre el 75% y el 80% del parque está constituido por bloques de viviendas, es decir, comunidades de vecinos. A pesar de las subvenciones por parte del organismo europeo de hasta el 80% del presupuesto, los acuerdos es la principal razón del freno de estas rehabilitaciones. Además, otro elemento en contra llegará cuando en 2026, la subvención finalice, por lo que aquí se espera una rebaja "considerable" en los números, indica Grau.
La concienciación en el seguro
A pesar de la postura conservadora por parte del regulador, "la de la sociedad es bien diferente", explica Grau, ya que "la gente se niega a sacrificar su seguridad por la eficiencia energética".
Aquí es importante también saber en qué punto están las aseguradoras. Normalmente, una técnica conocida en el sector cuando un cliente no es rentable (porque tiene muchos siniestros) es o bien subir la prima o hacer una limpieza de cartera y no renovar al asegurado. Pero Grau dice que este movimiento, de momento, no se está dando en las edificaciones residenciales: ni están subiendo las tarifas porque el edificio esté revestido por este material (apenas un 1% más) ni tampoco está habiendo una limpieza de cartera.
Pero al contrario que en el negocio residencial, sí se está poniendo más el foco en el ámbito empresarial. La instalación de placas fotovoltaicas en la industria ha crecido un 58% en dos años, según la renovable EDP. Con ello también lo hacen los riesgos, y aquí las aseguradoras están incrementando las primas "hasta un 50% más", declara Grau.
"Esta situación, al final, perjudica al población general", argumenta Grau. El seguro de multirriesgo y hogar cubre el continente (la edificación como tal) y el contenido (el valor que había en el interior de la casa). Del continente se encarga el seguro comunitario, mientras que del contenido es papel para el seguro de hogar, que es contratado de forma individual. Además, este último puede disponer de algunos beneficios extras como la ayuda temporal para una vivienda alternativa si el hogar asegurado es inhabitable.
Sin embargo, las indemnizaciones que han recibido los inquilinos del edificio de Valencia apenas llegan a los 100.000 euros, un precio por el que actualmente la compra de otra vivienda se antoja difícil. Esta compensación es menor que el valor original de la vivienda porque el seguro no cubre el suelo, es decir el terreno donde está la edificación, ya que el asegurado se sigue considerando como propietario de ese terreno. Esto es clave, ya que actualmente el suelo supone "hasta el 70% del precio de compra de una vivienda", desvela Grau.
Vender, en estos casos, tampoco es una alternativa, ya que el terreno, al fin y al cabo, es compartido con toda la comunidad de vecinos, por lo que todos los integrantes deberían estar de acuerdo. "Es un callejón sin salida para el propietario" finaliza Grau.