
Sanción histórica contra una de las Big Four en Alemania. La justicia teutona ha impuesto a Ernst & Young (EY) la prohibición para auditar a cualquier empresa que cotice en bolsa durante dos años. Además de esta restricción, tampoco podrán realizar estos servicios para la gran mayoría de firmas del sector financiero, tanto bancos como aseguradoras. Esta decisión sin precedentes se debe al papel de la consultora en el fraude y posterior colapso de Wirecard, pues, según el comunicado, EY incumplió su deber profesional al auditar los informes de la compañía los años 2015, 2017 y 2018.
Al margen de esto, Apas (supervisor alemán de las auditoras) ha impuesto una sanción de 500.000 euros a la firma y otras de entre 23.000 y 300.000 euros a otros cinco directivos implicados en el escándalo. Queda por ver si tanto los empleados como la firma interponen un recurso contra la decisión y el caso escala hasta la justicia ordinaria. Por su parte, de forma paralela, hay un proceso penal abierto contra el expresidente de Wirecard, Markus Braun, por posible manipulación de balances que podría acarrear penas de cárcel.
Wirecard era un auténtico gigante de las transacciones y acabó convirtiéndose en uno de los mayores fraudes financieros de la historia de Alemania. La firma empezó su andadura en 1999 como procesador de pagos para sitios web de pornografía y juegos de azar. pero pronto logró una expansión frenética gracias, en primer lugar a su crecimiento por el mercado minorista y, posteriormente, al negocio de los pagos a través del teléfono movil.
El auge vertiginoso de Wirecard le llevó a entrar en el Dax llegando a superar en bolsa a Deutsche Bank en 2018 con una valoración de 24.000 millones de euros y 'echando' del selectivo al gigante Commerzbank. Estos movimientos le llevaron a ser el líder bursátil del sector financiero en todo el país. Sin embargo, todo estalló en 2020, cuando declaró su quiebra tras reconocer que, literalmente, buena parte de sus ingresos y liquidez no existían. Esta situación dejó un agujero de 1.900 millones de dólares en sus cuentas y no podía afrontar los 4.000 millones de deuda.
EY había sido su auditora durante más de una década por lo que, desde entonces, quedó en el foco de todas las críticas respecto al fraude. De hecho, algunos de sus clientes más ilustres en el país como Commerzbank, KfW o DWS prescindieron de sus servicios alegando una pérdida de confianza. En cualquier caso, la investigación se ha centrado en tres de los ejercicios que, para el regulador y el regulador concluye que hay responsabilidad de la consultora al no haber cumplido con sus deberes profesionales, viendo a tiempo las trampas que escondía la contabilidad de la firma.