
Los conservadores se han quedado sin su alternativa a la banca tradicional. La fintech GloriFI nació este año y estaba dirigida a personas que consideran que Wall Street es demasiado liberal. En muy poco tiempo, consiguió llamar la atención de los inversores más tradicionales -entre ellos, los multimillonarios Peter Thiel, Ken Griffin y Vivek Ramaswamy- y recaudó 50 millones de dólares. Además, planeaba salir a bolsa en 2023 mediante la fusión con una SPAC, que valoraba a la compañía en unos 1.700 millones de dólares. Sin embargo, en un giro de los acontecimientos, la startup acaba de anunciar el cese de sus operaciones.
Fundada por Toby Neugebauer y su mujer, GloriFI tenía todas las papeletas para triunfar: operaba en un mercado considerablemente amplio; alardeaba de contar con una tecnología superior a los sistemas de las grandes entidades; y ofrecía productos y servicios adaptados a los valores de sus miembros, como el capitalismo, la familia, y el amor a Dios y a la patria.
Pese a esto, empezó con mal pie. La fintech no cumplió con las fechas de lanzamiento -que estaba previsto para abril, pero retrasó hasta septiembre- aludiendo a problemas con la tecnología y fallos de los proveedores. Además, se estaba moviendo demasiado deprisa y sin control, lo que la estaba dejando sin efectivo. Así se lo expresó un inversor en un correo electrónico, en el que también advirtió que estaba "dando por sentados a vuestros inversores".
El problema es que, desde un principio, la estrategia de la fintech fue centrarse en el concepto de afinidad, dejando de lado sus funciones básicas como alternativa bancaria. Dado que este tipo de entidades no tienen acceso -o muy limitado- a los depósitos de sus clientes, GloriFI tendría que haber salido a buscar capital de deuda para financiar los fondos propios. En su lugar, se dedicó al marketing, con cosas como hacer descuentos en el seguro de la casa a los propietarios de armas o cubrir los gastos legales de los clientes que disparasen a otra persona en defensa propia. También quería que sus tarjetas de crédito se fabricasen con casquillos de bala, pero tuvo que desechar la idea porque no era factible, según recoge Forbes.
Por otro lado, estaba la cuestión del comportamiento de su fundador. Hace unos meses, la startup despidió a docenas de empleados, algunos de los cuales señalaron a The Wall Street Journal que Toby Neugebauer tenía un carácter volátil y bebía en el trabajo. Cuando la noticia salió a la luz en octubre, éste renunció a su cargo como CEO, aunque se convirtió en presidente de la misma.
Al final, la falta de cultura crediticia y la inexperiencia han terminado pasándole factura. Aún así, GloriFI asegura que han sido otros los motivos. En concreto, alude en su página web a una "serie de desafíos financieros relacionados con errores de inicio, ataques a la reputación, la economía en declive y múltiples historias negativas en los medios de comunicación". Asimismo, dice que esto "NO" se debe a "ninguna acción" de los clientes.