Tomás de la Rosa
Sr. Presidente, no es que la gente quiera ver corrupción en cualquier cosa, el hecho es que existe. Incluso, en su ejemplo del accidente en el semáforo puede ser producto de la corrupción, quizá no directa del gobierno federal, pero sí de los gobiernos estatales, municipales (o delegacionales para la Ciudad de México) en alguno de sus tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y/o Judicial. Recuerde que la ineptitud (de hecho u omisión) de la burocracia y la ignorancia de la ciudadanía son un campo altamente fértil para el desarrollo de ese flagelo que tanto nos daña al país.