Javier Huerta

Cuentan en la trastienda de la Cope que Herrera sufre un rebote importante con José Antonio Sánchez porque el jefe de RTVE no ha tenido paciencia con su programa y le ha quitado de los domingos ante el estrepitoso fracaso de audiencia. Lo que le ha molestado al almeriense no ha sido la humillación que supone que el gran fichaje de la cadena pública se relegue al sábado, el día de menos consumo. Tampoco han sido los malos datos ni las críticas recibidas. Lo que le fastidia ha sido que le pasaran precisamente al sábado.

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Hay programas de televisión que reciben magníficas críticas aunque no los ve nadie. También están los que son señalados como telebasura, pero en cambio atraen buenas audiencias. A veces nos encontramos joyas que los expertos alaban y que además arrasan porque son seguidos por media nación. Otra variante en esta sencilla clasificación podría incluir aquellas producciones que están en la parrilla simplemente porque son baratas o porque cumplen una función de servicio público.

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Resulta como mínimo sorprendente que un comunicador de la categoría de Carlos Herrera regrese a TVE después de décadas para plantear en su espacio si "¿es elegante orinar con las piernas abiertas?"; o para reseñar que en esos menesteres "la mujer usa técnicas como utilizar el dedo para separar la gomilla de la ropa interior".

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La grave crisis que ha provocado el referéndum independentista en Cataluña actúa de abrelatas en algunas familias, en las empresas, la Iglesia y por supuesto en los medios de comunicación, obligados a contaminarse y mojarse con el problema.

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Tal vez la clave del éxito de la telebasura esté en que la gente pincha el canal mugriento cuando no quiere saber nada de nadie. Esa es la clase de programas que acompañan la siesta en el sofá, y aunque el audímetro registre que el espectador está mirando el televisor, en verdad está durmiendo o con los ojos cerrados a la espera de que llegue Morfeo.

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El espectáculo televisivo más eficiente es el fútbol. Contra un buen choque de Champions o un clásico entre Barcelona y Real Madrid ni siquiera Belén Esteban apuñalando en directo a una madre enferma puede competir. Pero por los derechos del deporte rey las cadenas gastan fortunas inconcebibles y la tendencia es que los canales de pago se llevan el premio.