Ya es la hora de irse despidiendo de la precuela de Breaking Bad (esta semana se inicia la primera parte de su última temporada) y muchos de los seriéfilos solo tendrán ojos para ella. Pero hay que darle una oportunidad a Gaslit, una ficción televisiva protagonizada por Sean Penn y Julia Roberts, sin olvidarse de Fear the Walking Dead, de la que se estrena la segunda parte de su séptima temporada.

Sobre el papel, The First Lady es una de las series más esperadas del año y de las que han creado más expectativas. El reparto es uno de los mejores alicientes con Michelle Pfeiffer, Viola Davis y Gillian Anderson a la cabeza. La guinda, si los guionistas han tocado las teclas adecuadas, es que se centra en tres de las primeras damas más queridas de Estados Unidos. No ensombrecieron a sus esposos, pero sí buscaron un lugar propio en la Casa Blanca, más allá de organizar cenas y actos sociales. Pfeiffer encarna a Betty Ford, Davis a Michelle Obama y Anderson a Eleanor Roosevelt.

Roy Scheider falleció en 2008, a los 75 años, a causa de un mieloma múltiple, algo que nunca ratificó la familia. Con él se iba el mayor 'cazatiburones' de la historia y un actor sólido y carismático, aunque esas percepciones llegaron demasiado tarde. Ahora, tras 14 años de su muerte se estrena, el 10 de junio y a nivel mundial, Beautiful Blue Eyes.

Es un director irregular que se dio a conocer en Hollywood por Instinto básico y la presencia incendiaria de Sharon Stone. Algunas de sus cintas se caracterizan por su alto erotismo, tanto en Holanda, su país de origen, como en la Meca del Cine. De ahí que ponga en evidencia algo de lo que los espectadores también se han dado cuenta: James Bond, que siempre ha sido un seductor, parece que se ha dado de baja, al menos en las imágenes, ya que raramente se ve una escena pasional. Verhoeven ha reaccionado con virulencia en The Times: "¡Siempre hubo sexo en las películas de Bond! Nunca mostraron un pecho, pero tenían algo de sexo".

Vetado por la Academia durante diez años por la bofetada a Chris Rock. Ingresado en un centro de rehabilitación por estrés. Y, ahora, le ha salido la enemiga menos esperada: su esposa Jada Pinkett, con el que nunca ha tenido una relación estable dentro de su hogar. La actriz sale con la fuerza de un boomerang, con unas declaraciones que ahora se hacen virales en las que dice que nunca quiso casarse con Will Smith.

Conscientes de la estampida a zonas de playa o de montaña, las plataformas de streaming casi dan esta semana por perdida: pocos estrenos y de una calidad media. Política, historia, alguna comedia... El morbo será ver la anterior vida del presidente de Ucrania como actor en Servidor del pueblo y los tics feministas de Nicole Kidman en Roar.

La violencia contra la inocencia, la indefensión y el miedo. Oliwia Dabrowska protagonizó, sin decir una sola palabra, una de las secuencias más conmovedoras de La lista de Schindler (1993). Rodada en blanco y negro por expreso deseo de su director, Steven Spielberg, de repente aparece una niña con un abrigo rojo que camina por el gueto de Cracovia, mientras se oyen los disparos que culminan con el asesinato de los judíos. Deambula sola, como si fuera ajena a su entorno, con la mirada perdida. Mientras, el arribista Oskar Schindler sufre una catarsis personal.

La precuela de Breaking Bad promete que su sexta y última temporada sea un festival de fuegos artificiales, marca de la casa de sus creadores, Vince Gilligan y Peter Gould, que no son muy dados a ser previsibles. No se descarta un reencuentro entre Walter White (Bryan Cranston) y Saul (Bob Odenkirk). La presencia de Aaron Paul (Jesse Pimkman) da la impresión de que es más complicado, ya que en su día se negó a participar en la ficción, aunque puede que haya cambiado de opinión.