Antes de esa eclosión apabullante de nuevos restaurantes en esta ciudad, y ya hace años, eran numerosos los comedores a los que acudir con confianza. Sitios consolidados que brillaban por su regularidad, en los que estaba garantizada la buena mesa y el profesional servicio, establecimientos amables y no excesivos en el precio, que se convertían en un comodín fijo a la hora de elegir restaurante.