Alejandro Páez Varela
Conozco la historia de varios empresarios que estaban convencidos de las posibilidades de la 4T, aunque tenían ciertas dudas razonables de Andrés Manuel López Obrador. Digo "razonables" porque, como millones, fueron puestos en alerta por la campaña engañosa del "es un peligro para México". En algún momento de 2017 y a principios de 2018 dieron el brinco. Había un hartazgo bárbaro de lo que habían significado los gobiernos de Enrique Peña Nieto y de Felipe Calderón. El primero, el de la corrupción con todas sus letras; el segundo, el de la corrupción y la guerra. Los alentó la esperanza de que el combate a la corrupción, color dominante en el ramillete de las promesas de la campaña del izquierdista, llevara a varios a prisión; también estaban echados para adelante en la idea de experimentar otra cosa fuera de la estrategia de guerra, fallida y costosa, de doce años. Me consta que a varios les fue difícil defender su posición cuando en su círculo estaban los opositores más rabiosos. "Había que defender a AMLO, pero los contrarios eran muchos; y a veces era mejor darles la vuelta para no discutir", me dijo uno.