El pasado 31 de agosto se produjo un terremoto de magnitud 6.0 en Afganistán, que ha provocado que más de 6.700 familias se hayan quedado sin hogar en el este de Afganistán, además de causar la muerte de más de 2.200 personas y afectar a al menos 500.000, según los últimos informes de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO) y agencias de la ONU. La crisis se intensificó en la noche del jueves 4 de septiembre, cuando un nuevo y fuerte seísmo de magnitud 5,6 sacudió la misma zona, complicando las labores de rescate y la evaluación de daños en curso.
La mayoría de los afectados por el terremoto serían mujeres y niños, debido a las políticas que confinan a las mujeres al hogar, pero la ley talibán impide que estas mujeres y niñas sean rescatadas, puesto que la normativa solo permite que sean tocadas por familiares directos. Por su parte, la gran parte de los rescatistas son hombres, por lo que rescatar a estas mujeres y niñas constituiría una violación flagrante de la política talibán.
Así pues, solo pueden ser rescatadas por sus familiares más cercanos o por otras mujeres. Además, tampoco tienen permitido hablar en voz alta en público y su vestimenta obligatoria es el chador, lo que dificulta aún más tanto ser encontradas entre los escombros, como poder comprobar la gravedad de sus heridas.
En el caso de aquellas que sí han podido ser rescatadas, pero que necesitan de atención médica por los estragos del seísmo, también se encuentran en una situación crítica, puesto que la ley impide que sean tratadas por médicos varones y apenas queda personal sanitario femenino, una crisis creada por la prohibición talibán de que las mujeres estudien medicina.
Según informa EFE, un funcionario de un hospital provincial de Kunar, una de las zonas más afectadas, reportó que en su centro había más de medio centenar de hombres hospitalizados frente a solo una docena mujeres, no por menor necesidad, sino por un acceso drásticamente desigual.
Multitud de organismos se están movilizando, con el fin de dar voz a esta situación y que estas personas puedan ser rescatadas. Desde Amnistía Internacional se ha lanzado una recogida de firmas, que ya cuenta con más de 33.000, exigiendo medidas a la comunidad internacional.
Ausencia de medicinas
El terremoto ha golpeado un país que ya se encontraba en una profunda crisis humanitaria. El sistema de salud afgano, descrito como "fragmentado y severamente desabastecido" tras décadas de conflicto, ya afrontaba un severo déficit de financiación antes del desastre, habiendo recibido solo una fracción de los fondos necesarios para 2025.
Los médicos que trabajan en los campamentos de emergencia en el este de Afganistán han lanzado además una alerta por la escasez crítica de medicamentos y equipamiento para atender a los miles de heridos por el terremoto.
La advertencia de los médicos sobre el terreno está respaldada por los datos. Una primera evaluación del Clúster de Salud de la ONU en 17 aldeas reveló que el 52% de ellas no disponía de medicinas suficientes o adecuadas, y el 53% carecía de los suministros médicos necesarios para hacer frente a la emergencia causada por el sismo.
"Estos medicamentos no son suficientes, ni tampoco estos servicios. Esta gente necesita más medicinas, tiendas de campaña, comida y agua potable", declaró el doctor Shamsher Khan desde uno de los campamentos, en un testimonio recogido por la televisión afgana TOLOnews.