Manías hay muchas. De hecho, cada persona en el mundo tiene una serie de conductas de las que muchas veces prefiere no decir nada a nadie, pero que las sigue a diario, a modo repetición, porque parecen incontrolables. Una de ellas es dormir con la puerta abierta.
En profundidad
Y no hablamos solamente durante el periodo veraniego, donde las temperaturas son altas y las que se prevén para el mes de agosto tienen casi las mismas características. Más bien, durante todo el año, cuando el invierno y las temperaturas más frías están presentes.
Pese a que no existe una única respuesta definitiva, aquellos que lo hacen podrían tener una mayor sensación de seguridad, confianza en el entorno y una menor necesidad de aislamiento. También podrían evidenciar una personalidad más abierta, extrovertida y con menos necesidad de control sobre el entorno.
Más detalles
No obstante, existen también otros factores prácticos como la ventilación y la seguridad que influyen en esta elección. De ahí que la psicología ha querido 'entrar en juego' y mostrar su opinión al respecto. A su juicio, existen seis rasgos psicológicos vinculados muy estrechamente con este hábito:
- Sociabilidad. Suelen ser más extrovertidas o abiertas al contacto social.
- Sensación de seguridad. Se sienten seguras en su entorno, sin necesidad de protegerse o aislarse.
- Confianza en los demás. Puede ser el resultado de haber crecido en entornos sanos y seguros.
- Baja ansiedad. No sienten la necesidad de controlar su entorno de manera constante.
- Mayor tolerancia al caos. Posee una alta tolerancia al desorden, al ruido o a la luz.
- Necesidad de estar disponibles. Puede reflejar el deseo de estar pendientes ante cualquier peligro.
A tener en cuenta
Más allá de eso, dormir con la puerta de la habitación abierta se relaciona a menudo con un sueño más profundo y una mejor oxigenación. Las investigaciones, al parecer, exhiben que en una habitación cerrada, la acumulación de dióxido de carbono -debido a la respiración- puede alcanzar niveles extremos.
Sí, hasta 1.500 partes por millón, lo que repercute directamente y de forma negativa a la calidad del aire y el descanso. Es más, un estudio de la Universidad Técnica de Eindhoven refleja que abrir la puerta o ventana durante el sueño disminuye la concentración de CO2, favoreciendo un descanso más profundo y minimizando los períodos de vigilia durante la noche.