La resistencia de los mercados está en el punto de mira tras el anuncio del pasado sábado del presidente de EE. UU, Donald Trump, de imponer unos aranceles del 30% a los productos procedentes de la Unión Europea a partir del 1 de agosto. La bolsa está, por tanto, pendiente de los datos de inflación en Europa y el país norteamericano, y las compañías a la espera de que se produzca o no un un desplome masivo en la cotización.
La guerra arancelaria lanzada desde Washington en el pasado mes de abril marcó, de hecho, una volatilidad en las cotizaciones y en las inversiones de los mercados. Por tanto, no es de extrañar que las bolsas de Europa abren la semana con las miras puestas en el Consejo extraordinario, que celebran este lunes los ministros de Comercio del viejo continente y que ya estaba convocado antes del nuevo anuncio arancelario de Estados Unidos.
Los inversores no pueden permitirse, de hecho, ignorar las señales de alarma ante los riesgos notables de caídas en las cotizaciones, pese a la estabilidad de los mercados antes de la nueva imposición de Donald Trump. Este viernes, el Ibex 35 pudo finalmente ganar el pulso y mantener los 14.000 puntos que, por momentos, llegó a perder a lo largo de la semana e, incluso, pudo ceder tan solo un 0,94%, encadenando ya tres consecutivas al alza tras las caídas de mediados del mes de junio.
La clave ahora está en la espera y en la negociación geopolítica que, como suele suceder, regula la volatilidad bursátil y la guerra comercial impulsada desde el país norteamericano. Cuando en abril, Trump presentó sus impuestos a sus socios comerciales, los índices bursátiles se desplomaron y las órdenes de venta de acciones se acumularon.
Sin embargo, cuando la Casa Blanca anunció una moratoria de 90 días para dar un 'respiro' a la guerra comercial, las cotizaciones recuperaron el oxígeno tradicional. Y, precisamente, el plan de la Unión Europea pasa por mantener en suspenso las medidas de represalia para "seguir negociando" con el mandatario norteamericano.
En cualquier caso, parece que los mercados financieros muestran una notable insensibilidad a las amenazas estadounidenses. Los inversores actúan como si anticiparan que Trump finalmente dará marcha atrás, en línea con comportamientos similares previos de su administración. De hecho, los discursos incendiarios del republicano ya no susciten la preocupación que levantaban hace unas semanas entre los inversores, pero eso no quita que el tono negativo moderado impere en las sesiones bursátiles de esta semana.
La 'alternativa' de Europa
Al margen de cómo reaccionarán los mercados financieros a partir de este lunes, la Junta de Andalucía le ha tendido la mano al Gobierno de España ante la búsqueda de una alternativa que pueda paliar los efectos de la guerra comercial. Según anunció el Ejecutivo regional este domingo, hay que plantear las "posiciones que más convengan a la economía y a las exportaciones en España y en Europa" y que, por tanto, la Junta de Andalucía ya está trabajando en "una alternativa" a través de contactos con productores y empresarios.
De acuerdo al discurso del consejero de Turismo y Andalucía Exterior, Arturo Bernal, la provincia es una comunidad "muy exportadora", con "el aceite, productos industriales, aceituna de mesa, vinos, algunos de los productos más importantes que exportamos a Estados Unidos" y, por tanto, "hasta que no sepamos cuál va a ser la línea de productos que se va a ver afectada no tendremos un plan formal".
En este sentido, desde Europa se plantean varias alternativas. Por un lado, paralizar las represalias y sentarse a negociar. Por otro lado, el Ejecutivo comunitario, que habla en nombre de los 27 países en política comercial, ultima un segundo paquete de contramedidas sobre cerca de 100.000 millones de euros de importaciones estadounidenses y, según fuentes europeas, podrían ponerse en marcha "muy rápido" si así lo decide la UE.
Otra opción sería, sin embargo, el mecanismo aún sin estrenar para actuar ante eventuales coerciones extranjeras que buscan ejercer una presión económica sobre la Unión para forzar decisiones en contra de los propios intereses europeos, por ejemplo relajar estándares de entrada al mercado europeo o forzar cambios legislativos.
Algunos países como Francia apuntaron de hecho a esta posibilidad en los primeros meses de pulso arancelario para atacar a las grandes tecnológicas estadounidenses.
La presidenta de la Comisión, Von der Leyen, considera sin embargo que el bloque comunitario no está en este punto por ahora. El mecanismo anticoerción fue creado para "situaciones extraordinarias y no estamos ahí aún", argumentó la conservadora alemana, quien insistió en que es "momento de negociar", aunque la UE haya demostrado que "está preparada para todos los eventuales escenarios".
Von der Leyen apunta, en cualquier caso, las miras a la importancia de que los 27 países confieren ahora a la diversificación de sus relaciones comerciales y busquen alianzas con otros socios relevantes en la esfera internacional a la espera de comprobar el efecto de la guerra comercial en las políticas económicas y en los mercados bursátiles.