Actualidad

Los peces dorados preocupan a los investigadores: los míticos carpines comen menos y tienen más ansiedad por un plastificante que llega a los ríos

Peces dorados. / Foto: Canva.

Los peces dorados comen menos y tienen más ansiedad a causa de un plastificante que llega a los ríos, según revela u estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid sobre el impacto negativo que tiene en los peces dorados del vertido en ríos de di(2-etilhexilo) ftalato (DEHP), un componente que se añade a los plásticos de productos cotidianos para ofrecer más flexibilidad y durabilidad.

Esta investigación, publicada en 'Comparative Biochemistry and Physiology Part A: Molecular & Integrative Physiology', revela cómo puede afectar la fisiología, el comportamiento y el bienestar de los peces, y sus implicaciones en los ecosistemas acuáticos.

El estudio se centra en el impacto de este vertido en la fisiología y el bienestar del carpín o pez dorado (Carassius auratus). Concretamente, el trabajo apunta que este plastificante reduce la ingestión de alimento en los carpines o peces dorados (Carassius auratus) al producir un desequilibrio en las señales que regulan su necesidad de alimentarse.

En todo caso, los investigadores apuntan que a pesar de comer menos, los peces no pierden peso ni dejan de crecer, ya que compensan esa falta de energía al reducir el gasto energético, moviéndose menos y con una menor tasa metabólica. Además, los peces tratados con DEHP mostraron signos de mayor ansiedad, lo que sugiere un impacto negativo en su bienestar.

El pez dorado es un pez de agua dulce muy común en acuarios y estanques ornamentales, y también muy utilizado en investigación. Pertenece a la familia de los ciprínidos, que es el grupo de peces más criado en acuicultura a nivel mundial.

Nuria de Pedro, investigadora del Departamento de Genética, Fisiología y Microbiología de la UCM destaca que "estos resultados son especialmente útiles para la gestión ambiental, la acuicultura sostenible y la evaluación de riesgos de sustancias químicas, ya que permiten mejorar la detección de efectos subletales y crónicos en especies acuáticas de interés ecológico y económico". "También refuerzan la importancia de regular y vigilar el uso de ftalatos en productos de uso cotidiano", añade.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores sometieron a los peces al plastificante durante 14 días para analizar parámetros fisiológicos y comportamentales: la alimentación, la actividad locomotora, la tasa metabólica o ritmos diarios.

"Usamos test comportamentales de preferencia de lugar, donde los peces podían elegir entre zonas seguras y zonas aversivas (abiertas o luminosas) para ver si el DEHP les causaba ansiedad. Por último, para entender mejor los posibles mecanismos implicados en estos efectos, estudiamos si el DEHP modificaba las señales neuroendocrinas implicadas en la regulación de ingesta y la ansiedad en el cerebro y el hígado", añade De Pedro.

El siguiente paso de estos investigadores será analizar por separado los efectos del DEHP y de los microplásticos sin contener estos aditivos para poder identificar con mayor precisión los mecanismos de toxicidad y comprender el verdadero impacto de cada factor en los peces.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky