
Portugal avanza en la desinversión de empresas rescatadas tras la crisis financiera de 2008-2012, poniendo en el mercado activos clave como Novo Banco, la aerolínea TAP y el grupo aéreo SAPA Azores. Y en España, principal inversor y socio comercial con más de 2.400 empresas operando en el país, no han pasado desapercibidos estos movimientos. Los últimos gobiernos lusos tienen en marcha varias operaciones para reducir la participación estatal y atraer capital privado en sectores estratégicos, especialmente en aquellas organizaciones que requirieron de ayudas públicas tras la crisis de 2008.
NovoBanco, el deseado
Una de las operaciones que más expectativas despierta es la salida del Estado de Novo Banco. El 75% de su capital está controlado por el fondo Lone Star, pero el 25% restante es propiedad de manera directa e indirecta del Estado. Se montó en 2014 para proteger y dar continuidad al negocio "sano" del Banco Espirito Santo (BES), que en su día fue el mayor banco de Portugal por capitalización bursátil y tuvo que ser rescatado con 5.000 millones de euros.
La entidad se tambaleaba tras descubrirse ingentes pérdidas por préstamos concedidos de manera irregular a empresas del grupo familiar Espirito Santo, y el supervisor exigió una recapitalización urgente. La venta de la entidad está en parrilla de salida con dos alternativas. La opción inicial era sacarlo a bolsa, un trabajo que tiene prácticamente preparado después de reclutar a BNP Paribas, Jefferies y Keefe, Bruyette & Woods como coordinadores para dar el salto al parqué.
Es la solución preferida para su cúpula y el Gobierno, pero su ejecución es complicada con las actuales incertidumbres geopolíticas. Ahí emerge la venta a otro banco como opción más viable, despertando el interés de CaixaBank o el grupo bancario francés BPCE, pero Lisboa se ha pronunciado en contra de su transferencia a un banco español porque ya controlan un tercio del mercado luso.
La pública Caixa Geral de Depósitos (CGD), el mayor banco del país por activos, mostró su disposición a evaluar la transacción y declaró apetito por parte del negocio, el de empresas, avisando de la imposibilidad de quedarse el banco por completo porque alcanzaría cuotas de mercado del 40%. Millenium BCP, también portugués, ha declarado también interés en explorar la compra aunque su prioridad es crecer con negocio.
La última entidad lusa adquirida por una española fue Eurobic, controlado un 42,5% por Isabel do Santos, empresaria e hija del expresidente de angoleña, y el resto por otros empresarios angoleños y lusos. Abanca llegó a un acuerdo en 2024 tras un primer intento fallido en 2020 por 327 millones de euros. Eurobic había adquirido previamente, en 2011, el nacionalizado Banco Português de Negócios (BPN).
TAP y Azores Airlines buscan comprador
En el sector aéreo, la privatización de TAP Air Portugal avanza a pesar de las incertidumbres políticas. En septiembre de 2023, el Ejecutivo de Antònio Costa (PS) aprobó la venta de al menos el 51% de la aerolínea, pero una convocatoria anticipada de elecciones en marzo de 2024 detuvo el proceso.
El Gobierno resultante, en minoría y bajo el mando de Luis Montenegro (PSD), lo reanudó con vistas a lanzar la licitación en marzo y cerrar el acuerdo a finales de este año o principios de 2026. Sin embargo, otro adelanto electoral y el tiempo necesario para constituir un nuevo Parlamento han vuelto a demorar la venta, que podría reactivarse con pocas novedades después de que el Primer Ministro fuera reelegido por segunda vez.
Entre lo consensuado por los dos grandes partidos, socialistas y socialdemócratas, se planea la venta de al menos un 49% de TAP, reservando un 5% para los empleados y dejando una participación estatal minoritaria por definir. La valoración de la aerolínea se estima en torno a 1.000 millones de dólares, aunque el precio final dependerá de las negociaciones. Entre los potenciales compradores destacan IAG, Lufthansa y Air France-KLM.
IAG parte como favorito por su capacidad de integrar aerolíneas preservando su identidad nacional y la complementariedad de TAP con Iberia, creando un gigante ibérico capaz de dominar el mercado transatlántico. Su principal competidor es Air France-KLM, que confirmó su intención de adquirir hasta un 49% y cuenta con el apoyo del Gobierno francés. Lufthansa también ha mostrado interés, aunque su adquisición no superaría el 19,9% para evitar el filtro de Bruselas.
Otros posibles interesados incluyen fondos como Certares y actores no europeos. Entre las condiciones impuestas por el gobierno portugués destacan la obligación de mantener la marca TAP, conservar su hub en Lisboa y garantizar las rutas estratégicas a Brasil, Angola y Mozambique, además de la creación de empleo y el desarrollo del sector aeronáutico nacional. La aerolínea cerró 2024 con ingresos récord de 4.240 millones de euros y un beneficio neto de 53,7 millones, pese a que este último cayó un 69,7% al contabilizar provisiones por litigios laborales y el impacto de una huelga de pilotos.
Además, en el sector aéreo luso también está en marcha la privatización de Azores Airlines, filial del grupo SATA y que garantiza la conectividad del archipiélago. Tras recibir un rescate estatal de 453,25 millones de euros en 2022, la compañía está en proceso de privatización, con la venta de entre el 51% y el 85% de su capital.
El consorcio formado por la turoperadora Newtour y la gestora MS Aviation es el único postor tras la retirada del consorcio Atlantic, compuesto por cinco empresas locales. Sin embargo, la operación está en el aire por los problemas operativos de la aerolínea, la estabilidad financiera del ofertante y la necesidad de mantener el papel estratégico de Azores Airlines en la conectividad y la economía regional.
Dos mercados cada vez más unidos
En los últimos años se han intensificado las operaciones de compraventa a ambos lados de la raya. En el sector del consumo, el último movimiento fue la compra de la cadena portuguesa 'A Padaria Portuguesa' por el grupo español Rodilla, con el que dio un paso clave en su expansión internacional al suponer su entrada en el mercado luso.
En inmobiliario, la socimi española Castellana Properties formalizó el año pasado su entrada en el mercado luso con la compra de tres centros comerciales a Suitable World por 176,5 millones de euros. En noviembre sumó uno más, el Alegro Sintra, al adquirírselo al fondo Ceetrus, y en enero tanteó la toma del Forum Madeira.
La industria farmacéutica española también ha echado el ojo a laboratorios portugueses. La vasca Faes Farma adquirió el pasado marzo Laboratorios Edol, una compañía especializada en oftalmología, por 75 millones de euros, ampliando su cartera de productos en el área de salud ocular.
También Esteve compró el negocio de la molécula Mifamurtida de Takeda en Portugal permitiendo a la catalana fortalecer su cartera de enfermedades raras; mientras que la compañía de tecnología médica Cardiva adquirió en noviembre a su homóloga Overpharma. Por último, Uriach está pendiente de recibir el 'ok' de Competencia para hacerse con Bebegel, una compañía centrada en laxantes pediátricos.
El grupo energético canario DISA cerró en febrero la adquisición de 55 estaciones de servicio de grupo Vapo al otro lado de la frontera; y unos meses antes fue la compañía de juego Cirsa la que se hizo con el 68% de CasinoPortugal. También la firma valenciana de distribución de agua embotellada Aquaservice adquirió el pasado verano a Eden Springs Portugal, líder del sector en el país vecino.
Yendo un poco más atrás en el tiempo fue Repsol la que adquirió la portuguesa Miio para reforzarse en la recarga de vehículos eléctricos. Otra gran operación que estuvo cerca de concretarse el año pasado fue la compra de la mayor 'teleco' del país, Altice Portugal, por el fondo saudí STC, que aspiraba a fusionarla con Telefónica. Sin embargo, las discrepancias sobre el precio dieron al traste con la operación
Con información de Eva Contreras, Víctor de Elena, Rocío Antolín, Javier Mesa, Aitor Caballero, Antonio Lorenzo y Rubén Esteller.