
La elección de un Santo Padre por medio de un cónclave hace que el mundo entero mire hacia el Vaticano. Puede que la proclamación de "Habemus Papam" llegue en unos pocos días o se extienda algo más en el tiempo, pero muy difícilmente podrá superar el récord del siglo XII, cuando estas votaciones llegaron a durar casi tres años.
En 1268 hasta 1271 tuvo lugar esta votación sin interrupción que tuvo al mundo en vilo tras la muerte del Papa Clemente IV. Los cardenales se reunieron en Viterbo, al norte de Roma, pero tardaron tanto que terminaron encerrados en una sala por los enfadados ciudadanos.
Esta votación, de la que saldría Gregorio X, fue el primer ejemplo de "compromiso" papal, después de que lucharan duramente las facciones francesas e italianas. Los de Francia querían un papa favorable para su país, los de Italia buscaban mantener independencia del papado frente a potencias extranjeras.
Finalmente los residentes de Viterbo arrancaron el techo del edificio en el que estaban alojados y les restringieron sus comidas a pan y agua para desbloquear la situación. Para que esto no volviera a repetirse, Gregorio X decretó en 1274 que si un cónclave se extendía más allá de tres días los cardenales únicamente tendrían "una comida al día" y si se alargaba a más de ocho solo "pan, agua y vino". Actualmente esta limitación no está en vigor.
Contexto de la división en ese cónclave
No había una "lista" formal de papables, ya que en la Edad Media, los cónclaves no se guiaban por listas previas ni acuerdos previos. Las decisiones eran más caóticas, influenciadas por alianzas familiares, políticas y nacionales.
Además, aunque el Tercer Concilio de Letrán (1179) ya exigía una mayoría de dos tercios, no existían aún normas estrictas sobre duración, encierro, ni condiciones de elección, por lo que los cardenales podían prolongar las votaciones indefinidamente.