
El apagón que se vivió durante la pasada jornada sumió al país entero en la oscuridad. Lo que comenzó como un corte de luz general, desembocó en un caos generalizado en varias ciudades, ya que los supermercados dejaron de funcionar, en los ascensores quedó gente atrapada, el transporte se paralizó y numerosas carreteras de la península colapsaron.
Y es que, teniendo en cuenta que ocurrió a las 12:35 de la tarde, pillo a gran parte de la población en el trabajo o simplemente fuera de casa. Las dudas comenzaron a surgir: ¿cómo regreso? ¿funcionará el autobús? Aunque la luz siempre ha sido considerada como un bien preciado, no es hasta momentos como estos en los que realmente nos damos cuenta de su importancia y de todos los procesos en los que está implicada.
El correcto funcionamiento de los semáforos es uno de ellos. Estos aparatos, diseñados para garantizar la fluidez y la seguridad en la carretera también dejaron de funcionar, justo en el instante en el que todo el mundo salía a las calles y no les quedaba más remedio que recurrir a las carreteras. Porque sí, recordemos que el metro tampoco funcionaba.
Lo sorprendente es que, a pesar de la congestión y de la falta de los semáforos, las autoridades han confirmado que apenas sucedieron accidentes en la geografía nacional.
En el apagón no funcionaron los semáforos de TODO el país y, aun así, apenas hubo accidentes. Como si condujésemos mejor *sin* semáforos.
— Pedro Torrijos (@Pedro_Torrijos) April 29, 2025
¿Sabéis por qué? Por una fuerza invisible que gobierna TODOS NUESTROS MOVIMIENTOS: la psicología de la percepción.
Esto os va a molar ??? pic.twitter.com/4SHhPQYkMH
La psicología de la percepción
¿Cómo es esto posible? La explicación tras este fenómeno la ofrece la psicología de la percepción, rama que estudio cómo nuestro cerebro percibe el mundo a través de lo sentidos. En numerosas ocasiones, lo que recibe el cerebro no se corresponde con la realidad, es decir, con la imagen fiel del mundo.
Así lo explica Pedro Torrijos a través de la red social X: "Cuando conducimos por una calle con bordillos y aceras, hacemos cesión de la responsabilidad hacia esos elementos. Consideramos que la calzada es propiedad de los coches y solo pararemos en semáforos o pasos de peatones, aunque sepamos que los niños (y algún adulto) se suelen saltar esas normas. En cambio, cuando no hay diferencia de altura y mucho más cuando no hay ninguna diferencia, ni de pavimento, nuestro cerebro va a ejercer toda la responsabilidad de la conducción".
O lo que es lo mismo, al recaer toda la responsabilidad sobre nosotros, los conductores actuaron con máximo cuidado durante el trayecto.