
Hace más de 13 millones de años, el camino del linaje humano y el de los simios se separó. Según la ciencia, los primeros antecesores que comenzaron a caminar en posición erecta fueron los Australopitecus y desde entonces no hubo vuelta atrás. Lo que a priori es conocido como uno de los hitos más importantes dentro de la evolución humana, ha implicado mucho más en nuestro desarrollo.
Lo más evidente, por supuesto, es el hecho de andar sobre dos pies, en vez de cuatro, pero hay estudios que sugieren que este momento también está relacionado con el desarrollo de nuestras habilidades rítmicas, musicales y lingüísticas.
En profundidad
Una nueva investigación de Matz Larsson, médico e investigador de la Universidad de Orebro, y Dean Falk, profesor de antropología de la Universidad Estatal de Florida, analiza cómo la transición a caminar sobre dos piernas probablemente haya cambiado no solo la forma en la que los humanos nos movemos, sino también nuestra forma de pensar y comunicarnos.
"Los pasos bípedos crean sonidos de movimiento rítmicos y más predecibles, en comparación con la forma en que nuestro pariente vivo más cercano, el chimpancé, se mueve a cuatro patas, con pasos irregulares entre el susurro de las ramas de los árboles", explicó Larsson en un comunicado.

Dos personas caminando al mismo tiempo crean buenas oportunidades para conectar con el entorno. Hay intervalos de silencio entre los pasos, y cuando estos están sincronizados, el cerebro puede agrupar los sonidos y distinguir los pasos de los sonidos del entorno. Es más, de esa manera se puede detectar a tiempo a un león o a un enemigo. Los individuos sin ritmo, que no podían lograr esto, probablemente se contonearon, literalmente, para desaparecer del acervo genético.
"En mi experiencia, correr y pasear fomentan la creatividad y pueden generar nuevas ideas, y pasear con un amigo estimula el intercambio de ideas", afirma Larsson.
Otros factores presentes desde la infancia
Ya en numerosas ocasiones se ha demostrado que el feto se ve afectado por los pasos rítmicos de la madre desde el útero. Mecerse al ritmo de los pasos de la madre activa la audición, el equilibrio, el tacto y la capacidad del bebé para percibir su propia posición y movimientos, también conocida como propiocepción. Es más, podría estar relacionado con el hecho de que los bebés se tranquilicen al ser mecidos, un movimiento muy similar al de los pasos.
Incluso, Falk, coautor, relaciona caminar con dos pies con el lenguaje infantil. Durante mucho tiempo ha estado investigando la forma en la que los adultos hablan a los bebés, de manera bastante rítmica y casi musical. "Así surgió el lenguaje infantil: como sustituto de la conexión física entre bebés y padres, según la investigación de Falk. Esto podría haber estimulado la evolución de la música y el lenguaje", afirma Larsson.
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