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El techo de cristal en la universidad: Las mujeres tardan 14 años más que los hombres en conseguir una cátedra

  • Los autores atribuyen esta disparidad a sesgos culturales y discriminación
  • Los investigadores sugieren que las universidades deben revisar sus políticas de contratación y promoción
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La brecha de género en el ámbito académico es un problema persistente y complejo, que ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de las últimas décadas. Un reciente artículo publicado en la revista Applied Economics por los catedráticos de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), Mariluz Maté y Manuel Ruiz, junto al investigador de la Durham University, Richard Harris, ha puesto de manifiesto una preocupante realidad: las mujeres tardan 8,5 años más que los hombres en alcanzar el puesto de Profesora Titular y otros 6,1 años adicionales para conseguir una cátedra, es decir, un total de 14 años de retrasos para conseguir un mismo puesto.

El estudio, que utiliza una base de datos exhaustiva de las 24 universidades británicas del grupo Russell, revela que la desigualdad de género sigue siendo una barrera significativa para las mujeres en la academia. Según los autores, la discriminación y ciertos sesgos de comportamiento no solo afectan la probabilidad de promoción de las mujeres, sino que también contribuyen a una mayor probabilidad de abandono prematuro de la carrera académica.

La investigación muestra que las mujeres están considerablemente subrepresentadas en los grados académicos superiores. En un entorno que valoriza la productividad y la visibilidad a través de publicaciones científicas y la obtención de fondos de investigación, las mujeres enfrentan obstáculos adicionales debido a un sesgo cultural que subestima su productividad. Este sesgo está asociado a su asunción de responsabilidades externas, como el cuidado de la familia, que no solo afecta su tiempo disponible para la investigación, sino también la percepción de su compromiso y eficacia profesional.

El impacto del sesgo cultural y la discriminación

Los catedráticos Mariluz Maté y Manuel Ruiz destacan la urgencia de que las universidades españolas revisen y adapten sus procedimientos de contratación y promoción para mitigar cualquier forma de sesgo y discriminación. "Estos resultados son de aplicabilidad directa en las universidades españolas", afirman Maté y Ruiz. La necesidad de una revisión exhaustiva es evidente, ya que las instituciones educativas deben garantizar que las políticas y procedimientos no perpetúen las desigualdades existentes.

Por su parte, el "Estudio de género en el emprendimiento de I+D+i" del Instituto de la Mujer también señala que la presencia de mujeres en cátedras es actualmente del 33,46%, con una representación aún más baja en áreas como las empresas surgidas de la universidad ('spin-offs') y el personal investigador con patentes, donde las cifras descienden al 18,23% y el 24,66%, respectivamente. Estas estadísticas subrayan una clara falta de paridad en los niveles más altos de la academia y la investigación.

El techo de cristal y la carrera científica

La situación es aún más desalentadora cuando se observa la distribución de mujeres en los diferentes grados académicos. Mientras que el personal científico de Grado B, con una carrera más consolidada, está compuesto en un 44,3% por mujeres, en las posiciones de carrera científica de grado A, como el funcionariado catedrático de universidad, solo representan el 25,7%. Este fenómeno es un claro reflejo del "techo de cristal" que limita el avance de las mujeres en la academia, a pesar de que logren superar las barreras iniciales.

La masculinidad predominante en ciertas disciplinas, como matemáticas, ingeniería y física, también se manifiesta en los datos de la ONU sobre el sector de la inteligencia artificial y la ingeniería. En estos campos, las mujeres representan solo el 22% y el 28%, respectivamente. Aunque la presencia femenina en informática ha alcanzado un 40%, la realidad es que las carreras científicas en general están marcadas por una mayor corta duración y una remuneración inferior para las mujeres. Esta situación se ve reflejada en la falta de reconocimiento y ascensos, lo que perpetúa la desigualdad en la academia.

El impacto de los cuidados y la jornada a tiempo parcial

Otro factor crucial es la imposición de cuidados, que recae desproporcionadamente sobre las mujeres. Este aspecto, junto con la reducción de jornada o el trabajo a tiempo parcial, repercute negativamente en la carrera académica de las mujeres. La coincidencia entre la franja de edad de mayor acceso a la carrera docente (30-39 años) y la etapa en la que las responsabilidades familiares suelen ser más intensas, limita las oportunidades de mejora salarial y ascenso para muchas mujeres.

El estudio de Maté, Ruiz y Harris enfatiza la necesidad de reconocer y abordar estas barreras sistémicas para avanzar hacia una mayor igualdad de género en la academia. "Las mujeres tienen que realizar un esfuerzo adicional para romper las barreras culturales aún existentes y ponerse al nivel de los hombres", señala Richard Harris. Las políticas de igualdad deben tener en cuenta que el sistema actual está intrínsecamente sesgado y discriminatorio, y se deben implementar medidas específicas para contrarrestar estos desafíos.

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