
La Copa América dará su pistoletazo de salida el próximo 22 de agosto en el Puerto de Barcelona. La reforma del frente marítimo y la actividad frenética de los seis equipos que compiten en la regata han generado gran expectación entre la ciudadanía. El consejero delegado de la competición, Grant Dalton (Auckland, 66 años), que también dirige el equipo de Nueva Zelanda, vencedor de la última edición, responde a las principales preguntas que se hacen aficionados y curiosos desde su cuartel general ubicado junto al World Trade Center.
-Pregunta: Quedan menos de dos meses para la competición. ¿Está todo listo?
-Respuesta: Hay dos partes en la respuesta, la del equipo y la del evento. Ambas están en una fase similar. La construcción en el puerto cumple el calendario y estará terminada hacia el primero de agosto. El Puerto Olímpico está casi hecho y ya hemos empezado a construir allí el hospitality. Así que estamos empezando a tomar posesión de esas áreas. Desde el punto de vista del equipo acabamos de regresar del verano de Nueva Zelanda y llevamos aquí bastante tiempo. Hace un año dijimos que navegaríamos el primero de julio y lo hemos hecho antes. Así que estamos en buena forma.
-Si a alguien no le gusta la vela, ¿por qué debería interesarle la Copa América?
-Nuestra responsabilidad es tratar de hacerlo más fácil de entender. En primer lugar, hemos creado en Barcelona una experiencia gratuita, sin barreras, sin tickets para acceder a la fan zone. Así que puedes venir para sentirte parte del ambiente del village sin que te importe la navegación. Desde el punto de vista de la retransmisión, este deporte es difícil y de ahí la tecnología digital que utilizamos para superponer una representación que intente hacerlo más inteligible.
-Está hablando de la televisión. ¿Qué audiencia se espera este año?
-En 2021, en Nueva Zelanda tuvimos una zona horaria completamente perjudicial, a las dos de la mañana. Además, el mundo atravesaba la confusión del Covid. No hubo visitantes en Nueva Zelanda porque el país estaba cerrado. Ese año tuvimos una audiencia acumulada de 941 millones de personas. Hace un mes, en la última encuesta que nos hizo Nielsen obtuvimos una cifra de 714 millones y el evento ni siquiera ha empezado. Así que probablemente 1.500 millones sea bastante conservador.
-¿Comprende la oposición de algunos vecinos?
-Sí. En primer lugar, se trata de una oposición basada en varias premisas: el capitalismo, el exceso de turismo... también en una visión muy extrema sobre cualquier evento como la Fórmula 1 o el Mobile World Congress. El segundo punto es que hablaré con cualquier persona que quiera hablar conmigo. Pero una de las cosas que no tienen en cuenta es que nuestro legado debe ser animar a los jóvenes a navegar. En cualquier deporte hay que tener algo a lo aspirar. Cualquier manifestante, sea cual sea su agenda, no ve que en realidad está atacando el corazón, la juventud del deporte. Creo que el movimiento en contra es bastante pequeño y, hasta donde vemos, no tiene un objetivo definido. ¿Se trata del turismo excesivo? ¿De los cruceros? ¿De más viviendas sociales? La gente por supuesto tiene derecho a quejarse. Donde se puede cruzar una línea es cuando eso se convierte en un daño.
-Háblenos de los equipos. Hay navegantes pero también ingenieros.
-Primero deben ser muy buenos. Deben tener alguna medalla de oro, probablemente múltiples medallas, y haber ganado campeonatos mundiales. Lo que ocurre con estas embarcaciones es que son complicadas. Un marinero debe ser capaz de hacer funcionar cualquiera de esas pantallas. Siempre se debate si Lewis Hamilton habría ganado tantos campeonatos mundiales de no haber estado en Mercedes. El barco es la parte definitiva del arma, pero los marineros ayudan a crear un barco rápido. En nuestro equipo, de 120 personas en tierra solo 12 son marineros, mientras que 50 son ingenieros. En el balance se trata de un deporte tecnológico. Somos más una startup que un equipo deportivo.
-¿Y cuál es la principal diferencia entre los veleros?
-Todos tenemos un conjunto de reglas, como en la Fórmula 1, pero cada uno tiene una interpretación ligeramente diferente de lo que debería hacer para crear el barco más rápido. Tienen softwares diferentes, algunos los desarrollan en gran medida ellos mismos, como hacemos nosotros. Al final, de nuevo como en la Fórmula 1, aunque todos abordan el mismo problema de forma diferente, uno siempre lo hace un poco mejor. La Copa América ya ha terminado, solo que simplemente no sabemos quién la ganó. Las decisiones que tomó cualquier equipo hace dos años sobre el persona, los sistemas, la ingeniería... han creado lo que tenemos en el hangar. Si eso no está bien, ya no se puede arreglar ahora. Es demasiado tarde.
-¿Están condicionados por el tiempo? Por ejemplo si lloviera mucho...
-La lluvia no supone un gran problema. Pero si no tenemos nada de viento, no podemos navegar. Si tenemos demasiado viento, no podemos navegar. Pero en las pruebas que hicimos aquí el verano pasado perdimos muy pocos días. Navegamos la mayor parte del tiempo. Si un día no salimos, saldremos al día siguiente. La carrera en cualquier caso se celebrará.
-¿Cuál será el impacto económico para la ciudad? ¿Se extenderá más allá de la regata?
-Lo estamos viendo aquí, en la velocidad de crecimiento del Port de Barcelona. Estoy seguro de que esto iba a suceder en cinco o seis años, pero lo hemos acelerado, está sucediendo ahora. No sé si esto realmente está en el modelo. Puedes verlo de otra manera: esto ahorra dinero porque debido a las presiones inflacionarias si desperdicias otro año aumentaría los costes otro 8%. Hay diferentes modelos y siempre dudo en citarlos porque no soy economista. Lo que sí sé es que genera empleos y que atrae un tipo diferente de turista que no estresa la infraestructura de la misma forma porque se queda mucho más tiempo. No se queda cuatro horas, sino ocho días y puede ir a visitar otras partes de Cataluña y España. No es el mismo que coge un Ryanair desde Manchester para venir a celebrar una despedida de soltero. Eso es un impacto social.