
Keir Starmer, líder del Partido Laborista desde abril de 2020, ganó de manera contundente las elecciones de ayer en Reino Unido al asegurar 412 escaños, una cifra impresionante aunque no supera el récord laborista de 418 diputados establecido en 1997 por Tony Blair. Por su parte, el Partido Conservador obtuvo solo 121 escaños. Este resultado representa la peor actuación de los conservadores en la historia, ya que no alcanzaron una mayoría parlamentaria con solo 121 escaños frente a los 650 disponibles en el Parlamento británico.
Tras las elecciones, el líder laborista declaró que "la gente ha hablado y está lista para el cambio". Por su parte, el nuevo primer ministro electo expresó en su primera comparecencia que "el cambio empieza ahora" y que el país tiene "la oportunidad de recuperar su futuro".
"¡Lo hicimos!", gritó Starmer en su discurso, en el que recalcó que los británicos van a descubrir que "finalmente se ha quitado un peso de los hombros de esta gran nación"."Hay que devolver la política al servicio público y demostrar que puede servir para el bien común", señaló el líder laborista, quien destacó que actualmente el mayor reto de los políticos es recuperar "la confianza de la ciudadanía", algo que ha marcado como uno de sus principales objetivos.
¿Quién es el nuevo inquilino de Downing Street?
Starmer asumió el liderazgo tras la dimisión de Jeremy Corbyn en 2019, quien dejó el cargo después de obtener los peores resultados electorales para el partido en 80 años.
Dicen que es un político de perfil bajo, aunque él lo niega. A pesar de su discreto estilo, Starmer ha logrado unir a los fragmentados laboristas y ganar las elecciones, poniendo fin a 14 años de dominio conservador en el Reino Unido. A pesar de ser percibido como carente de carisma y agitación, sus seguidores lo valoran por su sensibilidad y prudencia.
Durante los últimos años, el Reino Unido ha enfrentado varios desafíos importantes: la salida efectiva de la Unión Europea, la pandemia de coronavirus y la crisis económica resultante de la invasión rusa de Ucrania. Y Starmer busca ahora promover la "estabilidad" en su sentido más amplio, abarcando tanto la política como la economía.
Cabe destacar que el político ha dedicado los últimos cuatro años como líder de la oposición a mover a su partido socialdemócrata desde la izquierda hacia el centro político, un cambio bien recibido por aquellos que consideraban a su predecesor, Jeremy Corbyn, demasiado radical. Con un mensaje centrado en la estabilidad económica y política, Starmer asegura a los votantes que su gobierno laborista traerá tiempos más tranquilos.
De superar dificultades económicas a ser primer ministro
Nacido en una familia de clase trabajadora en Surrey, Starmer superó las dificultades económicas de su infancia para convertirse en el primer miembro de su familia en obtener un título universitario. Su padre trabajaba en una fábrica y su madre era enfermera del Servicio Nacional de Salud. Su carrera inicial en el derecho lo llevó a especializarse en derechos humanos, representando casos de alto perfil que marcaron un impacto significativo, desde desafíos legales contra gigantes corporativos hasta contribuciones en procesos cruciales como la abolición de la pena de muerte en Uganda.
Su incursión en la política formal llegó más tarde en su vida, siendo nombrado consejero de la reina y posteriormente fiscal general, un cargo que lo llevó a ser reconocido con el título de caballero. Sin embargo, fue su papel en la unificación del Partido Laborista después de años de división lo que destacó su habilidad para dirigir y mantener la cohesión dentro de su partido.
Como líder del Partido Laborista, Starmer ha navegado con habilidad las aguas políticas turbulentas del Reino Unido, posicionando su plataforma como una alternativa seria y estable frente a los escándalos y controversias que han plagado a sus oponentes conservadores. Su enfoque pragmático ha sido tanto su mayor fortaleza como una fuente de críticas, especialmente por aquellos que anhelan una dirección más radical.
Con promesas de estabilidad económica y social, Starmer ha sido el contrapunto al tumulto y la inestabilidad asociada con el gobierno conservador. Aunque carece del carisma flamante de algunos de sus predecesores, su enfoque metódico y su enfoque en la credibilidad política han resonado en un electorado fatigado por los dramas políticos.
Starmer ha encaranado la esperanza de millones de británicos que buscan un liderazgo confiable y una dirección clara para el futuro del país.
El electo ha convencido a los votantes de que un gobierno laborista podrá abordar problemas como el poder adquisitivo, la crisis inmobiliaria y los servicios públicos sin aumentar los impuestos ni profundizar en la deuda pública. Sus propuestas incluyen abolir las tasas universitarias, nacionalizar algunos servicios, ofrecer 40.000 nuevas citas médicas semanales, y contratar 6.500 maestros adicionales financiados por impuestos a centros privados. En inmigración, quiere impedir la llegada de barcos a través del Canal de la Mancha con un comando especial de seguridad. Ha reducido sus aspiraciones ambientales, descartando grandes inversiones en tecnología verde y prometiendo no pedir más préstamos para financiar el gasto público.