
La denominación del agua como oro azul no es ninguna exageración: es escasa y es imprescindible para la vida, lo que la convierte en un bien exclusivo. Por ello, como cualquier otro recurso de estas características, su control por parte de los territorios ocasiona conflictos. No en vano, el acceso al agua se ha convertido en uno de los principales problemas geopolíticos del siglo, sobre todo, si tenemos en cuenta que, aproximadamente, la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua al menos durante una parte del año.
Y es que, como reflexionan los expertos Marko Keskinen, Erik Salminen y Juho Haapala, en un artículo en de Journal of Hydrology, el agua es el recurso natural más crucial para la sociedad y, a su vez, cruza las fronteras de una manera relativamente fácil de medir. Esto hace que su uso y asignación sean a menudo políticos y ha llevado al establecimiento de diversos acuerdos de cooperación en materia de aguas transfronterizas, particularmente en las cuencas fluviales compartidas por varios países. No obstante, pese a todas las implicaciones positivas de la cooperación transfronteriza, no siempre se pueden prevenir las tensiones entre los países.
No es casualidad que este año la ONU haya elegido como lema para conmemorar este recurso Agua para la paz. Como destacan desde el organismo, más de 3.000 millones de personas en todo el mundo dependen de agua que atraviesa las fronteras nacionales. Sin embargo, solo 24 países tienen acuerdos de cooperación para todos los recursos hídricos que comparten.
Desde 2020 hay activos más de 540 conflictos en todo el mundo, según los datos de Pacific Institute. Obviamente, la escasez de agua provocada por el cambio climático exacerba todavía más estos enfrentamientos. Entre los más recientes, Pacific Institute recoge el vertido de hormigón, por parte de las fuerzas israelíes, en un pozo palestino en Hebrón, Cisjordania, para detener el riego agrícola; la destrucción de la enorme presa Kakhovka en el río Dniéper, presumiblemente por las fuerzas de ocupación rusas, lo que provocó inundaciones masivas, más de 50 muertes y devastación ecológica río abajo, además de cortar el suministro de agua a las ciudades, las centrales eléctricas y los sistemas de riego; o los enfrentamientos violentos entre fuerzas iraníes y afganas a lo largo de la frontera por los derechos del agua en el río Helmand que provocaron múltiples muertes y heridos.
A este respecto, las regiones que más conflictos han protagonizado desde 2020 son Asia Occidental con 156 (concentrados, principalmente, en Yemen y Palestina); África Subsahariana con 111 (destacan Burkina Faso, Somalia y Kenia); y Asia Meridional con 97 enfrentamientos (con India, Pakistán y Bangladesh a la cabeza). En Europa, destaca el este, donde se han registrado 67 conflictos relacionados con el agua con Ucrania como, prácticamente, único protagonista.
Es en este punto en el que entra en juego la hidrodiplomacia. Según Miguel Doria, hidrólogo regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe, "la hidrodiplomacia emerge como una herramienta poderosa que implica la utilización de la diplomacia y las negociaciones para abordar los desafíos relacionados con el agua de manera pacífica y cooperativa. Esto no sólo se traduce en la resolución de conflictos existentes, sino también en la capacidad de anticiparse a futuros problemas y establecer acuerdos duraderos que promuevan la gestión sostenible de los recursos hídricos".
Desde 2020 Asia Occidental ha sido la región que más conflictos ha protagonizado con más de 150
Las aguas transfronterizas representan el 60% de los flujos de agua dulce del mundo, y 153 países tienen territorio dentro de, al menos, 1 de las 310 cuencas fluviales y lacustres transfronterizas y 468 sistemas acuíferos transfronterizos inventariados, señala la ONU. La crisis que afronta el agua no es un asunto local, sino que trasciende las fronteras y, por ello, requiere una acción coordinada a nivel global.
Uno de los principales paradigmas de los conflictos hídricos se encuentra en la cuenca del Nilo. Aunque los enfrentamientos se llevan produciendo décadas, la construcción durante doce años de la Gran Presa del Renacimiento por parte de Etiopía, uno de los proyectos de infraestructura más importantes de la historia reciente del continente africano, ha sido motivo de disputa con Egipto y Sudán, muy afectados por la pérdida de caudal.
El principal uso de esta colosal infraestructura será la generación de electricidad que no sólo puede ser crucial para Etiopía en pleno crecimiento demográfico sino que le permitirá exportar electricidad a sus vecinos. No obstante, Egipto cree que habrá una reducción importante del caudal del Nilo, del que dependen en un 90%. Este podría ser el primer gran conflicto producido por la crisis hídrica.
Si bien muchos expertos creen que el agua por sí sola no será el desencadenante de nuevas guerras en el mundo, Natasha Hall, investigadora del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), recuerda que "las guerras rara vez tienen una causa única y surgen de múltiples fuentes de fricción".