Hace un año, una funeraria pública de Viena presentaba el primer 'ataúd viviente'. Se trata de 'Living Cocoon', un invento hecho a base de hongos que se descompone sin dejar huella de carbón y que actúa de fertilizante natural. Un invento creado por la startup holandesa Loop que ha revolucionado el mercado fúnebre europeo.
En la portada de la página web Living Cocoon, de Loop, se aprecia un ataúd en medio de un bosque. Le acompaña un texto que dice: "conviértete en naturaleza y deja que tu cuerpo sea una fuente de nueva vida". Así es, nos encontramos dentro de un emprendimiento innovador, ecológico y funerario que tiene como principal proyecto el primer 'ataúd viviente'.
Bob Hendrikx, fundador de Loop, está detrás de esta innovación. Living Cocoon, que está hecho con micelio, tiene como objetivo ecológico que los humanos cierren el ciclo de la vida enriqueciendo el suelo en el que están enterrados en lugar de contaminarlo.
Para conseguirlo, Hendrikx basó la construcción de este 'ataúd viviente' en el conjunto de hifas o raíces que forman la parte subterránea de una seta, los cuales son vitales para la salud de los ecosistemas en todo el mundo. Resulta raro pensar que lo último que hacemos en la vida sea contaminar. Pero, es verdad. Un ataúd convencional está hecho con productos químicos y material no reciclable, y en caso de la cremación, también se necesita una gran cantidad de combustible.
"Las personas no solo están parasitando durante la vida, sino que incluso después de la muerte dejan una cicatriz en este hermoso planeta. Para ser enterrados talamos un árbol, lo trabajamos intensamente y tratamos de aislarnos. Y para aquellos que no quieren ser enterrados, desperdiciamos nuestro cuerpo rico en nutrientes quemándolo con cremación, contaminando el aire e ignorando el potencial de nuestro cuerpo humano", explica Hendrikx
Austria es el segundo país del mundo donde la empresa neerlandesa Loop comercializa este producto, que ofrece la posibilidad de que los restos mortales contribuyan al desarrollo del ecosistema del Cementerio Central de Viena, donde se ha habilitado un espacio para este tipo de enterramientos ecológicos.
Valor por unidad y crecimiento del proyecto
Estos ataúdes cuestan 990 euros, frente a la gama de precios de entre 500 y 3.000 de los de madera, cuyo coste ha subido un 6% desde el año pasado debido a la inflación y el encarecimiento de la energía.
La compañía de Hendrikx ha vendido ya 300 ataúdes en Países Bajos y están negociando un contrato de hasta 200 unidades con la funeraria vienesa.
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