Durante la dictadura de Francisco Franco, en los años 50, España se sumergió en un proyecto masivo que tenía como objetivo construir embalses como método de impulsar la economía. Esto llevó a la demolición de muchos pueblos del país, como el caso de Riaño, en Castilla y León. Sin embargo, hubo uno, en Extremadura, que resistió las intenciones "demoledoras" del franquismo.
Este pueblo es Granadilla. Una localidad histórica extremeña con una fortaleza medieval que fue condenado al abandono hasta estos días, por un error de "cálculo" de la ingeniería franquista. Así es, las calles de este pueblo "fantasma" guardan en cada uno de sus rincones una parte de la histórica resistencia al proyecto económico de Franco.
La historia nos sitúa en 1955, cuando las autoridades de la época decretaron que en la llanura donde está Granadilla se iba a construir el embalse de Gabriel y Galán, en el río Alagón. Cinco años más tarde, con el inicio de las obras y las inundaciones, los habitantes tuvieron que evacuar obligatoriamente y abandonar la zona. Pero no sabían que se encontrarían con la gran sorpresa que les depararía el pueblo extremeño.
Antecedente histórico
El histórico pueblo, que cuenta con calles amuralladas y en altura un castillo, fue fundado por los musulmanes en el siglo IX. Está ubicado en la provincia de Cáceres, al oeste de España y fronteriza con Portugal, ocupaba un lugar estratégico y permitía a sus ocupantes vigilar la Ruta de la Plata, una antigua ruta comercial y de viajes que atravesaba, de norte a sur, según lo describe un artículo publicado en la BBC.
Hoy es uno de los pocos pueblos fortaleza españoles en los que las antiguas murallas siguen intactas. Pero la comunidad que vivió allí, hasta más allá de la mitad del siglo XX, ya no está, relata la publicación.
Pese al intento de inundación en 1963, las aguas del embalse de Gabriel y Galán jamás cubrieron completamente el pueblo. Cuando el agua empezó a subir, cubrió todas las rutas de acceso a la localidad, excepto una, convirtiéndolo en una península. Pero hasta ahí llegó el agua: Granadilla en sí nunca se inundó. Sin embargo, las autoridades franquistas no permitieron a sus antiguos habitantes volver.
Reubicación de los habitantes
Durante la década de los 60, los 1.000 residentes que habitaban en la zona fueron desalojados a la fuerza. Muchos de ellos, fueron reubicados en asentamientos de colonización cercanos al pueblo. Esta determinación fue "traumática" según relató a la BBC Eugenio Jiménez, presidente de la Asociación Hijos de Granadilla.
"Nos echaron alegando que la presa iba a inundar el pueblo, lo que era imposible, porque el pueblo está más alto que la presa. Pero eran tiempos de dictadura y no teníamos derechos. Pero lo que de verdad me frustra es que en tiempos democráticos he estado luchando por la recuperación de Granadilla con la antigua asociación de niños, y ningún gobierno nos ha escuchado", expresó el antiguo habitante extremeño.
En la misma línea, Purificación Jiménez, antigua residente, también recordó la dificultad de aquellos años. "Recuerdo que cada vez que una familia se iba del pueblo, todo el mundo salía a despedirlos y a llorar", manifestó al medio.
Decreto de inundaciones
Actualmente, los viejos habitantes del pueblo no han podido recuperar sus casas, porque el gobierno mantiene el decreto de inundación firmado por Franco. Sin embargo, pueden acceder y pasar el día en este histórico lugar y recobrar el pasado.
El artículo explica que el pueblo fue nombrado Conjunto Histórico-Artístico en 1980 y ahora funciona como un museo gratuito al aire libre (supervisado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales). En cuanto a los habitantes, ellos y sus descendientes se reúnen dos veces al año en Granadilla, el día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el día de la Asunción de María (15 de agosto), sentencia el artículo.