Que haya mucha gente caminando por la calle Fuencarral no es noticia, que haya fila para entrar a una tienda ubicada en la misma tampoco, pero si esa fila se multiplica por 10, pues nos encontramos en un hito que da que hablar. Esto es lo que generó Shein a su llegada física al mercado español.
Por estos días, la marca asiática que conquista a los millennials está dando de que hablar. Y es que su modelo de negocio, que arrasa en ventas, tiene un trasfondo atípico respecto del retail convencional que surge de la sastrería.
Para entenderlo y hay que aplicar la comparativa de quienes están detrás de los imperios de la moda. Amancio Ortega, fundó Zara tras incursionar con las batas de baño. Erling Persson, fundador de h&m, comenzó su imperio cuando vendía ropa de mujer en una tienda en un pequeño pueblo sueco. Xu Yangtian, sin embargo, no tenía experiencia textil, pero era experto en optimización de motores de búsqueda.
The Economist lo describe como quien trajo a los amantes de la moda occidental un estilo chino de "comercio social", que combina las redes sociales con las compras en línea. Y es que tiene la fórmula perfecta: producto 'low cost', difusión por medio de influencers, e impacto o consumo asegurado.
Esta fórmula aplicada en el comercio occidental, la cual en un principio solo funcionaba por la web, y que ahora tiene presencia física en Francia, Estados Unidos, México y recientemente en España, ha desencadenado que la gigante asiática se sitúe en una valoración de unos 100 mil millones de dólares, una cifra que no logra ni Inditex ni H&M de forma conjunta, sus principales rivales.
Fórmula: 'moda rápida'
"El éxito de Shein está basado en una versión turboalimentada de la fórmula de la 'moda rápida' de ofrecer una gama de prendas constantemente actualizada a precios de ganga", explica The Economist. El problema es que detrás de estas inmensidades de producción textil, detrás del concepto 'moda rápida', hay historias humanas que hacen posible ese funcionamiento que bordea los límites de lo "ético".
En este contexto, un informe elaborado por el grupo de defensa suizo Public Eye, dio cuenta de que los trabajadores de seis fábricas que proveen a Shein de Guangzhou realizan una jornada laboral de 75 horas semanales.
Un día libre al mes y sin existencia de contratos
Según detallan en el texto, los empleados que entrevistaron declararon que trabajaban tres turnos por día, con sólo un día libre al mes. Sin embargo, de acuerdo con la legislación laboral china, una semana laboral puede comprender un máximo de 40 horas, las horas extraordinarias no pueden exceder las 36 horas por mes y los trabajadores deben tener al menos un día libre por semana.
El documento de Public Eye también señala la ausencia de contratos de trabajo. "Fábricas como estas no tienen que dar contratos, o eso creen los trabajadores. No sorprende que en los talleres pequeños e informales no existan y las empresas con más de 100 empleados tampoco los emiten", argumenta el grupo de defensa suizo.
La legislación laboral china exige que lo hagan y que proporcionen una copia de los contrato a los empleados. En esta línea, la investigación de Public Eye afirma que las empresas de este tamaño generalmente no corren el riesgo de verse obligadas a pagar indemnizaciones significativas si son demandadas por falta de contratos.
Defensa de Shein
Ante la explosión que generó esta publicación a nivel mediático, Shein en su defensa alegaron que, al conocer el informe, solicitaron "una copia de inmediato". "Cuando lo recibamos y revisemos, iniciaremos una investigación. Tenemos un estricto Código de Conducta para proveedores que incluye políticas de salud y seguridad y cumple con las leyes locales. Si se identifica un incumplimiento, tomaremos medidas inmediatas", respondieron desde la compañía.