
Las negociaciones entre Bruselas y Londres por el acuerdo del Brexit han tomado un giro duro en los últimos meses. El Gobierno de Boris Johnson ha desatado la 'Guerra de las Salchichas", actualmente en una tregua veraniega, y quiere renegociar la parte del tratado que afecta a Irlanda del Norte. Y la UE ha respondido tomando un 'rehén' en las negociaciones: la pertenencia del Reino Unido a la Convención de Lugano, que permite celebrar juicios por asuntos comerciales en terceros países, y que le daba ingresos multimillonarios a la economía británica.
El acuerdo original, firmado en 1988, se ha extendido en la actualidad a todos los países de la UE, la EFTA (Asociación de Libre Comercio Europeo, donde están Noruega o Liechtenstein, entre otros) y Suiza. El texto permite que asuntos que afecten a empresas o ciudadanos de un país se juzguen en otro de los firmantes. En la práctica, el resultado ha sido beneficiar al Reino Unido, ya que sus tribunales tienen una gran reputación internacional. En 2017, el último año con datos, el país ganó 4.200 millones de libras netos en concepto de juicios de asuntos ocurridos en otros países, según la Law Society británica. En 2019, un 77% de los casos tratados en tribunales de Inglaterra y Gales tenía al menos una parte extranjera, y un 43% era totalmente foráneo.
Como tantos otros acuerdos, la pertenencia del Reino Unido a este convenio decayó con el Brexit el pasado 1 de enero. Y Johnson ha pedido volver a sumarse a él, pero la Comisión Europea ha utilizado su derecho de veto y ha recomendado al Parlamento que vote en contra de su readmisión. Una decisión que deja claro que Bruselas no está dispuesto a regalarle ni un solo céntimo a Londres tras su marcha del club.
La coincidencia de la negativa con la enésima disputa sobre el estatus de Irlanda del Norte, sin embargo, hace sospechar que Bruselas quiere guardarse una carta en el bolsillo para presionar a Johnson si este sigue con sus amenazas de romper el acuerdo que él mismo negoció, presentó como programa electoral, llevó al Parlamento y firmó. El premier británico insiste en que no se daba cuenta de qué estaba firmando cuando aceptó que Irlanda del Norte siguiera en el Mercado Común, bajo las leyes de la UE, y pide ahora dar marcha atrás.
Si se mantiene el veto, los grandes ganadores serían los tribunales europeos, especialmente en Francia, Alemania y Países Bajos. Especial interés hay en Alemania por arrebatarle este negocio a Inglaterra, ya que los principales clientes de las cortes comerciales inglesas son alemanes, seguidos de chipriotas. Pero cada veza crecen más las voces que animan a la UE a crear un circuito específico de tribunales comerciales en Europa para luchar de tú a tú con los británicos. Johnson va a necesitar dar muchas razones a Bruselas para que acepten recuperar el statu quo.