
La apertura de la gigafactoría de Tesla en Berlín, que estaba preparada para el 1 de julio, se retrasa indefinidamente. Uno de los principales motivos ha sido la ferviente oposición de grupos ecologistas, preocupados por el impacto de la planta en el ecosistema de la zona, que han conseguido que un tribunal detenga la construcción.
Esto ocurre después de que los activistas se quejaran de que la construcción estaba perturbando los hábitats de serpientes y lagartos en hibernación. A esto se suma el efecto de la planta en el suministro de agua local, ya que parte de ella se encuentra en un área de protección de agua potable.
Problemas con la burocracia europea
No obstante, el impacto medioambiental solo ha sido una piedra más en el camino. Elon Musk lleva enfrentándose a la burocracia alemana desde que comenzó a construir la fábrica a principios de 2020. En diciembre, se vio obligado a detener la construcción de algunas partes de la planta tras no pagar a tiempo un depósito de 100 millones de euros. Del mismo modo, en junio también tuvo que retrasar temporalmente la obra para volver a enviar las solicitudes de permisos para dar cuenta de una instalación de producción de baterías.
De hecho, la administración alemana en ningún momento le ha aportado a Tesla la autorización completa de la construcción. La compañía está erigiendo la planta con el riesgo de que nunca se dé luz verde. Hasta ahora, viene trabajando con permisos provisionales.
Elon Musk se ha visto obligado a enviar una carta al gobierno de Brandeburgo quejándose del "irritante" proceso de aprobación que había comenzado 16 meses antes, tal y como recoge Bloomberg. El enfado de Musk responde al interés que tiene en esta planta, que se ha convertido en la piedra angular de su estrategia en Europa, donde pretende fabricar medio millón de automóviles al año.