
La crisis de la vivienda puede marcar la vida de miles de jóvenes para siempre. Los elevados precios de los inmuebles hipotecan 'sine die' a buena parte de los que deciden comprar, mientras se comen gran parte de la renta de los que optan por el alquiler. No hay opción buena en los puntos calientes de España (grandes ciudades y alrededores). Además, la situación podría agravarse en los próximos años. La escasez de mano de obra en un sector en el que los españoles ya no quieren trabajar está provocando un rápido aumento de los salarios en el sector. Los sueldos en la construcción han subido un 46% desde 2019, lo que se suma al creciente coste de los materiales, la falta suelo finalista, financiación... parece ya una expresión manida, pero la vivienda está viviendo una auténtica tormenta perfecta.
Aunque los cuellos de botella abundan, la escasez de mano de obra es una de las principales limitaciones de la actividad constructora, lo que afecta principalmente a la producción de vivienda, y el número de vacantes sin cubrir en el sector se ha multiplicado por cuatro en los últimos ocho años, según indica un informe de BBVA Research. En los años previos a 2008, los sueldos en la construcción también subían, pero el camino que siguieron miles de jóvenes desde el instituto a la obra, junto a la inmigración, lograron nutrir a la creciente demanda de mano de obra. La tragedia del abandono escolar se convirtió en el sustento del sector. Hoy, la situación es muy diferente, no hay albañiles ni operarios dispuestos a pasar frío, calor y riesgos en el 'tajo'... mientras que los trabajadores que quedan son cada vez más mayores: todo queda en manos de la inmigración.
España sufre ya una escasez de vivienda extremadamente grave y la falta de albañiles es un nuevo obstáculo para el sector. Según varios informes del sector, España es el segundo país de Europa que menos vivienda construye per cápita, lo que está generando una especie de gap o brecha entre la oferta y la demanda que se acumula año tras a año. Por ejemplo, entre 2019 y 2023, el número de hogares ha aumentado en más de 900.000 unidades, mientras que el número de viviendas terminadas en este período fue de 430.000. Esa diferencia de 450.000 viviendas se convierte en una suerte de demanda embalsada que irá alimentando la compra de vivienda en los próximos años. Si no se construye más vivienda (para ello se necesitan más albañiles), la diferencia irá aumentando y la crisis se irá agravando.
De este modo, la escasez de albañiles, la subida de los materiales, la falta de suelo finalista o la evaporación de la financiación están constriñendo la oferta. Por el lado de la demanda, la rápida creación de hogares (aumento de la población), la demanda embalsada o no satisfecha, el buen momento del mercado laboral y la reciente caída de los tipos de interés están estimulando las compras. Así es la tormenta perfecta que sufre la vivienda en España.
Desde 2019 ha aumentado la proporción de ocupados mayores de 45 años y algo más del 55% de los trabajadores en la construcción supera esta edad, señala la publicación. Asimismo, la proporción de empleados en la construcción con escasa formación en España es superior a la media europea y es necesario impulsar mejoras en la formación. La relevancia de la construcción en la economía se encuentra por debajo de su promedio histórico y el número de ocupados en el sector se encuentra muy por debajo de la media de los últimos treinta años.
En marzo de 2025 los ocupados en la construcción representaron el 6,8% del total de ocupados en la economía, 2,1 puntos menos que el promedio histórico. Y es que los ocupados en el sector llegaron a representar casi el 14% del total de ocupados. Sin embargo, apunta BBVA Research, este no es un fenómeno exclusivo de España y hay más sectores que también encuentran en la escasez de la mano de obra una limitación a la actividad.
Un informe de la consultora de recursos humanos Hays ya ponía el dedo en la llaga el verano pasado: el 80% de las empresas del sector lucha por cubrir vacantes con personal adecuado, lo que está generando una presión al alza en los salarios, particularmente en las posiciones de obra. Esto lleva a que los salarios se empiecen a equiparar con los de posiciones más técnicas, señalaba la nota de investigación.
"Apenas hay perfiles especialistas de obra dispuestos a trabajar en ella, que se sitúen entre los 25 y los 40 años; tanto para retener y atraer el talento existente, como para posicionarse como un sector atractivo para las futuras generaciones ha sido necesario, y seguirá siendo, ofrecer mejores condiciones retributivas que compensen el sacrificio de trabajar día a día en el terreno de la obra", explicaba entonces Miguel De la Fuente, directivo de Hays España.

Según la Confederación Nacional de Construcción (CNC), la falta de efectivos en la construcción se eleva hasta los 700.000 trabajadores. Para más 'inri', como se apuntaba desde Hays, muchos son puestos que requieren especialización. Entre los perfiles más demandados se encuentran encofradores, ferrallistas, oficiales de ladrillo caravista, soladores, alicatadores, colocadores de placa de cartón-yeso, montadores de fachada ventilada, gruistas y encargados de obra, precisan desde la CNC.
Todo esto es el resultado de la 'desaparición' del sector de la construcción, especialmente la residencial, después del estallido de la gran crisis. No solo se dejó de construir y durante 15 años apenas se han visto grúas en España. Los efectos fueron mucho más profundos. Muchos de los albañiles de la época se vieron abocados a reinventarse en otros sectores cuando no a jubilarse antes de tiempo. Algunos de ellos, extranjeros, han vuelto a sus países. Además, trabajar en la obra, para quien aún podía seguirlo haciendo, se convirtió en una especie de anatema. Eso explica, entre otros factores, el escaso interés entre los jóvenes actuales en ingresar en la construcción.
Los testimonios dentro del sector son bastante esclarecedores. La realidad es que es casi imposible dar ahora mismo en España con un encargado de obra (sin titulación universitaria, lo que se conoce como un capataz), un escalón inferior al jefe de obra, que suele tener titulación técnica. Si ya de por sí cuesta encontrar personal, más difícil es dar con alguien que tenga la suficiente veteranía para este puesto (supervisa las tareas del resto de obreros, generalmente porque ha ocupado una de ellas durante años) y que haya sobrevivido a la 'gran hibernación' del sector posterior a 2008.
Como cabe imaginar, los pocos que quedan no salen 'baratos' y las constructoras se los rifan. Según han manifestado diferentes promotoras a los medios, algunos de estos encargados puede llegar a recibir un salario anual de entre 65.000 y 70.000 euros cuando se trata de grandes proyectos. Es un sueldo que ya se sitúa por encima del que perciben algunos arquitectos de empresa, con formación universitaria, y que refleja el claro desajuste que hay entre oferta laboral y demanda en la construcción española.
En ocasiones este salario es algo inferior, pero se complementa con un bonus que lo deja en estos niveles. Según el portal de empleo Indeed, el salario medio para un encargado de obra en España es de 38.927 euros al año a fecha 7 de julio de 2025. Sin embargo, en su propia web incluye una oferta para jefe de obra en una edificación en la provincia de Málaga por 51.000 euros al año.
La esperanza de la inmigración
Pese a estas estrecheces, hay visos de esperanza. El informe de BBVA concluye que ya comienzan a verse signos de que el fenómeno de envejecimiento en el empleo dentro de la construcción podría haber alcanzado un punto de inflexión ya que la llegada de inmigrantes al sector está aumentando. Entre 2022 y 2024 se aprecia un aumento del peso de ocupados en la construcción de entre 20 y 44 años que podría vincularse al incremento de la población extranjera en el sector del 19% (similar al del resto de sectores). En las cinco principales actividades del sector de la construcción, por volumen de ocupación (albañiles, peones de obra, electricistas, fontaneros y pintores), ha aumentado la proporción de ocupados de nacionalidad extranjera.
"No obstante, estas no son soluciones definitivas. El aumento de los salarios puede no ser sostenible a largo plazo. Por un lado, la productividad en la construcción sufre un estancamiento secular. De prolongarse este escenario, las mayores retribuciones llevarían a incrementos en el precio de la vivienda, agravando el problema para amplios segmentos de la población", asegura Miguel Cardoso, economista de BBVA Research.
Este experto explica que el rechazo a la reforma de la Ley de Suelo apunta a que los problemas que retrasan la disponibilidad de terrenos para incrementar la oferta continuarán. "En los últimos 15 años, la construcción de vivienda ha mostrado un retorno sobre recursos propios (ROE) sistemáticamente inferior al de otras economías europeas. En 2023, la mediana del ROE en España fue del 6%, un tercio del registrado en Alemania o Francia. Si persisten los problemas de acceso a mano de obra, la construcción de vivienda seguirá siendo costosa. Los salarios más altos y la inmigración están ayudando a atraer recursos al sector. Sin embargo, para resolver los problemas estructurales serían necesarios mayores esfuerzos en formación, una mejor planificación de la inmigración, políticas para fomentar la consolidación empresarial y el impulso de procesos de automatización e industrialización. De manera clave, se requiere un consenso transversal alrededor de políticas que aceleren procesos administrativos y faciliten el aumento de la oferta", apunta el economista de BBVA Research.