
Hace cuatro años media España se quedaba perpleja al ver cómo el presidente del Gobierno cogía un avión rumbo a Polonia para ver el debut de la selección de fútbol en la Eurocopa apenas 24 horas después de firmar el rescate financiero. Hace cuatro años que España aceptó las visitas de los famosos hombres de negro, las condiciones incluidas en un documento con un nombre tan barroco como memorándum de entendimiento y una supervisión que aún no ha acabado.
Era el punto álgido de unas semanas frenéticas en las que prima de riesgo era una expresión en boca de todo el mundo y a las que no se pondría fin hasta que, mes y medio después, el presidente del BCE, Mario Draghi, no pronunció su famoso "haré lo que tenga que hacer y, créame, será suficiente".
Desde entonces, la prima de riesgo dejó de abrir telediarios y pasó de los 500 puntos básicos que registraba cuando se solicitó el rescate y hasta 650 de unas semanas después, a los 140 actuales. La bolsa también ha agradecido la relajación de la prima de riesgo y el Ibex 35 está un 35% por encima del valor de entonces.
La tranquilidad de los mercados también la nota el Tesoro, que ha logrado financiarse en mínimos históricos, tras los apuros en cada subasta de 2012. Los tipos medios de la nueva deuda lanzada ahora, del 0,7%, son una cuarta parte de lo que se exigía justo antes del rescate.
El déficit ha bajado a costa de subir impuestos
También ha contribuido a ello la rebaja del déficit público, la mayor exigencia que incluyó Europa en el famoso memorándum de entendimiento. Aunque España siga sin cumplir los objetivos marcados por Bruselas, nada tiene que ver el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) del pasado ejercicio con el 9,4% que se registró en el año 2011.
Pero este camino para reducir el déficit no ha sido un camino de rosas. Para empezar, porque la deuda no ha dejado de crecer y ha pasado del 69,5% a superar el 100% del PIB en algunos momentos de este año. Y también porque reducir el déficit ha supuesto recortes en ámbitos tan delicados como la sanidad y educación o el empleo público. Sólo ahora se están empezando a recuperar niveles de gasto previos al rescate.
Y en el lado de los ingresos, la recaudación se ha recuperado, pero a base de subir tanto IVA (2012), como IRPF (2011) y otros impuestos, como hidrocarburos, alcohol y tabaco. Sólo en 2015 el Gobierno pudo aprobar rebajas fiscales tras 23.000 millones de euros de subidas de impuestos.
El empleo crece, pero es precario
Además, entre las condiciones para obtener el rescate también estaba la flexibilización del mercado laboral, que se tradujo en una reforma laboral de efectos controvertidos. Lo cierto es que cuatro años después del rescate, hay casi un millón de parados menos de los que había entonces y los cotizantes han crecido en 700.000. Pero no lo es menos que la tasa de paro española sigue duplicando la media europea y que el empleo creado está muy lejos de los ideales de los trabajadores: temporalidad, precariedad y crecimiento imparable de la jornada parcial no deseada son algunas de las pegas que se le ponen a la reforma.
Además, Rajoy también endureció las condiciones para cobrar la prestación por desempleo a partir del sexto mes, lo que, unido al paro de larga duración, ha rebajado el gasto en prestaciones a poco más de la mitad que entonces.
Y esta mala calidad del empleo creado afecta a otra de las cuestiones que el memorándum exigió cambiar y el Gobierno aceptó hacerlo, aunque a medio plazo: las pensiones. A la espera de que se noten los efectos de la reforma, la hucha de las pensiones ha perdido más de la mitad de sus fondos y su agotamiento se da por hecho antes de que acabe la década.
600.000 españoles emigrados
También relacionado con las malas perspectivas sobre el mercado laboral está la salida de españoles buscando una oportunidad. La población española en el extranjero ha crecido en más de 600.000 personas en estos cuatro años.
Mientras todo esto pasaba, las familias y empresas lidiaban con el que era uno de sus principales retos: la deuda. El sector privado español se había endeudado más de la cuenta y desde entonces el esfuerzo ha ido a reducir los créditos. Las familias han rebajado su pasivo un 16% desde el rescate, mientras que en el caso de las empresas, el recorte ha sido del 22% en los últimos cuatro años.