
Las perspectivas de inflación siguen firmemente ancladas en línea con el objetivo del Banco Central Europeo (BCE), según asegura el organismo. Descarta una y otra vez que se vaya a registrar deflación en la Eurozona, aunque admite que vigilará al detalle su evolución. El FMI pide al BCE que recorte tipos o inyecte liquidez a la banca.
El presidente de la institución, Mario Draghi, insiste en que no hay riesgo de deflación, de caída prolongada de los precios en la Eurozona. Pero un vistazo a lo que ha ocurrido en los últimos años en Japón debe obligar al banco central a tener disponibles cuanto menos herramientas para actuar en caso de que dicha amenaza se materialice.
No en vano, en un informe de enero de 1998, el gobernador del Banco de Japón, Yasuo Matsushita, aseguraba que por aquel entonces no había ninguna razón para esperar que los precios se redujeran drásticamente y ejercieran presión deflacionaria sobre la economía. En seis meses, los precios -excluidos los alimentos-, comenzaron a caer en una tendencia que marcaría los siguientes 15 años, recuerda Bloomberg.
Economistas de Barclays, Morgan Stanley y JPMorgan Chase, que cita la agencia, muestran su preocupación por que Mario Draghi cometa el mismo error que Matsushita. Son muchas, piensan, las similitudes que existen entre la década de 1990 en Japón y la actual Eurozona. El periodo de débil expansión económica tras una serie de choques, la resistencia de los bancos a prestar o una postura de la política monetaria discutible son algunas de ellas.
"El riesgo de una japonización de la zona del euro es elevado y sigue aumentando", señala Joachim Fels, economista jefe de Morgan Stanley. Fels considera que hay una probabilidad del 35% de que los precios sigan cayendo. "Tampoco la deflación estaba en el radar de Japón", señala.
"El Banco de Japón no creía que iba a enredarse con la deflación, hasta que fue demasiado tarde", señala por su parte Kenji Yumoto, vicepresidente del Instituto Japonés de Investigación y asesor económico del gobierno a finales de 1990. "Europa tiene suerte de poder estudiar el caso de Japón", añade.
La alarma del FMI
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los pocos organismos que se atreve a lanzar la voz de alarma, calculan que la probabilidad de que se materializase una deflación en la región oscila del 15% al 20%.
Mañana jueves el Banco Central Europeo celebra su reunión mensual de tipos. En su cita de enero, Draghi planteó dos escenarios que provocarían que el BCE actuase: si se apreciase un deterioro de las perspectivas de inflación o restricciones en los mercados. Algunas firmas de análisis piensan que el BCE podría dar un paso más en la reunión de mañana.
En cambio, sólo una cuarta parte de los analistas de un sondeo que publica Bloomberg News piensa que el BCE reducirá su tasa de interés de referencia, hoy en el mínimo histórico del 0,25%.
Inflación al margen, uno de los quebraderos de cabeza del BCE es cómo lograr que el crédito fluya hacia la economía real. Draghi, ha contemplado la posibilidad de dar nuevos créditos a los bancos a largo plazo con la condición de que los presten a las empresas y los hogares de la zona del euro.
Otra opción sería la posibilidad de rebajar el interés de los depósitos. Imponer tasas negativas a fin de que los bancos tengan que pagar por el dinero que aparcan en el banco central, lo que en teoría debería animar a los bancos a dar más crédito.