China es de los países más fáciles para montar una empresa según Adrián Díaz, emprendedor español que vive en el gigante asiático desde 2006 y que, a lo largo de esos veinte años, ha descubierto como las ideas occidentales socialdemócratas no tienen nada que ver con la mentalidad de los orientales.
Al contrario de la creencia popular, tras más de dos décadas viviendo y trabajando en el gigante asiático, Díaz afirma en un reciente capítulo de 'Con P de Podcast' que "el peso del Estado en la economía china es menor que en Estados Unidos. Es el capitalismo más absoluto que hay". Y es que en China, aunque el Gobierno tiene total capacidad de control, no la ejerce porque sino "se cargarían todo el sistema".
El Ejecutivo sabe que "el 90% de los chinos ha pagado jamás un impuesto sobre la renta" y que la mayoría de, por ejemplo, los puestos de un mercadillo pagan "en B, en negro", y para "blanquearlo" ofrecen incentivos a los trabajadores, de tal modo que sean ellos mismos los que regularicen su actividad, y no al contrario.
"Al Gobierno no le interesa destruir la economía así", hace hincapié Díaz, mientras añade que la forma en la que las autoridades fomentan el consumo es rebajando impuestos. Al contrario que en Occidente, "quieren que el dinero esté en los bolsillos de los chinos" para que se lo gasten y de este modo fomentar tanto el consumo como el ahorro y la inversión. De hecho, al comparar la situación con España, Díaz destaca que en nuestro país el Estado tiene "una necesidad total de recaudar porque está en déficit permanente", de ahí que en los últimos años hayan subido los principales impuestos recaudadores, como el IRPF.
En China en cambio "el dinero está en manos de la gente y lo que hay es una inversión privada brutal". Es más, a nivel tributario también promueven el gasto limitando, por ejemplo, el IVA, según cuenta el empresario español: "Yo me fui de España con un IVA del 16% y en China estaba en el 17%. Veinte años después, en España está en el 21% y en China, en el 13%". Han pasado de estar a la par a darse la situación inversa.
Al tiempo que mueven la economía interna incitando al consumo, en China fomentan el blanqueamiento a base de incentivos, por ejemplo ofreciendo a los comerciantes que cambien del mercado a un edificio nuevo en el que pueden alquilar un local más barato, obligándoles a hacerlo de forma legal.
El salario medio en China
En este sentido, Díaz hace hincapié en las diferencias que existen también en los salarios. "Nadie paga el salario mínimo en China porque no tenemos empleados", reconoce que falta mano de obra y que hay trabajo de sobra, por lo que nadie paga los 200 - 300 euros del salario mínimo, lo más bajo que pueden llegar a pagar son 700 euros. De hecho, él mismo reconoce que en su empresa "no tengo ninguna persona que gane menos que el salario mínimo español, y nadie tiene carrera".
Para lo único que se utiliza el salario mínimo en China es porque es la base imponible y "como todo el mundo paga en negro, declaras el salario mínimo" cuando en realidad nadie lo paga, por eso cuando lo suben no se vende como un triunfo. "La gente piensa que los chinos cobran poco porque lo que miran es lo declarado, no lo que están cobrando en realidad".
Continuando con su intervención, y ligado al ámbito laboral, Díaz vuelve a destacar que "el desempleo en China es negativo y quien no quiere trabajar, es que es rico". Todo el mundo busca estar ocupado los siete días de la semana, algo que la mentalidad occidental del empresario no lograba comprender en el primer momento. Iba con la idea de dejar el fin de semana libre a sus trabajadores, pero no lo que no se esperaba es que se buscasen otro empleo para el sábado y el domingo.
"Nadie en su sano juicio en China puede entender porque un empresario, que monta una fábrica para ganar dinero, decide voluntariamente tener las máquinas paradas dos de cada siete días, es antieconómico", explica Díaz. Básicamente los posibles candidatos pensarían que no hay suficiente volumen de negocio como para trabajar todos los días, por lo que la empresa va mal y no querrían trabajar en ella.
Si algo está claro es que la mentalidad del trabajo occidental y la oriental continúan chocando hasta límites insospechados.
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