
El pasado mes de mayo se registraron 2.045.049 millones de altas de afiliación y otras 1.826.917 bajas al Régimen General, lo que equivale a una media de 97.383,29 y 86.996,05, respectivamente, por cada día laborable, según las estimaciones de la Seguridad Social. Unos datos que reflejan una volatilidad disparada del mercado laboral que no parece haberse reducido sustancialmente tras la reforma laboral. Aunque sí ha sufrido un cambio sustancial en su composición: por primera vez los asalariados indefinidos tienen más peso en la rotación que los temporales.
Desde la entrada en vigor de la norma, hace tres años, el escrutinio de la calidad de los empleos ha sido constante. El Ministerio de Trabajo y Economía Social ha convocado a un grupo de expertos, con la participación directa de sindicatos y patronal, para analizar los resultados de la legislación cuyos resultados se conocerán, previsiblemente, a final de año, pero la mayoría de los economistas y académicos que han analizado los datos tienen algo muy claro: el mercado de trabajo en España sigue determinado por una precariedad 'estructural' que trasciende las figuras contractuales y que se ha trasvasado de los temporales a los indefinidos. La prueba más clara es la volatilidad.
España está en un buen momento del ciclo económico, lidera el crecimiento del PIB en Europa y crea empleo con intensidad, cada vez más cerca de la cota de los 22 millones de afiliados, con 21,8 millones. De ellos, 17,3 millones son asalariados en el Régimen General, de los que la Tesorería General de la Seguridad Social publica datos destallados de altas y bajas, si bien solo las medias diarias están desglosadas por tipo de contrato.
Hay que recalcar que los datos de afiliación no miden personas trabajando, sino relaciones laborales que obligan a cotizar –hay aproximadamente un 4% de pluriempleados que cuentan dos veces–. Asimismo, muchos trabajadores pueden encadenar más de una alta o baja en el mismo mes, de ahí que la Tesorería utilice la media diaria. Por último, la volatilidad es tan alta que hace que la diferencia entre altas y bajas sea mínima y fluctúe enormemente cada mes.
Teniendo en cuenta todo esto, el modelo más simple es sumar la cifra de altas y bajas diarias para obtener un total aproximado de relaciones laborales afectadas cada día por la rotación del empleo.
Suman 184.379,34, de las que 90.606,71 corresponden a indefinidos (incluyendo ordinarios y fijos discontinuos), 89.382,76 a temporales (incluyendo contratos de aprendizaje) y los 4.389,86 restantes a 'otros' (un grupo de asalariados 'sin contrato' que incluye a trabajadores públicos y cargos de confianza cuyos contratos no están afectados por la norma). Si las comparamos con el mismo mes de 2019 (ya que 2020 y 2021 no se consideran referencia por la pandemia), vemos un descenso del 7% en la cifra total, si bien hay un claro incremento de las rotaciones de 346,6% entre los fijos mientras que entre los temporales ha caído un 48,9%.
Una contradicción en los datos
¿Pero esto significa que la volatilidad del empleo se ha incrementado? Para analizarlo hay dos modelos posibles. El primero se basa en calcular el porcentaje que estas altas y bajas representan sobre el saldo de asalariados por tipo de contrato. El índice general para mayo alcanza el 1,06%, frente al 1,35% del mismo mes de 2019. Sin embargo, si bajamos al niel de cada tipo de contrato vemos que sí ha aumentado para ambos: la de los indefinidos repunta de de 0,2% al 0,6% y la de los temporales del 3,8% al 4,4%.
Es decir, la volatilidad del empleo sí se ha reducido tras la reforma. Si bien la de los contratos indefinidos y temporales, por separado, ha empeorado levemente, el efecto composición --hay mayor empleo indefinido que nunca, se ha disparado del 62,3% al 78,7%-- compensa la evolución y arroja un saldo positivo.
Pero este mismo efecto composición disimula una de las consecuencias de la norma que afecta más directamente a los trabajadores que han accedido a un contrato indefinido, el peso de la volatilidad sobre el total. Este sería el segundo modelo de estudio y sus resultados son llamativos.
Así, el 49.16% de la rotación laboral (sea alta o baja de afiliación) se debe a asalariados con contrato fijo, cuando en 2019 apenas suponían el 10,2%. Y superan a los temporales, que anotan un 48,48% cuando antes alcanzaban el 87,73%. El 2,38% restante corresponde a los denominados trabajadores 'sin contrato'. Hay que tener en cuenta que en esta relación entra en juego la volatilidad,
En los primeros meses de la reforma laboral se produjeron 'picos' en los que los indefinidos superaban a los eventuales, lo que en su momento se interpretó como el ajuste de un mercado laboral tan marcado por la estacionalidad como el español a los cambios legales. Sin embargo, en el último año esta tendencia se ha consolidado, hasta el punto de que 2025 es el primer año en el que esto ocurre en mayo, lo cual apunta a una consolidación clara.
Este giro despierta numerosas preguntas. Aunque los indefinidos ya eran mayoría en el empleo antes de la reforma, su peso en la volatilidad era muy reducido, como hemos visto. Y aunque el número de asalariados indefinidos crece, su porcentaje en las altas y bajas se ha incrementado con mucha mayor intensidad. Y lo más importante: tres años después de la reforma no da muestras de reducirse, hasta el punto de que rebasa con cada vez más claridad a los temporales.
Sin embargo, como hemos visto, la tasa de rotación intrínseca, es decir, la asociada a cada figura contractual, es muy reducida entre los indefinidos (del 0,6% tras un aumento de cuatro décimas desde 2019). ¿No resultan contradictorias ambas lecturas de los datos de volatilidad.
La única respuesta a esta incógnita es que el incremento de las altas y bajas se han distribuido de manera desigual entre los indefinidos, tanto por antigüedad como por tipo de contrato. En el primer caso, parece que afecta especialmente a los nuevos trabajadores, mientras deja al margen a los que ya tenían un contrato indefinido antes de la norma. De hecho, según los datos de la EPA (Seguridad Social no lo estima), el 71,1% de los indefinidos llevan más de tres años en el mimo puesto, aunque en 2019 alcanzaban el 80,6%.
¿Hacia una nueva dualidad?
Una de las claves de este escenario es que dentro de los indefinidos se incluyen a los fijos discontinuos. Tienen una tasa de volatilidad del 5,5%, que multiplica con creces la media de los indefinidos, pero su peso se considera poco relevante porque apenas suponen un 6,2% del total de salariados y 7,9% de los contratos permanente.
Pero subestimar su impacto en la volatilidad sería un error: en mayor anotaron 54.461,71 rotaciones (28.896,81 altas y 25.564,90 bajas diarias), un 29,5% del total, cuando en mayo de 2019 apenas eran el 3,4%. Pero los indefinidos ordinarios también elevan su peso: llegan al 19,6% frente al 6,3% de hace seis años, con un peso creciente de aquellos con jornada parcial. Entre los dos suman 36.145,00 rotaciones.
Los datos apuntan a que la precariedad endémica del mercado laboral español, si bien se ha reducido tras la reforma, ha encontrado una vía de escape en una nueva dualidad dentro del grupo de los asalariados fijos, Los que acumulan mayor antigüedad no se han visto afectados por la norma en el sentido de que tampoco han cambiado de empleo. Sin embargo, los nuevos indefinidos, muchos de los cuales eran temporales, no parecen haber visto tan mejorada su estabilidad real como muchos podrían esperar de un cambio de la legislación de los contratos.
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