¿Cómo sería vivir en una nave industrial, en un antiguo taller, en un garaje, en una granja abandonada o, incluso, en una iglesia? Y es que "de las construcciones más inverosímiles pueden aparecer casas de ensueño", apunta Nacho García-Milla, profesional del sector inmobiliario con más de 20 años de experiencia en diferentes contextos del real estate.
De esto trata el llamado reciclaje inmobiliario, en la transformación de espacios urbanos e industriales en viviendas. Esta práctica, tal y como explica el experto, comenzó para dar una solución a la crisis de falta de vivienda originada raíz de la Segunda Guerra Mundial, apoyada en la posguerra cuando un gran número de compañías se vieron obligadas a cerrar y acabaron cediendo sus naves industriales a inmobiliarias para sacarlas al mercado como vivienda. Más allá de los lugares industriales, esta práctica, convertida en una tendencia, se extiende hasta nuestros días y hacia otros espacios que convertir en viviendas, que adquieren un carácter prime.
En este sentido, Edoardo Corda, CEO de Briwell Group, matiza que es importante establecer una diferenciación respecto a esta tendencia: "El reciclaje inmobiliario de EEUU y que consiste en la transformación de antiguas fábricas y almacenes en viviendas de estilo underground de barrios como Brooklyn, se encuentra lejos del comportamiento de esta tendencia en nuestro país ya que, por lo general, las antiguas fábricas y almacenes no tenían ubicaciones céntricas. Es cierto que en España y, en concreto en Madrid, se ha notado una creciente demanda por parte de compradores y empresas que buscan adquirir propiedades antiguas en barrios más tradicionales pero bien comunicados, que puedan rehabilitar completamente para darle un toque totalmente nuevo y moderno".
Y es que, aunque en nuestro país, las zonas donde más se desarrolla suelen ser en las grandes ciudades, en ubicaciones céntricas, mediante casas antiguas, garajes o locales comerciales, por lo general, también existen casos de reciclaje inmobiliario en el extrarradio, en pueblos o en el campo.
Con la consolidación del teletrabajo, "se ha registrado un incremento del interés de algunos propietarios por trasladar su vivienda al campo y convertir diferentes espacios en sus nuevos hogares. Hoy en día las zonas rurales deshabitadas están siendo un gran reclamo para este tipo de viviendas. También hay compradores que sueñan con rehabilitar edificios con historia y buscan castillos, conventos o ermitas para hacer su hogar en edificaciones cargadas de historia", señala García-Milla.
"Hay muchos edificios que han perdido ese sentir o esa utilidad con la que fueron construidos y, sin embargo, si hay mercado para la vivienda. En lugar de construir todo nuevo si nosotros actuamos sobre ese tipo de edificaciones tiene mucho sentido", apunta Carlos Garmendia, arquitecto y uno de los socios del estudio Garmendia&Cordero Arquitectos, sin embargo, el experto reconoce que es complicado readaptar los usos de algunos espacios -como los industriales- para convertirlos en vivienda por temas normativos.
Los espacios industriales tienen ventajas como techos más altos, grandes galerías o una mayor entrada de luz
Transformar un espacio industrial en una vivienda supone un gran reto, sin embargo, los expertos señalan que estos espacios cuentan con características como techos más altos, grandes galerías, una mayor entrada de luz, etc. "Todas estas características son las que podemos encontrar en diferentes edificaciones y a partir de aquí las opciones son infinitas, no solo se pueden rehabilitar antiguas fábricas, cada vez hay más clientes que nos piden diseñar el hogar de sus sueños en una antigua granja, en molinos, caballerizas, salas de conciertos o iglesias", explica García-Milla.
Algunos ejemplos
Un ejemplo es la transformación en vivienda de la Iglesia de Tas, en la localidad de Sopuerta (Vizcaya), llevada a cabo por el estudio de arquitectos Garmendia&Cordero. La conversión se realizó sobre una iglesia renacentista construida durante la segunda mitad del siglo XVI y que sufrió una importante remodelación en términos neoclásicos a finales del siglo XVIII, aumentando su altura y añadiendo, entre otras cosas, un campanario y un abrevadero. En el momento en el que se plantea la actuación de los arquitectos, la cubierta del edificio estaba desplomada en su propio interior.
Este estudio también ha llevado a cabo la transformación de oficinas en viviendas en la ciudad de Bilbao. En uno de estos espacios se encontraron ventajas que decidieron remarcar en la conversión, como una gran superficie acristalada, más de tres metros de altura y una estructura de pilares y vigas de hormigón con forjados construidos mediante losa del mismo material.