
Una playa paradisíaca a menos de una hora de Madrid. Alovera Beach está cada vez más cerca de convertirse en una realidad. Se trata de un proyecto promovido en su momento por el Grupo Rayet y que se desarrollará con tecnología puntera de Crystal Lagoons, una empresa especializada en instalar playas artificiales en los lugares más recónditos del mundo.
Concretamente, la playa de Alovera, en Guadalajara, está llamada a convertirse en la playa artificial urbana y de acceso público más grande de Europa. Un desarrollo que requiere de una inversión de más de 15 millones de euros y que lleva encallado más de siete años.
Sin embargo, el Ayuntamiento de Alovera está ahora trabajando para acelerar en su tramitación y que las obras puedan arrancar en los próximos meses, lo que supondrá una importante revalorización para la zona residencial cercana al proyecto.
A la espera de que se lance una nueva licitación del proyecto, la propuesta inicial presentada por Rayet comprendía un complejo de 25.000 m2 de extensión con una laguna de aguas cristalinas y unos 15.000 m2 de playa de arena blanca.
El proyecto se ubica en unos terrenos dotacionales de 105.000 metros cuadrados propiedad del Ayuntamiento de Alovera y que actualmente están siendo foco de vertido de residuos.
Una vez concluido, el proyecto contaría además de con una laguna artificial y la playa, con equipamiento deportivo y de entretenimiento, torres de toboganes y piscinas infantiles, escuela de vela y deportes náuticos ( kayak, vela y paddle surf, entre otros). También se proyectaron servicios de restauración (con un establecimiento con vistas a la playa) con capacidad para 1.000 personas. Además se planteaba una gran bolsa de aparcamiento con más de 1000 plazas.
Alovera Beach no será el primer proyecto que Crystal Lagoons implanta en España. Concretamente, la empresa logró resucitar un proyecto residencial víctima de la crisis inmobiliaria del 2008 en el municipio malagueño de Casares. Se trata de un desarrollo residencial, que ha sido rebautizó como Alcazaba Lagoons. Este complejo contaba con 100 viviendas pero llevaba desde 2008 sin lograr comercializaciones.
En 2016 sus promotores decidieron instalar una laguna cristalina de 1,4 hectáreas que permite la práctica de deportes náuticos sin motor (paddle surf, piragüismo, vela, kitesurf o windsurf). El cambio en el ritmo de ventas fue radical, ya que la velocidad se incrementó un 250% y en tres meses lograron vender el 60% de la promoción.
El secreto de las lagunas color turquesa
Crystal Lagoons, de origen chileno y fundada por el científico Fernando Fischmann, ha desarrollado y patentado una tecnología única en el mundo que permite instalar lagunas en cualquier ubicación a un coste razonable. Pero para llegar hasta aquí Crystal Lagoons ha tenido que invertir mucho tiempo en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. Una carrera de fondo que se inició en Chile, cuando su primera laguna situada en la urbanización de San Alfonso del Mar (Algarrobo) cambió el color turquesa que ahora les caracteriza por un tono verdoso y turbio tras varios días de uso.
Fischmann se puso a trabajar para encontrar la fórmula que le permitiera mantener limpia una enorme cantidad de agua a un precio asequible y fue entonces cuando logró diseñar un producto de éxito.
Que ese primer fracaso se repita es ahora impensable, ya que el grupo ha patentado un sistema de filtrado de las aguas por ultrasonidos que, además de eficaz, es respetuoso con el medio ambiente, ya que consume solo el 2 % de la energía necesaria para la utilización de sistemas de filtración convencionales.
Tras varios años de trabajo, Fischmann, logró dar con la clave y desarrolló la tecnología y el concepto de Crystal Lagoons, que ahora está patentada en 160 países y que permite la construcción y mantenimiento de cuerpos de agua en estado cristalino de tamaños ilimitados a bajo coste.

Concretamente, el coste de construcción de una laguna por hectárea se sitúa de media en unos 450.000 euros, una inversión que por lo general suele rentabilizarse rápidamente en los proyectos residenciales, ya que su instalación implica una aceleración de las ventas, lo que genera una inevitable presión sobre los precios.
¿Gran consumo de agua?
El secreto de éxito de este producto es que puede instalarse en casi cualquier sitio, por lo que la máxima de la ubicación, tan relevante en el sector inmobiliario, pierde sentido. Además, puede utilizarse cualquier tipo de fuente de agua, ya sea de mar, subterránea, dulce o salobre, dependiendo de su disponibilidad.
Las lagunas funcionan con un circuito de agua cerrado, por lo que solo tienen que llenarse una vez y eso mismo conlleva un consumo muy bajo de agua. Lo único que hay que hacer es compensar el agua que se pierde por evaporación. De hecho, la compañía asegura que en los países con lluvias abundantes, ni siquiera es necesario realizar esta compensación. Gracias a este sistema, "nuestras lagunas consumen un 50% del agua necesaria para un parque de la misma superficie y hasta 30 veces menos que un campo de golf", destaca la empresa.
Además, utiliza hasta 100 veces menos químicos que tratamientos convencionales de piscinas o de agua potable y consume 50 veces menos energía que una piscina convencional.
Para desarrollar cada proyecto, Crystal Lagoons vende la licencia de su tecnología al promotor y también le dan el soporte de ingeniería, además del mantenimiento, que se realiza de forma remota, explica el directivo. Esto último es precisamente uno de los secretos de su éxito, pues han logrado reducir enormemente los costes de las lagunas gracias a este sistema de mantenimiento tan barato.
La compañía instala un sistema de sensores que se controlan a través de Internet desde sus oficinas en Santiago de Chile. Desde allí unas ocho personas vigilan los datos monitorizados de las lagunas repartidas por todo el mundo y si surge algún problema pueden actuar también en la distancia, aplicando de forma remota el tratamiento adecuado, lo que ellos llaman pulsos de desinfección.
Otra de las claves para que su coste no sea desorbitado es el proceso de construcción. Lo primero es la excavación. Posteriormente se construye un muro perimetral de hormigón, donde también se instalarán todos los sistemas de filtrado y control de las aguas. Sin embargo, el fondo de la laguna no se cubre con hormigón, si no con una geomembrana especial que una empresa norteamericana fabrica únicamente para esta compañía.
Esta geomembrana, que es resistente a los rayos UV y cuenta con un grosor y elasticidad específica, les permite reducir enormemente los costes. Además, en ella reside el secreto del color turquesa que tienen todas sus lagunas. La membrana es blanca y combinada con una profundidad de 2,45 metros logrará que te sientas en un auténtico paraje caribeño.