Vivienda - Inmobiliario

Esta es la fianza que recuperarás si tu piso de alquiler tiene desperfectos por desgaste

Antiguo edificio residencial con balcones de hierro en el centro de Madrid. / Foto: iStock

La fianza es uno de los factores clave a la hora de alquilar una vivienda. De hecho, se encuentra regulada en el artículo 36 de la Ley 29/1994, de 24 de noviembre, de Arrendamientos Urbanos, donde se indica la obligatoriedad de entregar una fianza en metálico al casero, equivalente a una mensualidad de renta o equivalente a dos rentas en caso de que el alquiler sea para uso distinto a la vivienda.

De este modo, una vez finalizado el contrato de arrendamiento, cuando el inquilino abandona la casa, este debe exigir que el arrendador le devuelva esa fianza, aunque hay casos en los que el propietario se puede negar a devolverlo por diversos motivos.

Por ejemplo, un caso muy común es que el arrendador revise la vivienda que abandona el inquilino para comprobar si hay algún desperfecto o se ha estropeado algo durante su estancia en la casa. En estas situaciones, el arrendador se puede negar a devolver la fianza, pero hay excepciones. ¿Qué pasa con las reparaciones por desgaste?

Fianza y reparaciones por desgaste

En caso de que el arrendador encuentre algún desperfecto en la vivienda y se niegue a devolver la fianza, el inquilino debe conocer una serie de derechos, sobre todo, en lo que tiene que ver con las reparaciones de desperfectos por desgaste.

"Las pequeñas reparaciones que exija el desgaste por el uso ordinario de la vivienda serán de cargo del arrendatario", indica la mencionada ley en su artículo 21, por lo que las reparaciones de este tipo que tenga que hacer el propietario no pueden suponer un motivo para no devolver la fianza, ya que corren de su bolsillo.

De este modo, el arrendador deberá pasar al inquilino todos los recibos de las reparaciones que haya hecho en el piso tras su estancia en él y deberá devolver la parte correspondiente a la fianza, descontando solo aquellas reparaciones que no sean por desgaste de uso habitual de la vivienda.

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