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Bienvenidos a la nueva era de las ciudades inteligentes

Ciudad inteligente | iStock

La estrategia para consolidar la gestión digital de la ciudad y el territorio se fundamenta en acciones multiescalares de carácter transversal que ponen a las personas en el centro, tal y como recoge el informe Ciudad y territorio digital del observatorio 2030, del Colegio Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). El hábitat de la sociedad en nuestra era digital se concreta en un mundo cada vez más urbano, marcado por la necesaria transición hacia nuevos paradigmas climáticos, energéticos y ecológicos que comparten el objetivo de la digitalización para lograr así la mejora de los recursos y de la calidad de vida de los ciudadanos.

Este hábitat urbano es una realidad que se manifiesta a distintas escalas, con la ciudad como elemento central y el territorio como objetivo ampliado. Todas estas escalas del hábitat se corresponden con realidades diversas, pero comparten el objetivo de la digitalización para lograr la optimización de los recursos y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. A su vez, estos objetivos implican transformaciones de calado basadas en aplicar la innovación tecnológica a ámbitos como la energía o la movilidad, como reducir de manera prioritaria las desigualdades sociales de las urbes. Hay dos aspectos principales que destaca este informe:

1. Servicios públicos. Mejora de la calidad y eficiencia de los servicios públicos mediante la implementación de plataformas de ciudades inteligentes (Smart cities), gemelos digitales urbanos, sistemas de gestión de residuos inteligentes, uso de sensores para la calidad del aire y el agua y la implementación de sistemas digitales en los servicios públicos.

2. Participación ciudadana. La digitalización puede mejorar la participación ciudadana en lo referido a planificación y gestión de las ciudades mediante el uso de redes sociales y herramientas digitales que den acceso a la ciudadanía en la participación de la toma de decisiones.

Las ciudades inteligentes son la vía directa hacia la optimización de los recursos y la mejora de ahorro energético de las ciudades. El objetivo no sólo debe centrarse en una disminución del consumo, sino también en la descarbonización del entorno construido. La estrategia a seguir no consistiría en que la ciudad resuelva los problemas de contaminación, sino en que los evite. Para ello, es necesario diseñar modelos predictivos y generar, en consecuencia, políticas públicas preventivas.

La tecnología se ha convertido en una cuestión transversal a distintos niveles. Por tanto, hay que combinar todas las variables que implica para conseguir un efecto más eficiente de su uso aplicado. A pesar de los últimos y continuados avances, la tecnología cuenta aún con recorrido para optimizarse y abaratarse.

¿Por qué todavía no lo hemos logrado? A día de hoy, las ayudas se centran sobre todo en la disminución del consumo energético, lo que deja fuera el otro factor prioritario: la descarbonización de la energía consumida. La digitalización de los servicios de instalaciones a nivel residencial depende aún de la gestión que haga el usuario, por lo que no existe un proyecto de abordaje conjunto.

Actualmente, no existe una estandarización de la información generada; los importantes esfuerzos que se dedican a sintetizarla conllevan un tiempo y una energía que podrían dedicarse a hacer útil esa misma información. La normativa de captación de datos es todavía inexistente o muy dispersa. Debería definirse con mayor precisión para obtener los datos adecuados. No existe una normativa clara que defina lo que debe o no digitalizarse, ni límites al consumo de energía en función de determinados parámetros. Como se trata de un aspecto que no se exige, tampoco se implementa.

¿Qué debemos hacer para cambiar el paradigma actual? El volumen de la movilidad y del transporte en sí no debe ser un problema para la mejora de la calidad del tipo de desplazamientos, con especial hincapié en que las posibilidades no queden limitadas por las capacidades económicas de cada ciudadano. Trabajar en un modelo eficaz de herramientas de movilidad para la homogeneización de todos los transportes, que sea práctico y útil y útiles para gestionar la ciudad y posibilite la elección de distintas opciones desde la misma plataforma, y que permita combinar e integrar transporte público y privado en función de diversos parámetros. Generar información de valor a partir de la elección del medio y la ruta de transporte más eficiente según las prioridades del usuario, tanto en lo referido a bici como autobús o coches, motos o patinetes de alquiler de uso compartido.

El gran reto al que nos enfrentamos consiste en pasar de un sistema dependiente de la cadena de suministro a uno sistémico basado en la cadena de valor. Para conseguirlo, debe crearse un nuevo ecosistema digital del que todos formemos parte, desde el productor de materiales hasta el profesional de la construcción. En un futuro inmediato, la digitalización de las industrias de la arquitectura y la construcción deberá detectar errores y desviaciones a tener en cuenta antes de la aplicación de los sistemas BIM.

La necesidad de la adecuación digital responden a procesos abiertos en el sector de la construcción que interactúen sin limitaciones con los de la industrialización, puesta en obra y transporte, entre otros. La administración debe compartir los recursos para facilitar su acceso e incluirse en este proceso digital para lograr una gestión más eficiente y promotora de la apertura tecnológica.

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