Viaje del mes

Costa Dálmata, vacaciones a precio razonable

Trogir

Quizá me adelante, pero con los efectos del cambio climático es posible que el verano también se adelante. Así que, por ejemplo ¿por qué no vamos pensando en pasar la Semana Santa en las playas de la Costa Dálmata?, el estandarte más turístico de Croacia.

Podemos empezar por Sibenik, una de las ciudades más bellas de la costa croata de Dalmacia, con un casco medieval en perfecto estado de visita, que tiene un magnífico paseo marítimo para hacer compras y tomar café (por allí todo el mundo toma mucho café) y además tiene el mejor restaurante del país: el Pelegrini (www.pelegrini.hr). En definitiva: un lugar para no perderse y pasar el día (o más de un día). Y aunque quizá el restaurante reseñado se salga un poco del título de esta breve información, merece la pena cenar allí para comprobar por qué es el responsable de subir el listón culinario de Croacia. En vacaciones siempre tenemos que contar con algún extra, y este se lo merece.

Muy cerca de Sibenik se encuentra una inmejorable opción de 'sol y playa'. Se trata del complejo vacacional llamado Solaris (www.solaris.hr). Solaris es un 'todo incluido' con todas las prestaciones típicas de los mega resorts: restaurantes temáticos, club náutico, áreas wellness y piscinas. En definitiva: ocio y relax; pero que hemos tomado como la base de operaciones desde donde realizaremos las excursiones, práctica habitual cuando nos encontramos de recreo en una zona de playa que no conocemos y a la que hemos ido (además de a rascar barriga) a hacer turismo cultural.

La segunda visita será Split, que es, sin ninguna duda, la ciudad que más sobresale históricamente de toda la región, porque ese fue el lugar escogido por el emperador romano Diocleciano (245-313 d.C.) para erigir su palacio. El recinto ocupa gran parte de la ciudad y su visita ocupará también gran parte de nuestro tiempo... aunque no es imprescindible verlo todo, en parte porque no nos dará tiempo, y en parte porque sus callejones y patios están habitados (desde siglos) por lugareños que tienen intramuros sus tiendas de artesanía; y bares, restaurantes y cafés. Es decir: que 'viven en palacio'. Lo más aconsejable es perderse por sus callejones. No nos perderemos porque carteles orientativos nos facilitarán la orientación y la salida. A la vuelta de alguna esquina, grupos de 'klapa', canto a capella tradicional dálmata, nos sorprenderán gratamente con sus cánticos. Recomendable también, para disfrutar del recinto, llevar ya sabida desde casa la vida y milagros de Diocleciano, célebre -entre otras muchas extravagancias-, por creerse que era Júpiter reencarnado en la Tierra y otras teorías caprichosas propias de gobernantes megalómanos.

Otro día podemos ir a Trogir, asentada sobre una isla y unida a tierra a por un puente. Solo le faltan los canales para que se parezca más a Venecia. Pasear por sus tortuosas calles y asomarse a un patio interior se convierte en todo un descubrimiento. Su tesoro es la catedral de San Lorenzo (siglo XIII). Tiene un pórtico digno de foto por sus peculiares esculturas de angelitos sexuados, imágenes de Adán y Eva con ombligo, estatuas de bárbaros haciendo groserías con sus partes pudendas y un relieve con la figura de una prostituta descuartizada por monstruosos seres marinos... Todo ello protegido por un par de leonas con melena esculpidas en piedra dorada. De visita y selfie ineludible.


Como todos estos lugares están muy cerca unos de otros, otra excursión de medio día puede ser a Omis, un pueblecito pesquero donde se han rodado películas de indios y de piratas en su impresionante desfiladero rocoso frente al mar. Allí se va a degustar una peculiaridad gastronómica de productos (de mar o montaña) asados a la peka con resultados gloriosos, es decir: en horno a fuego lento bajo una tapa metálica abovedada. Varios restaurantes, junto al río Cetina, ofrecen también otras originalidades comestibles, como sus gigantescas ranas fritas. Al final de la comida, no puede faltar un café bien cargado y una rakija, el aguardiente dálmata a base de algarroba.

Frente a todos estos lugares de la escarpada costa de Dalmacia, a modo de motas negras, que recuerdan el pelaje de los famosos perros dálmatas (originarios, por cierto, de esta región), se encuentra un rosario de islas. Algunas grandes, como Brac, Hvar o Vis, y otras muy pequeñas y deshabitadas donde se esconden los yates de los turistas con dinero infinito.

Pero volvamos a la playa de Solaris... que con tanta visita no vamos a tener tiempo ni de tomar el sol a pierna suelta.

Cómo ir:
Hay tres aeropuertos internacionales en la Costa Dálmata: Dubrovnik, Split y Zadar.

Norwegian Air dispone de vuelos directos 3 veces por semana desde Madrid a Dubrovnik en abril. Desde Barcelona Vueling tiene vuelos directos a Dubrovnik y a Split para las fechas de Semana Santa.

También se puede volar a Croacia haciendo escala en alguna ciudad europea.

Más información en:
www.visitacroaciablog.es/info-croacia/vuelos-croacia/;
info@visitacroacia.es