
Sandra Gómez (Valencia, 1985) es, desde septiembre de 2016, primera teniente de alcalde de Valencia y coordinadora general del Área de Desarrollo Económico Sostenible, con competencias sobre formación y empleo, comercio, turismo, emprendimiento, mayores y agricultura y huerta. (Puede leer otras noticias, reportajes y análisis en elEconomista Comunitat Valenciana).
Licenciada en Derecho, en ADE y en Criminología por la Universitat de València (UV), ejerció como abogada en varios despachos privados, labor que compaginó con su compromiso político. A los 18 años se afilió al PSPV y ha sido responsable de las Juventudes Socialistas del País Valenciano. Su nombre suena cada vez más fuerte como candidata a la alcaldía de Valencia, algo que afirma que "decidirá en su momento". Mientras, lidera nuevas estrategias turísticas y empresariales, con el objetivo de atraer inversiones, crear empleo y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
El Plan Estratégico de Turismo 2017-2020 de Valencia fue aprobado por unanimidad por todos los partidos. ¿Cómo se ha logrado este acuerdo?
Uno de los puntos clave es que hemos introducido un cambio radical en la gestión de la política turística y en la forma de promocionar la imagen de la ciudad entre los potenciales visitantes. En el primer caso, hemos abordado una transformación de la Fundación Turismo Valencia, que, por primera vez, se constituye como un verdadero ente participativo, con implicación directa de empresas y agentes del sector en la definición de la visión y objetivos y las decisiones estratégicas. Se trata de un modelo de cogestión que es el ejemplo más evidente de cooperación público-privada en el Ayuntamiento de Valencia. Asimismo, trabajamos de forma coordinada con el resto de Administraciones -Generalitat y Diputación-, para caminar en la misma dirección. Antes funcionaban como reinos de taifas. Además, se ha avanzado en transparencia, garantizando que Turismo Valencia sirva a sus objetivos fundacionales de promoción de la ciudad y cumpla de forma rigurosa con la normativa de contratación pública, tanto ahora como en el futuro, evitando las situaciones del pasado en las que se ha utilizado para otros fines; que no haya más amiguismos y, mucho menos, que se utilice para financiar campañas de partidos políticos. En cuanto a la imagen, antes se centraba en Valencia en general y en los grandes eventos. Hemos apostado por una segmentación, por oferta, mercados y perfiles de visitante. Se han abierto varias líneas: turismo de negocios, reuniones y eventos -uno de los de mayor gasto y más rentables-; gastronómico; cultural; natural; deportivo... Se trata de potenciar Valencia por aquello que nos diferencia y constituye su esencia.
La ciudad está logrando cifras récord de visitantes y el plan estratégico contempla llegar a 5,3 millones de pernoctaciones al año, 3,5 millones de llegadas al aeropuerto y el incremento del gasto medio diario del turista un 15 por ciento. Algunos grupos -como Ciudadanos- creen que se prima la cantidad sobre la calidad. ¿Qué respondería?
A día de hoy, hemos logrado registros que superan los datos de los años de los grandes eventos y la Copa América de vela. Aún así, hay margen de crecimiento, porque estamos muy alejados en número de visitantes de otras ciudades españolas. No lo estaremos haciendo tan mal cuando los hoteles han registrado subidas medias del 7,3 por ciento en precio por habitación -acumulado hasta julio- y del 10,7 por ciento en el RevPar -ingreso por habitación disponible-. El objetivo principal es que Valencia sea conocida y reconocible internacionalmente como destino urbano del Mediterráneo, siempre sobre la base de la sostenibilidad y la rentabilidad, para que siga siendo atractiva. Evitar que se convierta en un parque temático para turistas. Para ello, es básica la desestacionalización. Valencia es atractiva los 365 días del año y con esta filosofía se alinea la estrategia de segmentación por productos. Otra línea de trabajo clave es garantizar la conectividad. Estamos negociando con las líneas aéreas para que las rutas se mantengan todo el año. Hemos logrado más estabilidad, con un incremento del número de turistas durante todos los meses. No se puede hablar de turismo de masas, ni siquiera en el centro. Valencia es atractiva en muchos puntos, no como otras ciudades, lo que le permite absorber mejor el flujo de visitantes.
¿Existe 'turismofobia' en Valencia?
Parece que ha habido un interés por extender a todas las ciudades los problemas del turismo que afectan concretamente a algunos destinos -como Barcelona-. Ha sido una culebra de verano que se ha hecho gorda, pero que no responde a la realidad de ciudades como la nuestra. Es lógico que en barrios con más visitas, pueda surgir algún problema puntual, pero hemos realizado encuestas entre los vecinos y el 80 por ciento considera el turismo como un sector económico a fomentar. Valencia tiene una sociedad abierta y acogedora y la Administración tiene que trabajar para que siga así. Esto pasa por regular determinados fenómenos, como el de los apartamentos turísticos.
El censo de apartamentos turísticos del consistorio recoge unos 4.700, pero el sector advierte que puede haber más de 5.000 no registrados. ¿Cuáles son las principales propuestas del Ayuntamiento de Valencia respecto a los apartamentos turísticos y la oferta no reglada?
Estamos trabajando directamente con las plataformas que recogen este tipo de alojamientos para aplicar medidas que regulen la oferta en la ciudad y que esté reglada. Además, planteamos medidas como limitar el número de apartamentos por barrios, el número de días que se puede arrendar este tipo de alojamiento, a 60 días, o imponer una tasa municipal sobre ocupación. Las plazas ilegales generan tanto problemas de convivencia como de contribución, porque las legales tributan y pagan Seguridad Social, y, frente a ello, existe una burbuja negra, un espacio difuso, en el que cualquiera puede sacar dinero de un piso y no pagar ni un duro. Es un fenómeno que debería regular el Gobierno, puesto que entra en la legislación civil, pero como no hace nada, las Administraciones locales tenemos que actuar. Esto genera inseguridad jurídica y situaciones como las que se han producido en Galicia y Castilla y León, con pronunciamientos contra su regulación por la Comisión de la Competencia (CNMC), por lo que exigimos al Gobierno que actué.
¿Puede ocurrir lo mismo en Valencia que en estas dos regiones?
Los Ayuntamientos no tenemos potestad legislativa. Por ello, en Valencia estamos negociando acuerdos bilaterales con las plataformas; entendemos que primará la voluntad de las partes y, si se comprometen a asumir una serie de obligaciones, no se pueden cuestionar. Si se llega a un punto en el que no hay posibilidad de acuerdo, tenemos nuestras herramientas, con normas urbanísticas y control riguroso de los cuerpos de seguridad. Los Ayuntamientos hemos solicitado que en la futura Ley de Turismo, Ocio y Hospitalidad de la Comunitat Valenciana se nos dé competencias sancionadoras para controlar los alojamientos turísticos ilegales, a través de la Policía Local. A día de hoy, actúa previa denuncia.
Las Corts han puesto sobre la mesa el desarrollo de una tasa turística, a la que el sector se opone. ¿Cuál es la postura del Ayuntamiento?
La posición del Consell me parece coherente y la suscribo, siempre que no se imponga desde la Generalitat como impuesto autonómico, sino que se deje a las Administraciones locales la decisión de implantarla o no y cómo hacerlo, y que se haga de forma consensuada con el sector. Además, debería de ser un impuesto finalista, de manera que lo que se recaude se invierta en políticas turísticas. No creo que una tasa de estas características desincentive el turismo, como ha planteado Podemos; hablamos de cifras muy reducidas -la más alta es la de Roma, de 4 euros- y en otras ciudades están funcionando sin impacto en visitantes. Es una opción interesante que está encima de la mesa y tendremos que valorar.
El crecimiento sostenido en turismo ha propiciado una proliferación de proyectos hoteleros. ¿Existe el riesgo de una sobreoferta de plazas?
Entendemos que los proyectos actualmente en trámite tienen cabida en la ciudad, hay capacidad de absorción. Algunos están situados en zonas como la Marina, donde la oferta es escasa. En aquellas más saturadas, como el centro histórico, nos estamos planteando una zonificación, con límites de plazas de hoteles y apartamentos, sobre todo para proteger Ciutat Vella como barrio residencial y, con ello, al turismo. Si prevaleciese el alojamiento vacacional y los comercios y servicios orientados a este consumidor, perdería el atractivo para los visitantes, que buscan experiencias reales.
Existe un creciente protagonismo de fondos e inversores extranjeros en proyectos de desarrollo en la ciudad. ¿Cómo se está gestionando?
Es evidente que arrastramos una hipoteca reputacional, pero la gente ya sabe que las cosas han cambiado y que Valencia es una ciudad abierta, atractiva y conectada. Cada vez hay más inversores extranjeros interesados en la ciudad, que ofrece seguridad jurídica y sin caminos B, para llevar a cabo proyectos que generen valor añadido en términos de empleo y calidad de vida. Por ejemplo, hay dos empresas interesadas en construir el hotel de la Marina, que tiene cabida por impacto económico y en empleo, tanto directo -se plantean unos 600 puestos de trabajo- como indirecto. No podemos dejar pasar este tipo de oportunidades para la ciudad. Hemos encargado un estudio de diagnóstico sobre el estado real del suelo industrial en la ciudad y su potencial de atracción de inversión. Otra de las líneas es que Valencia se consolide como un hub potente de emprendimiento, centrado en La Marina. Además de los proyectos ya instalados -como Lanzadera o Innsomnia-, la Estación Marítima será un centro de emprendedores -gestionado por Cirkuit Planet- y el edificio Alinghi se rehabilitará para convertirse en sede de VitEmprende -iniciativa dependiente del Ayuntamiento de Valencia-. Consolidar un espacio de referencia facilita la inversión y las sinergias entre proyectos y las startups contribuyen a crear empleo de calidad.
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