Comunidad Valenciana

La industria cerámica invierte para ganar capacidad y productividad

  • Las firmas abordan la modernización de instalaciones y sistemas
Un operario de Porcelanosa trabajando una pieza de cerámica. Imagen de Guillermo Lucas

El sector cerámico español cerró 2016 con una facturación de 3.316 millones de euros, un 7% más que en 2015, encadenando su sexto año con crecimientos, que demuestran el éxito en la revisión de los modelos de organización, producción y distribución que el sector ha abordado en los últimos años. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Comunitat Valenciana

Según datos provisionales de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (Ascer), la exportación marcó récord, con 2.570 millones, un 4,8% más, y ventas a 191 países, mientras el mercado nacional creció un 16%, hasta 746 millones. En este contexto, las empresas han reforzado sus inversiones productivas y, en 2016, crearon más de 500 empleos.

El volumen de producción total del sector alcanzó los 492 millones de metros cuadrados -un 11,8% más-, rozando los niveles previos a la crisis económica -en el año 2008, fueron 495 millones-. España se consolida como primer productor de la Unión Europea y segundo exportador mundial, tras China. El posicionamiento internacional pasa por seguir trabajando en la innovación, no sólo en tecnología, fácilmente replicable, sino en ámbitos de más valor añadido, como el diseño, la diferenciación de producto y la distribución. Y todo ello con la mira puesta en los grandes retos del sector: la mejora de la productividad y de la rentabilidad. El precio medio por metro cuadrado, de 6,5 euros, sigue más cerca del low cost de China que del principal competidor europeo, Italia, que ronda los 13 euros por metro.

Isidro Zarzoso, presidente de Ascer, explica que las inversiones productivas tienen dos líneas: la ampliación de capacidad, para dar respuesta al crecimiento de demanda, y la mejora en sistemas, tecnologías y procesos productivos, para incrementar el rendimiento y la competitividad y ampliar oferta, con productos novedosos que se distingan en calidad, diseño y prestaciones.

Desde el punto de vista de los sistemas de producción, se apuntan dos movimientos clave: la transformación que implica la industria 4.0, con tecnologías y sistemas de digitalización de procesos, métodos de trabajo y relaciones con clientes y proveedores, y la llegada de los grandes formatos, gracias a la tecnología de producción en continuo.

Las piezas de tres metros de largo por un metro de ancho abren la diversificación de usos -por ejemplo, para revestimiento en fachadas o para encimeras de cocina-, además de reducir peso -son piezas menos gruesas-, lo que facilita la logísticas y abarata el transporte.

Una de pioneras es Grespania, que ha invertido 25 millones en la tecnología y una planta para laminado porcelánico de gran tamaño, con la marca Coverlam. Prevé fabricar 1,5 millones de metros cuadrados al año, que se sumarán a los 10 millones de metros actuales. También Baldocer tiene un proyecto de ampliación para introducir la tecnología para fabricar megapiezas.

Halcón Cerámica incorporó, en diciembre de 2015, una nueva planta, con 70.000 metros cuadrados, equipada con sistemas de tecnología digital y seis hornos. Este centro, al que destinó una inversión de 11 millones, le ha permitido duplicar su capacidad productiva, hasta 110.000 metros cuadrados al día. Mientras, Colorker amplió sus instalaciones en 2016 y está inmersa en un proceso de digitalización basado en la industria 4.0, y Cerámicas Fanal ha anunciado que incrementará su centro de producción.

Continúa la concentración

En los últimos meses, el sector cerámico español ha seguido dando pasos en su proceso de concentración. Los fabricantes nacionales han asumido un papel cada vez más activo, compartiendo protagonismo con los grandes inversores institucionales. Entre los ejemplos, en los dos últimos años, están la compra por Stylnul de la planta de Alaplana-Real Cerámica; por Halcón Cerámica, de las de Garogres y Ceraworld, y por Grespania del 75% que no controlaba en Nuevos Productos Cerámicos (NPC).

Pero, sin duda, es Pamesa la principal protagonista. El grupo de Fernando Roig compró Navarti, en 2014, y TAU Cerámica y la antigua planta de Cerámicas Gaya, en 2016, y ha invertido en capacidad. Ha triplicado su capacidad productiva desde el inicio de la crisis y, en los dos últimos años, ha saltado desde el número 11 del ranking mundial de productores al 8. Pamesa tiene en funcionamiento los 4 hornos de TAU -dos estaban parados antes de la compra- y ultima la instalación de otros 3, que estarán operativos en los próximos meses. La inversión ha sido de 20 millones y elevará la capacidad de producción en 40.000 metros cuadrados diarios.

Porcelanosa ha apostado por el crecimiento orgánico, tanto en producción como en distribución, y ha construido un grupo muy diversificado que ha superado la crisis sin grandes impactos. Está inmersa en un plan de modernización y ampliación de sus instalaciones productivas, por fases, para mantener su actividad. Ha anunciado una inversión de 50 millones este año. Entre otras medidas, ampliará su planta de revestimientos, hasta 8,2 millones de metros cuadrados de capacidad de producción anual, un 25% más. A ello, sumará nuevas naves para servicios auxiliares, con 12.000 metros cuadrados, y su filial Venis ha construido un túnel de 350 metros para transporte de materiales. Además, sigue ampliando su red de tiendas propias.

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