
Francesc Colomer (Castellón, 1966), asumió, el pasado mes de julio, la dirección de la política turística de la Generalitat Valenciana, como secretario autonómico de Turismo y presidente de la Agència Valenciana del Turisme (AVT), renunciando, para ello, a la presidencia de Les Corts Valencianes, que ocupó durante tres semanas. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Valencia, la trayectoria política de Colomer ha estado siempre ligada a este sector: fue tres veces alcalde de Benicàssim (Castellón) y portavoz de turismo en Les Corts. Afronta su cargo con el objetivo de "repensar" el modelo turístico, para ganar en competitividad y rentabilidad, y luchar contra la economía sumergida. "Es una cuestión de entender la economía y el turismo de una forma correcta", afirma. (Más información en la revista elEconomista Comunitat Valenciana)
El 2015 ha sido un año de cifras récord para el turismo en la Comunidad Valenciana. ¿Cuál es el balance y hacia dónde camina el sector?
El sector ha logrado unos resultados muy positivos en 2015. La época de crisis nos ha dado visibilidad como primera industria de la región, que ha funcionado bien incluso en los peores momentos, por su capacidad para reinventarse. Estamos en un momento bueno para repensar muchas cosas. Tenemos que ser conscientes de que una parte significativa de ese éxito corresponde a la desgracia de otros -los países del Mediterráneo Oriental-. También nos han beneficiado el bajo precio del petróleo y los tipos de cambio. El tejido empresarial tiene una conciencia clara de que no hay que dormirse. Vemos muchas ganas de innovar, avanzar y mejorar. El objetivo es definir un modelo turístico en el que la diferenciación, la singularidad y la originalidad sean la base. Olvidarnos de los grandes eventos, buscando la trasversalidad y complementariedad entre litoral e interior. Se trata de identificar y articular todos los recursos, activos y valores turísticos de la totalidad del territorio valenciano en base a experiencias turísticas. Articular un ecosistema inteligente. Para que esta estrategia funcione, tenemos que empezar por mejorar la gobernanza colaborativa. La apuesta de la Generalitat se refleja en el presupuesto para turismo, que ha crecido un 20 por ciento este año. Es tiempo de alianzas entre lo público y lo privado.
A pesar del crecimiento, la rentabilidad es la asignatura pendiente.
Así es. Uno de los aspectos básicos a trabajar es la rentabilidad de los negocios, donde aún tenemos que mejorar mucho. La rentabilidad pasa por complementar el trabajo de innovación y cualificación de la oferta y el capital humano, con la gestión de la demanda. La Comunidad Valenciana tiene que competir en calidad y en valor añadido, y no en precio. Podríamos elevar precios y, aún así, mantendríamos un equilibrio calidad-precio mejor que muchos otros destinos. Tenemos que escoger mejor el target de cliente que nos interesa, en función de su capacidad económica. Para ello, vamos a reforzar la presencia en ferias especializadas.
Estamos en un momento en el que necesitamos visionarios. El sector ha experimentado un cambio y está motivado para afrontar esos retos y crear esa nueva cultura, sobre la base del inconformismo y la innovación, para seguir siendo competitivos. No rendirse nunca, porque, cuando te has aprendido las respuestas, ya han cambiado las preguntas. Un sector como la hotelería ha demostrado su capacidad de reinventarse en temas que van desde la gestión hasta la accesibilidad, la eficiencia energética... Hay que seguir ese camino.
La AVT está luchando contra los alojamientos ilegales, lo que se ha traducido en inspecciones y la apertura de 24 expedientes a 8 plataformas ?online? -Airbnb, Booking, Fotocasa, Mil Anuncios, Homeaway, Niumba, Onlyapartments y Muchosol- por incluir publicidad de alojamientos no registrados.
El modelo que defendemos no puede descansar en la deslealtad y el intrusismo profesional, el fraude fiscal y las rentas opacas. Queremos huir de ese cuarteto, apostando por la profesionalización y el sector reglado, que es el que invierte, el que genera empleo e imagen y el que garantiza los derechos de los consumidores, que sólo están amparados en los alojamientos legales. Nos hemos reunido con las plataformas y nos seguiremos reuniendo. Ellas y los agentes de la economía colaborativa tienen que entender que las reglas son para todos para que se trate de una economía sana y avanzada, con igualdad de oportunidades. No cuestionamos el papel de las plataformas, en las que hay muchas ofertas legales. Exigir el número de registro del piso que se comercializa en una web es fácil y es lo mínimo. Que haya transparencia y que se garanticen unos parámetros mínimos de habitabilidad, accesibilidad y calidad. Hemos decidido abrir expedientes porque la sensación de impunidad es lo peor que puede haber. En el periodo de alegaciones, pueden demostrar su voluntad de enmienda y rectificar.
Estimaciones no oficiales, del propio sector, apuntan a que entre un 40 y un 50 por ciento de los alojamientos que se ofertan no están registrados. La mayor parte se ubica en Alicante, seguida por Valencia y Castellón. Si consiguiésemos que tributasen, la capacidad de incremento de ingresos sería espectacular. Con la campaña que desarrollamos en 2015, con pedagogía, logramos aflorar más de 8.000 plazas. Las normas y procedimientos para regularizarlas son muy sencillos. Creo que puede más la pedagogía que la coacción y hay que hacer una labor de pedagogía entre todos los actores, públicos y privados, para compartir un modelo turístico donde el alojamiento sea sinónimo de calidad. Para eso se ha constituido la mesa contra el intrusismo, a la que invitamos a todos los agentes vinculados al sector.
Tasa turística, ¿sí o no?
La tasa no está sobre la mesa; no es una opción. Primero, porque técnicamente es complicada. ¿Por qué sólo aplicarla sobre los hoteles? El sector es muy diverso e incluye muchos tipos de establecimientos. Además, el sector hotelero ha perdido muchísima rentabilidad durante los años de la crisis, con caídas de entre el 30 y el 40 por ciento. El reto debe de ser ganar en rentabilidad. Y, en todo caso, este tipo de iniciativas o se hacen con la conjura del propio sector o son impensables. Y el sector no la quiere. Creo mucho más en la capacidad de recaudación del escenario que aparecería aflorando la economía sumergida.
(Más información en la revista elEconomista Comunitat Valenciana)