
La aviación europea vivió un auténtico colapso los días 3 y 4 de julio de 2025, provocado por una huelga de los controladores aéreos franceses que dejó en evidencia la fragilidad del sistema aéreo del continente. A pesar de contar con servicios mínimos, Francia permitió que su protesta laboral afectara no solo a sus propios vuelos, sino también a miles de operaciones internacionales que simplemente sobrevolaban su espacio aéreo.
Eurocontrol, el organismo encargado de supervisar el tráfico aéreo del continente, ha puesto cifras a esta disrupción que tiene en pie de guerra a las compañías aéreas. El país, que priorizó los intereses internos sobre la estabilidad del tráfico aéreo europeo, tuvo consecuencias devastadoras: más de un millón de pasajeros se vieron afectados, miles de vuelos fueron cancelados o sufrieron retrasos significativos, y el coste económico y medioambiental superó el millón de euros.
España fue uno de los países más perjudicados por esta huelga. En total, 978 vuelos diarios que partían de aeropuertos españoles sufrieron retrasos como consecuencia directa de la protesta francesa, superando incluso a los vuelos afectados en el propio territorio galo.
El 94% de los vuelos no iban a Francia
Lo más alarmante es que el 94% de estos vuelos no tenían como destino Francia, sino que simplemente sobrevolaban su espacio aéreo, lo que pone de manifiesto la dependencia estructural del tráfico aéreo europeo respecto al control aéreo francés.
Aeropuertos españoles como Palma de Mallorca, con 196 vuelos retrasados, Barcelona con 162 y Madrid con 144, figuraron entre los más afectados de todo el continente. La puntualidad en estos aeródromos se desplomó, con caídas de hasta 31 puntos porcentuales respecto a un día normal, y los retrasos medios por vuelo superaron los 40 minutos.
El resto de Europa tampoco escapó al caos. En total, se registraron 3.713 vuelos retrasados y 1.422 cancelaciones diarias en todo el continente. De los vuelos que lograron operar, 425 sufrieron retrasos superiores a las dos horas. La puntualidad general cayó del 75% habitual al 64%, y los vuelos que no fueron cancelados llegaron con una media de 24 minutos de retraso, diez más que en un día normal.
La congestión se extendió como una mancha de aceite, afectando a países vecinos como Reino Unido, Italia, Portugal, Marruecos, Bélgica y Suiza, todos ellos con porcentajes significativos de vuelos afectados.
Más de 110 millones de coste
Las aerolíneas también sufrieron el impacto de forma desigual. Ryanair fue la más afectada, con una media diaria de 718 vuelos retrasados por la huelga, seguida por easyJet con 407 y Air France con 275. Volotea fue la compañía con mayor porcentaje de vuelos afectados, alcanzando el 34%, seguida de cerca por Air France con un 33%. La puntualidad de las principales aerolíneas europeas cayó entre un 8% y un 30%, y los retrasos medios por vuelo oscilaron entre los 22 y los 50 minutos.
El coste económico y medioambiental de esta huelga fue colosal. Para evitar el espacio aéreo francés, se volaron seis millones de kilómetros adicionales, lo que supuso un consumo extra de 18.000 toneladas de combustible y la emisión de más de 60.000 toneladas de CO2.
El coste estimado de los retrasos asciende a 47 millones de euros, mientras que el de las cancelaciones se calcula en torno a los 73 millones. Como ejemplo, numerosos vuelos con origen o destino Canarias tuvieron que desviar su ruta en más de 600 kilómetros para evitar el espacio aéreo francés, con el consiguiente aumento de tiempo, combustible y emisiones.
Esta huelga ha puesto de manifiesto la necesidad urgente de revisar el marco regulador europeo en materia de servicios mínimos durante protestas laborales. Aunque Francia cuenta con disposiciones que impiden el cierre total de sus operaciones de control aéreo, estas no protegen los vuelos de sobrevuelo, lo que deja a países como España en una situación de absoluta indefensión.
Indignación en las aerolíneas
Las aerolíneas europeas han alzado la voz contra la inacción de Bruselas frente a las huelgas de controladores aéreos en Francia, que consideran reiteradas y desproporcionadas. Ryanair ha liderado las críticas con dureza, exigiendo incluso la dimisión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por no proteger el mercado único del transporte aéreo.
La compañía irlandesa denunció la cancelación de 400 vuelos en solo dos días, afectando a más de 70.000 pasajeros, la mayoría de ellos en vuelos que simplemente sobrevolaban Francia. Su consejero delegado, Michael O'Leary, acusó a la Comisión de permitir que cada verano se colapse el cielo europeo por el paro de un pequeño grupo de controladores franceses, algo que no se toleraría en otros modos de transporte como carreteras o ferrocarriles.
El malestar no es exclusivo de la aerolínea irlandesa. La asociación Airlines for Europe (A4E), que agrupa a las principales aerolíneas del continente, denunció que la huelga del primer fin de semana de julio paralizó innecesariamente los cielos europeos y duplicó las demoras en el espacio aéreo francés respecto al año anterior.
A4E reclama medidas legales como la notificación anticipada de huelgas, arbitraje obligatorio y protección de los sobrevuelos. Su directora general, Ourania Georgoutsakou, calificó la situación de intolerable y criticó que se hable mucho de derechos de los pasajeros, pero se ignore el más básico: poder llegar a destino.
Desde España, la patronal ALA también ha exigido a la Comisión Europea y al Gobierno que presionen a Francia para garantizar los servicios mínimos en los sobrevuelos, como ya ocurre en países como Italia o Grecia. Su presidente, Javier Gándara, advirtió que los ciudadanos no pueden ser rehenes de los paros franceses y recordó que el turismo, motor clave de la economía española, depende en gran medida del transporte aéreo.
Las aerolíneas coinciden en que estas huelgas afectan a toda la red europea y reclaman avanzar de una vez por todas en la implementación del Cielo Único Europeo, una reforma largamente prometida que permitiría una gestión más eficiente y menos vulnerable del tráfico aéreo continental.