
Las emisiones generadas por el desgaste de frenos, neumáticos y carreteras se han convertido en la principal fuente de contaminación por partículas en el transporte por carretera, por delante de las emisiones de escape. Así lo concluye un nuevo estudio encargado por EIT Urban Mobility —una iniciativa del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT), organismo dependiente de la Unión Europea— y desarrollado en colaboración con Transport for London (TfL) y la Greater London Authority (GLA).
El informe, elaborado por la consultora e:misia y presentado durante la Cumbre Anual del Foro Internacional del Transporte (ITF) en Leipzig, ha tomado como caso de estudio la ciudad de Londres para evaluar el impacto de las denominadas emisiones no procedentes de gases de escape (NEE, por sus siglas en inglés), así como la eficacia técnica y económica de distintas medidas para su mitigación.
La contaminación por partículas en suspensión (PM) continúa siendo uno de los principales riesgos ambientales para la salud en Europa. Según datos recogidos en el estudio, más del 96% de la población de la UE estuvo expuesta en 2022 a concentraciones de PM2,5 superiores a las recomendadas por la Organización Mundial de la Salud. Aunque las emisiones del tubo de escape se han reducido de forma significativa gracias a la electrificación del parque móvil y a los nuevos estándares regulatorios, el foco se desplaza ahora hacia las NEE.
En ciudades como Londres, Milán o Barcelona, las emisiones no procedentes del tubo de escape ya suponen entre el 68% y el 88% de las partículas PM10 relacionadas con el tráfico rodado, y hasta el 78% de las PM2,5. Además del deterioro de la calidad del aire, estas partículas afectan al agua y al suelo, y contribuyen a la acumulación de microplásticos en los ecosistemas urbanos.
El informe identifica el desgaste de los frenos como la mayor fuente de emisiones NEE en entornos urbanos. Más del 40% de las partículas generadas en este proceso quedan en suspensión, lo que incrementa su peligrosidad. El desgaste de los neumáticos también representa una fuente relevante, si bien una parte mayoritaria de las partículas tiende a acumularse en el asfalto o dispersarse en los márgenes de las vías. Ambas formas de contaminación se ven amplificadas por el tipo de conducción urbana, caracterizada por arranques y frenadas frecuentes.
Las futuras normas Euro 7, que se aplicarán de forma progresiva entre 2026 y 2028, incluirán por primera vez límites específicos a las emisiones derivadas del desgaste de frenos y neumáticos. No obstante, en el caso de los neumáticos, estas restricciones solo afectarán a los vehículos nuevos. El estudio aboga por una adopción anticipada de componentes de bajo desgaste en toda la flota activa, lo que permitiría avanzar en la mejora de la calidad del aire sin esperar a la renovación completa del parque móvil.
Junto a las medidas técnicas, el informe defiende que la reducción del uso del coche privado es más eficaz que la simple electrificación. Las simulaciones realizadas muestran que sustituir los desplazamientos en coche por trayectos en transporte público, bicicleta o a pie puede reducir hasta cinco veces más las emisiones de partículas que la electrificación del parque por sí sola. El impacto se multiplica cuando se combinan ambas estrategias.
Una simulación específica para Londres concluye que la instalación de frenos y neumáticos de bajo desgaste sería la opción más rentable desde el punto de vista económico, con un beneficio social neto estimado de 235 millones de euros hasta 2050. Aun así, el informe advierte de que estos beneficios podrían ampliarse si se introducen medidas adicionales sobre el comportamiento y los patrones de movilidad de los usuarios.
El estudio plantea un enfoque multinivel para afrontar el problema de las NEE. Entre las recomendaciones para las autoridades locales se incluyen: tratar las NEE como una fuente prioritaria de contaminación, impulsar la electrificación, reforzar las zonas de bajas emisiones, reducir los límites de velocidad, fomentar el aligeramiento de los vehículos y asegurar un buen estado de las calzadas. Además, insiste en que las inversiones en transporte público e infraestructuras para caminar o ir en bicicleta deben convertirse en el eje de cualquier política de reducción de la dependencia del automóvil.
"Solo una estrategia coordinada, que combine regulación, innovación y cambios de comportamiento, será eficaz para combatir este tipo de contaminación aún poco reconocida", ha declarado Yoann Le Petit, director de Thought Leadership de EIT Urban Mobility.
El documento también llama a la acción de los gobiernos nacionales, a los que insta a aplicar plenamente las normas Euro 7, incentivar el desarrollo de materiales menos contaminantes y facilitar la renovación de los vehículos existentes. A escala europea, se subraya la necesidad de establecer métodos de medición armonizados para generar consenso técnico y respaldar la formulación de políticas conjuntas.