
El ministro de Transportes, Óscar Puente, calificó de "acto deliberado" el robo de cable de cobre que paralizó el domingo la línea de alta velocidad entre Madrid y Andalucía. Aunque el Gobierno evita ahora hablar abiertamente de sabotaje, el propio Puente defendió que los autores "sabían lo que hacían" al cortar un tramo sin cámaras, durante un día festivo y con escaso valor económico. La sustracción afectó a los sistemas de seguridad, obligando a circular a solo 40 km/h y alterando gravemente el servicio ferroviario del sur.
Según ha podido saber este medio de fuentes del sector ferroviario, los ladrones no se llevaron un cable cualquiera. Las diligencias previas detectaron cinco cortes de cable en un radio de 12 kilómetros entre los municipios toledanos de Los Yébenes y Manzaneque, en los puntos kilométricos 92+800, 93+600, 99+750, 101+400 y 102+200 de la línea Madrid-Sevilla. La sustracción afectó a ambas vías, lo que refuerza la tesis de una acción coordinada.
1. Corte de cables críticos
La línea que une el sur y el centro de España está dotada de un sistema de señalización obsoleto, el LZB, que está siendo actualizado para dar entrada al estándar común europeo, el ERTMS. El LZB es un sistema de señalización embarcada y continua que permite el control automatizado de la velocidad y la posición de los trenes.
Su componente central es un cable coaxial de cobre, instalado entre los raíles, que transmite una señal electromagnética hacia arriba. Esa señal es recibida por el tren y le proporciona información continua sobre su posición, velocidad autorizada y distancia al siguiente convoy. Este cable coaxial es ranurado para permitir la emisión vertical de las señales a lo largo de todo el trayecto. Los ladrones sólo robaron 150 metros de cable, suficiente para paralizar la circulación de trenes.
En paralelo, los autores del ataque también arrancaron los cables que conectan los contadores de ejes con el sistema de señalización. Estos contadores son sensores que detectan cuántos ejes —es decir, ruedas— entran y salen de cada cantón, que es el tramo de vía que se monitoriza en cada momento. De esta forma, el sistema puede saber si un tren ha pasado completamente por un punto o si ha quedado alguna parte en el interior del cantón. Este mecanismo, fundamental para los trenes de mercancías, también actúa como respaldo para los trenes de pasajeros.

El sistema de detección de trenes se basa en una doble capa de seguridad: el contador de ejes y el circuito de vía. Este último emplea corrientes eléctricas para detectar la presencia de un tren en el tramo. Si uno de los dos sistemas queda inutilizado —como ocurrió este domingo al quedar sin comunicación los contadores de ejes—, se activa automáticamente un protocolo de riesgo: los trenes se detienen o reducen su velocidad al mínimo, ya que no puede garantizarse la ocupación libre de la vía.
La retirada de estos cables en ambos sentidos de circulación indica, según fuentes técnicas, una voluntad clara de interrumpir el tráfico de alta velocidad justo en un momento clave. El ministro Puente apuntó a la existencia de daños intencionados en las alambradas para acceder a las vías y a la manipulación de cajas técnicas que contienen cableado sensible.
2. Escaso valor de mercado de lo robado
Usualmente, el robo de cable en infraestructuras ferroviarias se produce en la catenaria, donde la cantidad de cobre por metro es mayor y el material puede refundirse con mayor facilidad. En este caso, sin embargo, los autores se centraron en el cable coaxial del sistema LZB, con una cantidad de cobre muy reducida. Ese detalle, unido al tipo de cable sustraído —ligado directamente a la señalización—, sugiere que no se buscaba un beneficio económico óptimo.
3. Un robo exprés
Además, el sabotaje se ejecutó con rapidez y de forma simultánea en cinco ubicaciones distintas y no vigiladas por cámaras, lo que afectó directamente a elementos clave del control de tráfico ferroviario. Las notificaciones registradas por Adif muestran que a las 17:44 del domingo ya se detectó la ocupación anómala de los circuitos 188 y 187 entre Mora y Orgaz y Urda; a las 18:10 se ocuparon los circuitos 183 y 184, y a las 18:40 los circuitos 175 de vía I y 176 de vía II. Estos sucesos se interpretaron de inmediato como indicios de una alteración grave del sistema, obligando a paralizar el tráfico ferroviario por razones de seguridad.
En total, se vandalizaron entre cinco y seis cajas de seguridad con pequeños tramos de cable de cobre de sección muy fina, sin apenas valor de mercado. "El móvil económico es difícil de entender", reconoció el ministro. "No podemos descartar ninguna hipótesis, pero la más plausible es la voluntad deliberada de causar daño".

Un robo preciso
La operación fue ejecutada con precisión. No se trata del modus operandi habitual en los robos de cobre: no había cámaras de vigilancia en los puntos afectados y los cortes afectaron a componentes clave. Por ello, técnicos de Adif trasladaron desde el primer momento al Ministerio de Transportes la sospecha de que el objetivo no era económico —el cobre sustraído apenas tendría un valor en chatarra de unos 300 euros— sino provocar un daño deliberado.
Esta hipótesis fue asumida por Puente en sus primeras comparecencias: "Todo apunta claramente a un acto deliberado y veremos si este robo tiene un interés económico mínimo o si tiene otro interés de otro tipo", señaló el lunes en varios medios. Pero por la tarde, el ministro reculó levemente: "Hay dos hipótesis, una la económica y la otra la de hacer daño. No podemos descartar al cien por cien ninguna de las dos, pero es evidente que la hipótesis que es más posible es la voluntad deliberada de causar un daño en esta vía", subrayó.
El Ejecutivo, sin embargo, ha rebajado el tono desde entonces. Dos días después, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, evitó hablar de sabotaje aunque ha admitido que "había una clara voluntad de hacer daño". La Guardia Civil mantiene abierta la investigación y no descarta ninguna opción, aunque por ahora se trabaja sobre el escenario de un robo organizado más que de una acción intencionada con fines ideológicos o desestabilizadores.
El diseño de las líneas de alta velocidad impide circular si los sistemas de seguridad no están operativos. Ante la pérdida de señal, se activaron los protocolos de emergencia, que reducen la velocidad máxima a 40 km/h para garantizar la integridad de los trenes y de los pasajeros. Este mecanismo provocó la detención o ralentización de decenas de convoyes en las horas posteriores al robo, que tuvo lugar en la tarde del domingo y afectó a 10.700 viajeros de 16 trenes entre Renfe, Iryo y Ouigo.
La interrupción del tráfico se produjo en plena operación retorno del Puente de Mayo y al comienzo de la Feria de Abril de Sevilla, lo que elevó el impacto sobre el pasaje. La oposición ha acusado al Gobierno de una gestión deficiente y de precipitarse con la palabra "sabotaje", pero Puente ha defendido su actuación y ha negado que el suceso tenga relación con la inversión pública: "Esto no tiene que ver con el estado de las infraestructuras, sino con un acto vandálico", concluyó.