
En el corazón de la Sierra Norte de Madrid se encuentra un encantador pueblo que ha permanecido escondido entre las montañas y la naturaleza. En Patones de Arriba el tiempo parece que se ha detenido gracias a su paisaje pintoresco y a su atmósfera tranquila. Las casas de esta localidad destacan por estar construidas de pizarra negra y sus calles empedradas ofrecen un paseo serpenteado que ofrece una experiencia que transporta a los visitantes a la Edad Media. El pueblo fue declarado Bien de Interés Cultural en 1999, en reconocimiento a su riqueza arquitectónica y su valor histórico, siendo un testimonio vivo de la arquitectura negra, característica de la región.
Situado a solo 60 km de Madrid, Patones de Arriba se encuentra en un entorno natural privilegiado. Las casas de pizarra, que parecen abrazar las laderas de las montañas, se complementa perfectamente con la naturaleza de los alrededores. Las calles están empedradas y son tan estrechas que invitan a los paseos tranquilos, mientras que sus antiguos hornos de leña, donde se cocía el pan, y el lavadero tradicional, cuentan historias del pasado de una comunidad que vivía en aislamiento.
Entre los lugares de interés más emblemáticos de Patones de Arriba se encuentra la antigua iglesia de San José, que ha sido reconvertida en la Oficina de Turismo y un pequeño museo que muestra la evolución histórica del pueblo. Desde allí, los visitantes pueden conocer la leyenda del "Rey de Patones". Cuenta que este pequeño enclave tuvo su propio monarca, una figura más cercana a la de un alcalde que administraba la justicia local hasta que el pueblo consiguió su independencia en el siglo XVIII. Lo cierto es que el nombre de la villa surge en el XVI de sus fundadores, la familia Patón. Patones de Arriba estuvo bajo la jurisdicción de Uceda, por lo que era una pequeña aldea dependiente de este municipio vecino. Sin embargo, la situación cambió en 1769, cuando Patones logró obtener su independencia y convertirse en un municipio autónomo.

La leyenda del "Rey de Patones" no es la única que prevalece. Durante la invasión napoleónica, en 1808, las tropas francesas nunca llegaron a esta localidad, ya que estaba muy apartada y escondida. Se dice que fue el único pueblo español por el que las tropas no pasaron. "El rey de los Patones reinó durante el mandato de rey de toda España, Carlos III, y con su consentimiento durante la invasión napoleónica del año 1808. Fue el único pueblo de España que por estar oculto en esta inaccesible sierra se libró de los invasores franceses", reza en un lienzo del restaurante de Patones.
Qué ver en los alrededores de Patones
El entorno natural que rodea a Patones es igualmente espectacular. El paisaje está dominado por montañas, arroyos y formaciones rocosas que crean una atmósfera mágica. Una de las actividades más recomendables es subir al Cerro de la Atalaya, un mirador natural que ofrece vistas impresionantes de la Sierra Norte de Madrid. También se puede recorrer la Senda del Barranco, un trayecto de unos 800 metros que conecta Patones de Abajo con Patones de Arriba, ideal para disfrutar del paisaje mientras se asciende al pueblo.
Patones de Abajo es la entrada principal al área, ya que el acceso en coche está restringido en Patones de Arriba, lo que preserva su ambiente tranquilo y su patrimonio. Uno de los aparcamientos más cercano se encuentra en la calle Arzobispo Baltasar Moscoso, aunque es un parking sin vigilancia.
La visita a Patones de Arriba también ofrece la oportunidad de explorar sus pequeños tesoros arquitectónicos y naturales, como la Fuente Nueva, donde un arroyo forma una pequeña cascada cuando llueve, o los restos de antiguos tinados y arrenes que permiten vislumbrar cómo era la vida rural hace siglos. El pueblo es, en sí mismo, un museo al aire libre, con sus construcciones tradicionales bien conservadas que parecen contar historias a cada paso.
Cómo llegar a Patones de Arriba
Para llegar a Patones de Arriba desde Madrid, basta con tomar la carretera A-1 en dirección a Burgos, desviándose en la salida 50 hacia Torrelaguna. Desde allí, se sigue en dirección a Patones, y el trayecto no tarda más de una hora. Desde Guadalajara, la mejor opción es tomar la CM-1002, lo que representa un trayecto de aproximadamente 55 minutos.