
A medida que los Buques Marítimos Autónomos de Superficie (MASS) continúan emergiendo como figuras centrales en el panorama del transporte marítimo, España se destaca no solo por su papel en la implementación normativa, sino también como un líder en la adaptación de infraestructuras y capacitación especializada. El país, consciente de los retos y oportunidades que presentan estos innovadores sistemas de navegación, está en una posición privilegiada para forjar un futuro en el que la seguridad y la eficiencia vayan de la mano con la autonomía tecnológica. Sin embargo, como resalta Javier Tamiz y confirma el trabajo de la OMI, la transición hacia una plena autonomía marítima será gradual y meticulosamente regulada.
En este sentido la OMI ha realizado un estudio exploratorio exhaustivo para evaluar cómo sus instrumentos existentes podrían aplicarse a buques con distintos grados de automatización. Este estudio se finalizó en las sesiones del Comité de Seguridad Marítima y del Comité Jurídico en 2021, proporcionando una base sólida para futuras regulaciones. Los resultados del estudio sugieren que, aunque muchos aspectos de los convenios existentes pueden aplicarse a los MASS, existen áreas clave que necesitan ser específicamente adaptadas o recién desarrolladas para abordar las peculiaridades de estos buques autónomos.
Los buques autónomos se clasifican en cuatro grados de autonomía según la OMI. El Grado 1 incluye buques con procesos automatizados y apoyo en la toma de decisiones, donde la tripulación está a bordo para operar y controlar los sistemas. En el Grado 2, el buque es controlado a distancia con tripulación a bordo lista para tomar el control en caso necesario. El Grado 3 se refiere a buques controlados a distancia sin tripulación a bordo, operados completamente desde otro emplazamiento. Finalmente, el Grado 4 representa a los buques totalmente autónomos, que son capaces de tomar decisiones y realizar acciones operativas por sí mismos sin intervención humana.
Los recientes desarrollos en tecnología de Buques Marítimos Autónomos de Superficie (MASS) están planteando desafíos significativos en términos de regulación y gestión de operaciones. Los MASS, clasificados en diferentes grados de autonomía, requieren consideraciones específicas para cada nivel, especialmente para los grados 3 y 4, los cuales representan operaciones de mayor autonomía.
El nivel de autonomía en los buques está generando la necesidad de reevaluar y posiblemente enmendar las regulaciones existentes. Por ejemplo, la figura del "capitán" y las funciones tradicionalmente asignadas a este rol deben redefinirse para adaptarse a operaciones que pueden ser dirigidas de manera remota o completamente autónoma.
Para los MASS de grado 3, que operan mayoritariamente de forma remota, y los de grado 4, que son totalmente autónomos, se discute si es necesario seguir prescribiendo medidas de protección específicas para la tripulación, como barandillas y pasadizos elevados, dado que estas estructuras pierden funcionalidad en buques sin tripulación humana a bordo.
En este punto es importante remarcar que los MASS de grado cuatro aún no están autorizados y el resto de buques autónomos solo pueden realizar labores de transporte de mercancías ya que la normativa exige que si es un barco de pasajeros tiene que haber tripulación. Javier tamiz ingeniero naval perteneciente al grupo de trabajo de los MASS apunta que "Estamos en un momento crucial donde la tecnología nos permite pensar en buques que operen de manera autónoma, pero aún con supervisión", explica Tamiz. Según él, la principal barrera es regulatoria y de seguridad: "La legislación internacional requiere que los buques de pasaje mantengan personal a bordo para gestionar emergencias, como un posible abandono del buque."
Otro aspecto crucial es el equipamiento necesario para la operación segura de estos buques. La tecnología a bordo debe garantizar la autonomía de las operaciones sin intervención humana directa, lo que plantea desafíos significativos en términos de mantenimiento y respuesta a emergencias. Las comunicaciones también son un punto crítico, especialmente en lo que se refiere a la interacción entre los buques autónomos y los centros de control en tierra. Es imperativo asegurar sistemas de comunicación robustos y seguros para evitar cualquier tipo de fallo que pueda llevar a incidentes.
Tamiz destaca también el reto que supone integrar estas embarcaciones en los puertos, un proceso complicado debido a normativas que exigen la presencia de un práctico para tomar control del buque. "La aproximación a puertos es complicada, especialmente porque la ley exige que un práctico tome el control del buque. Estamos explorando cómo podemos adaptar esta norma a buques que técnicamente no tienen tripulación a bordo" señala. A nivel internacional, la Organización Marítima Internacional (OMI) trabaja en ajustes normativos para embarcaciones mayores de 24 metros, un proceso lento pero necesario para crear un marco seguro y operativo globalmente. En España, Tamiz menciona que el país es pionero, limitando la operación autónoma a embarcaciones menores de 12 metros para asegurar un control y seguridad efectivos.
Desde el punto de vista económico, Tamiz es optimista sobre las ventajas que los buques autónomos podrían ofrecer, incluyendo la reducción de costos operativos y un aumento en la seguridad. Sin embargo, subraya que "el mantenimiento sigue siendo un desafío significativo, ya que requiere detenciones y operaciones que generan gastos adicionales." Además, España está liderando en la formación necesaria para operar estos buques, con un programa avanzado de certificación para operadores de embarcaciones no tripuladas en desarrollo. "España no solo está avanzando en regulaciones, sino también en la formación de operadores de buques autónomos", afirma Tamiz, destacando que este esfuerzo podría servir de modelo para otros países.
Otro aspecto que sitúa a España como uno de los enclaves fundamentales para la puesta en marcha de los buques autónomos es que cuenta con una zona de pruebas para este tipo de embarcaciones y se están estudiando nuevos territorios dónde realizar estas comprobaciones
Tamiz Concluye que "el camino hacia los buques completamente autónomos está lleno de desafíos regulatorios, técnicos y éticos."