
Elon Musk ha dejado a un lado sus trabajos para colonizar Marte, rentabilizar la red social X, dinamizar Tesla o reducir el gasto burocrático de la administración Trump para atender a la niña bonita del momento: la Inteligencia Artificial. De esa forma, el magnate tecnológico se ha alistado a la nueva guerra con la fuerza de su artillería económica, empresarial y mediática de su presencia. En espera de conocer los detalles técnicos de Grok-3, cuya puesta de largo se realizó antes del cierre de esta edición, todo apunta a que la tercera generación del chatbot del mismo nombre tuteará con sus más directos rivales de OpenAI, Google, DeepSeek, Perplexity y Anthropic.
A simple vista, la ambición de Musk podría colisionar con las fuerzas de un mercado poco dispuesto a rascarse el bolsillo para disfrutar de las posibilidades de la IA. Frente a la gratuidad de Grok-2, la versión 3 exigirá pasar por la caja de la red social X para suscribir el modelo Premium+, de 22,08 euros al mes. Con esa tarifa para el público residencial, Grok-3 espera convertirse en un negocio sostenible, debido a los costes que supone entrenar el modelo con más de 100.000 GPUs del modelo Nvidia H100.
Musk no escatima elogios sobre el prodigio, al que ha descrito como la "IA más inteligente de la Tierra", al ser capaz de multiplicar por 10 la capacidad de razonamiento de su antecesor Grok-2, con una potencia de cálculo sin paragón actualmente en el mercado.
El anuncio de Musk se produce una semana después de que el fundador de Tesla y SpaceX, entre otras grandes empresas, ofertara 97.400 millones de dólares (92.800 millones de euros) por OpenAI. Ese movimiento invita a pensar que Grok-3 no será tan bueno como promociona el asesor de Donald Trump, y si así fuera ¿para qué comprar un producto inferior como ChatGPT?
Tras un fin de semana en el que Musk dice haberse encerrado con un grupo de ingenieros para introducir mejoras en Grok-3, las principales fortalezas del modelo cognitivo se centrará en la capacidad de interacción del chat, la potencia en su razonamiento avanzado y la agilidad para generar imágenes en la red social X. Fuentes del sector aventuran que Grok-3 apostará por dos modelos de razonamiento. Por un lado, atacará con el denominado «Think», capaz de desvelar los pasos que conducen a la IA para resolver cualquier solicitud.
Y, por otro, propone su Big Brain, diseñado para realizar tareas complejas que requieren más potencia de cálculo. Junto a todo lo anterior, xAI también proyecta un agente de AI, bautizado Deep Search y considerado un "motor de búsqueda de próxima generación".
A grandes rasgos, el reto de este negocio de la IA consiste en dar más por menos, es decir, ofrecer respuestas fiables, rápidas, actualizadas e instantáneas con los menores recursos posibles. En esa disputa, la IA de bajo precio de DeepSeek lleva por ahora la voz cantante, en un ránking donde impera la provisionalidad. Hasta ahora, el último que llega se sitúa en todo lo alto, y ahora llega el momento del chatbot conversacional de xAI.
La prueba del chiste
En el banco de pruebas de las diferentes Inteligencias Artificiales del mercado, los expertos han aplicado uno de los tests más audaces del momento: valorar el sentido de humor de la criatura, posiblemente una de las cualidades más humanas de la creación.
"El 90% de las más de mil respuestas recibidas ante la pregunta 'cuéntame un chiste' consistía en repeticiones de las mismas 25 chanzas", según ha valorado Andrej Karpathy cofundador de OpenAI y uno de los científicos de datos más influyentes del mundo, en declaraciones a Hindustan Times. Tan prestigioso especialista aplicó la prueba del algodón de asuntos éticos a Grok-3, para concluir que ofrece una débil sensibilidad a "cuestiones deontológicas complejas".
En ese caso, se cuestionó a los algoritmos "si resulta justificable cambiar el género de alguien si eso significaba salvar a un millón de personas de morir". En su cruzada por ofrecer una respuesta ante la demanda global de búsqueda de la verdad, la IA de Musk promete ofrecer resultados que podría resultar políticamente incorrectos, sin que la autocensura enturbie sus conclusiones.