"Cualquier cosa que un hombre pueda imaginar, otra persona puede hacerla realidad". Dicho y hecho, el predicamento de Julio Verne goza de plena vigencia gracias al empeño de tres gigantes de la industrial aeroespacial: la española Hispasat, la británica Inmarsat y la italiana Telespazio, joint venture participada por Leonardo (67%) y Thales (33%).
Las tres corporaciones, miembros del consorcio europeo Lightmoon, están convencidas de la conveniencia de establecer comunicaciones móviles entre la Tierra y la Luna a partir de 2030. En ese plazo se espera la presencia de delegaciones de varios países sobre el suelo lunar.
Según explican fuentes de Hispasat a elEconomista.es, las misiones tripuladas hasta la Luna formarán parte de las prioridades de las principales agencias espaciales en los próximos años. Entre ellas sobresalen la Nasa estadounidense y la ESA europea, sin olvidarse de otras potencias como la CNSA china, la rusa Roscosmos, la ISRO india, la Jaxa japonesa y la KAR coreana. A poco que se cumplan los objetivos de las referidas agencias, la Luna se convertirá en lugar de tránsito de miles de personas en los próximos lustros.
Las utilidades de 'Lightmoon'
Desde la ESA tienen claro algunas de las ventajas de su programa Lightmoon. "Será un servicio de telecomunicaciones y navegación preciso y fiable, capaz de permitir a las misiones alunizar donde quieran. Los radioastrónomos podrían instalar observatorios en la cara oculta del satélite. Además, los exploradores podrían desplazarse más rápidamente por la superficie lunar. Incluso se podría permitir la teleoperación de los vehículos y otros equipos desde la Tierra", explica Antonio Abad, director técnico y de operaciones de Hispasat, en una videotelefonía con elEconomista.es.
El equivalente estadounidense de Lightmoon se conoce como Lunar Net, y entre ambos existen sólidas relaciones de cooperación. De hecho, ya existen acuerdos entre ambos organismos para compartir e interconectar capacidades en los próximos años.
En la Luna, como en casa
A grandes rasgos, el reto de Hispasat -compartido por sus socios británicos e italianos- consiste en disponer en la Luna de las infraestructuras de comunicaciones habituales en la Tierra. De esa forma, los futuros visitantes del satélite natural podrán realizar videoconferencias espaciales a más de 385.000 kilómetros de distancia.
"Se trata de viajar a la Luna con los medios de comunicación y la interactividad conocida en la Tierra", reconoce Abad, directivo que también explica a este periódico el funcionamiento del sistema de comunicaciones en proyecto en el que trabaja su compañía.

"Todo será posible con la ayuda inicial una constelación de cuatro satélites. Todos ellos orbitarán alrededor de la Luna y se responsabilizarán de garantizar los servicios de comunicaciones, señal de tiempo y navegación". Este último -técnicamente conocido por las siglas PNT (positioning, navigation, and timing, es decir posición, navegación y tiempo)- tendrá una importancia capital en el satélite vecino. Entre otras funciones, el servicio de geoposición permitirá saber dónde se ubica cada usuario en territorios donde no funciona el GPS convencional. Dicho sistema futuro de navegación permitirá orientar a los tripulantes lunares, igualmente con la ayuda de los satélites y mediante señales similares a las conocidas del GPS occidental, el GAGAN de India o el MSAS nipón.
A su vez, los cuatro satélites lunares estarán interconectados con tres estaciones satelitales distribuidas en la termosfera terrestre. De esa manera, cuando cualquier agencia espacial o empresa privada ponga en marcha alguna misión espacial, disfrutará desde el primer momento de los servicios de telecomunicaciones con la Tierra durante el trayecto a la Luna o el alunizaje a cambio de un pago por servicio de uso, por ejemplo.
Tres satélites terrestres
Los satélites lunares reenviarán la señal de vuelta a la Tierra donde existirán tres estaciones específicas, separadas entre ellas por 120 grados. Presumiblemente, una de ellas se situará por la zona de California, otra estará en Europa -a elegir entre Reino Unido, España o Italia- y una tercera rondará la zona de Australia, para de esa forma completar la cobertura planetaria las 24 horas del día. Igualmente se habilitará un receptor en los equipos utilizados sobre la superficie lunar, que informará del posicionamiento en cada momento. "Es decir, ese despliegue tendrá un nivel de conectividad comparable al de cualquier punto remoto de la tierra" añaden desde la compañía española.
Salto intermedio
Abad considera que la plataforma de telecomunicaciones interoperable entre la Tierra y la Luna podrá estar estabilizada en torno al año 2030 para, a partir de entonces, ganar experiencia para poder dar el salto a Marte. "La idea de trabajar con la Luna no es por sí misma, sino para aprender a vivir fuera de la Tierra con el objetivo de viajar a otros planetas", según opina el directivo de Hispasat.