Los problemas de seguridad de las torres de telefonía es uno de los grandes lastres que frenan el negocio en muchos países del mundo. "Necesitaríamos a un vigilante armado en cada antena para evitar los robos de cobre, cables, equipamientos electrónicos, transformadores y materiales eléctricos", explican a este periódico fuentes del sector. También se necesitaría un guardia cada 400 metros de un cableado que cubre cientos de miles de kilómetros. Ese argumento justifica la ausencia de inversión en ese tipo de infraestructuras de ciertos operadores en continentes como África y Latinoamérica.
Ante una situación enquistada durante décadas, los operadores de telecomunicaciones encuentran en el acelerado sorpasso tecnológico del cobre a la fibra óptica la respuesta soñada a este tipo de debilidades generalizadas y congénitas. Esta evolución tecnológica explica parcialmente la caída del precio de esta materia prima el 4,42% en lo que va de año y del 16% en los doce últimos meses.
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, ya anunció en su reciente discurso ante la junta de accionistas la intención de su grupo de "decir adiós a las redes que nos han traído hasta aquí: las redes de cobre y de 2G y 3G", convirtiéndose en una de las primeras compañías del mundo en el apagado del cobre. En ese empeño, la teleco ya ha desmantelado 111.000 toneladas de red de ese material, equivalente a la producción anual de una gran mina del rojizo metal, especialmente valorado para la conductividad eléctrica, gracias a sus ductilidad y maleabilidad. Al mismo tiempo, Telefónica también ha cerrado más de 2.200 centrales, mientras que su despliegue global de fibra supera los cuatro millones de kilómetros de estos conductos ópticos, comparable con cinco viajes de ida y vuelta a la Luna".
Frente al saqueo de los cables y su posterior venta en el mercado negro de metales, los operadores de telecomunicaciones también sufren el asalto de las baterías de las estaciones base, lo que afecta igualmente en el servicio a los ciudadanos. Los remedios aplicados hasta la fecha apenas resultan eficaces, como el uso de sistemas de vigilancia a través de drones, la canalización profundamente subterránea de los cableados, la mayor altura de los postes o los sistemas de alarma cada vez más avanzados. Todas esas medidas han disuadido tibiamente a una industria clandestina que tiene los años contados gracias a que los hilos de plástico de la fibra óptica apenas tienen valor de mercado fuera del estricto ámbito de las telecomunicaciones.
A mediados del pasado febrero se produjo la detención de dos bandas criminales por el robo de 100.000 metros de cobre valorados en un millón de euros en las comunidades de Castilla-La Mancha, Castilla y León y Madrid.
Más de 143 años de cobre
Fernando Saiz, director de Asuntos Públicos de Movistar Chile, ya adelantó en el pasado Mobile World Congress de Barcelona que "uno de los objetivos de su compañía para este año consiste en iniciar el retiro de todo el cobre que desplegamos desde 1880, año en que comenzó a operar la entonces Compañía Chilena de Teléfonos de Edison, origen de Movista Chile. Así, añadió Saiz, "esperamos en 2024 transformar a Movistar en una compañía full fibra óptica, con el desafío de retirar todo el cobre durante los próximos tres o cuatro años, lo que contribuirá a la descontaminación visual, cuidado del medioambiente y será un desincentivo al crimen organizado del robo de cables".