El sector español de las telecomunicaciones convive históricamente con la paradoja de los consumos crecientes con ingresos menguantes. Siempre es lo mismo. Ese estigma del mercado ha provocado que los operadores españoles ingresen en 2022 casi lo mismo que en 2005, 18 años atrás, en el entorno de los 27.400 millones de euros. El ejercicio de 2021 fue más elocuente en las comparaciones históricas, ya que los 19.400 millones de euros facturados en ese curso fueron levemente inferiores a los ingresados en 2001, de 19.700 millones de euros.
La presión regulatoria impuesta por las autoridades para preservar la competencia en precios del sector, la agresividad de los mercados con sus ofertas 'low cost' y la generalización de las tarifas planas de voz y datos acarrearon la progresiva pérdida de valor unitario de los megabites y de los minutos de las llamadas telefónicas.
Las anteriores circunstancias se complicaron aún más con la coyuntura pandémica, lo que representó un lastre también para el conjunto de los grandes operadores europeos. El índice del sector vio caer su capitalización el 27% en los ocho últimos años, es decir, desde los 552.000 millones de euros de valor en bolsa de agosto de 2015 hasta los 404.000 millones de euros de nuestros días.
Desde hace décadas, el incremento vertiginoso del tráfico online y de las necesidades de conectividad no se traducen en aumento de los ingresos para los operadores de telecomunicaciones. Ni mucho menos. La comparativa de los últimos 20 años pone en evidencia el modelo de negocio de un sector de la actividad sobre el que pivota la digitalización de las empresas y donde los datos ya se han convertido en el nuevo petróleo de las sociedades digitales. Poco importa la pujanza estratégica de la banda ancha y que muchas de las compañías más valiosas del mundo sustenten sus imperios empresariales sobre las redes de telecomunicaciones, propiedad de unos operadores que nunca participan en la fiesta de los nuevos ricos.
Las cifras son tozudas, incluidas las correspondientes a 2022. De hecho, el negocio español de las telecomunicaciones ingresó el año pasado alrededor de 29.200 millones de euros, según el acumulado de los tres primeros trimestres de 2022, junto con la evolución media prevista de los pasados meses de octubre a diciembre. Esa cifra registra los negocios tanto de las compañías de telecomunicaciones y como la del audiovisual español. Para excluir a los segundos basta con restar del total los ingresos reportados por los dos principales jugadores de esa industria: Atresmedia y Mediaset de 2022, que en conjunto superaron los 1.839 millones de ingresos, según las cifras recientemente compartidas por ambos grupos. Por todo lo anterior, se pueden estimar unos ingresos específicos de la industria de las telecomunicaciones en 2022 del entorno de los 27.400 millones de euros. Esta magnitud representa un incremento 41% frente a los 19.400 millones facturados por la telecos en 2021. Semejante impulso se debe a la recuperación de la actividad frente a los meses afectados por la pandemia. Entre los elementos determinantes para justiticar el crecimiento de los ingresos en 2022 respecto a los doce meses anteriores sobresale el fin de las restricciones a la movilidad internacional de las personas, lo que impulsó el negocio del roaming (de llamadas y datos en itinerancia).
En cualquier caso, el dato preciso sobre la facturación del sector lo desvelará la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en los próximos días, a través de la tradicional estadística sobre los mercados de las telecomunicaciones y audiovisual que elabora el supervisor sectorial.