
Corría 2003, el primer año en que Amazon lograba generar un beneficio y sus ingresos sobrepasaban los 4.000 millones de dólares, cuando Andy Jassy y Jeff Bezos plantaron la primera semilla de lo que hoy se conoce como Amazon Web Services (AWS), el todopoderoso negocio en la nube de la de Seattle.
Precisamente, ocurrió no lejos de su sede, en la casa del multimillonario a orillas del Lago Washington, mientras tronaba una tormenta de ideas sobre el rumbo de la compañía, que el propio Bezos había fundado casi una década antes. La conversación pronto viró al hábil desarrollo y uso de su infraestructura tecnológica, de la que dependía no solo su portal sino también muchos de los vendedores de la plataforma.
Jassy, quien comenzó su andadura en Amazon allá por 1997, consideraba entonces que mientras los ingenieros de la compañía reinventaban la rueda con los múltiples proyectos ya en marcha, la clave estaba en que dichos logros tuvieran un efecto a escala. Fue entonces, cuando este licenciado por la Universidad de Harvard, donde también consiguió un Máster en Administración de Empresas, tomó las riendas de un negocio que en 2020 facturó 45.370 millones de dólares y generó un beneficio operativo de 13.531 millones de dólares.
En el momento en que AWS empezó a expandir sus servicios en 2006 se concentró básicamente en proporcionar almacenamiento en la nube, sobre todo a pequeñas empresas tecnológicas y equipos de desarrolladores. Cuando esas empresas crecieron, véanse casos como Netflix o Airbnb, muchas no tuvieron la necesidad de comprar sus propios servidores sino que confiaron en Amazon para suplir estas carencias.
Aunque Bezos no le nombró oficialmente capitán de AWS hasta 2016, Jassy, de 53 años, ha sido responsable de sus operaciones desde que la idea comenzó a germinar 13 años atrás. Un liderazgo que ha conseguido que la nube de Amazon se haya convertido en una máquina de beneficios responsable del 52% de las ganancias totales de la entidad en el último trimestre de 2020. (Un año antes, esta cifra se acercaba al 75%). De hecho, buena parte de los desatinos de la compañía, múltiples para una empresa empeñada en probar ideas como su Fire Phone incluso a sabiendas de su fracaso, han estado subvencionados por las arcas de AWS.
En su desembarco en Amazon, cuando ésta apenas contaba con unos cientos de empleados y registraba 15 millones de dólares en ingresos, Jassy pronto se convirtió en la sombra de su fundador, un papel a medio camino entre apagafuegos y jefe de gabinete. Pronto formó parte del conocido como Equipo-S, el grupo de directivos de élite la compañía. Factores a tener en cuenta cuando el pasado septiembre, una columna publicada por el Washington Post, cabecera propiedad de Bezos, ya hizo sonar las alarmas al considerar al CEO de Amazon Web Services como el "claro heredero" del multimillonario.
La clave del éxito de Jassy ha residido principalmente en su capacidad para conseguir que todo tipo de empresas y organizaciones, desde las más pequeñas a coetáneos como Apple, accedan a los productos y servicios de AWS. En su portafolio se incluyen contratos con la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y del Comité Nacional Demócrata. Los estrenos bursátiles de Pinterest, Slack, Lyft y Snowflake también revelaron cómo estas compañías dependen de la infraestructura de Amazon para su supervivencia.
A mediados de 2020, Amazon controlaba ya el 33% del mercado mundial de servicios de infraestructura en la nube, seguido de Microsoft con el 18% y Google con el 9%, según datos de la consultora Synergy Research. Pero más allá de estos clásicos competidores, AWS come el terreno a otros veteranos como Oracle al haber sofisticado su gama de productos y servicios a bases de datos, herramientas de análisis y software de entrega de contenido y aprendizaje automático.
"Uno de los errores que cometen a veces los líderes es alejarse demasiado de los detalles del negocio"
Tanto es así que Jessy no se mordió la lengua cuando hace aproximadamente cuatro años criticó directamente a Oracle por forzar a sus clientes a someterse a contratos largos y costosos. "La gente es muy sensible tras la experiencia que han tenido en los últimos 10 a 15 años", dijo este directivo en la Cumbre de AWS de 2017 en San Francisco. "Cuando miras a la nube, no es nada como estar encerrado en Oracle", aseguró.
Tras más de dos décadas en Amazon, Jassy practica a rajatabla los credos de la compañía, es decir, cree firmemente en la necesidad de "tener carácter" y considera que es crucial el desafío y el conflicto, desde el respeto claro está, entre sus empleados a la hora de defender una idea o un proyecto. Al mismo tiempo también defiende que una gestión eficaz consiste en parte en saber lo que ocurre en cada nivel de una empresa. Según confesó en su día a la revista Fast Company "uno de los errores que cometen a veces los líderes es alejarse demasiado de los detalles del negocio".
A lo largo de los años, Jassy ha mostrado una pasión por la filantropía. Desde hace tiempo, dedica su tiempo a una organización sin ánimo de lucro de Seattle que ayuda a los estudiantes de bajos ingresos a acceder a una educación de calidad. También se preocupa por intentar atajar el creciente número de los sin techo y vagabundos en la ciudad que acoge a la sede de Amazon. Criado en Nueva York, el próximo CEO de Amazon es un ávido aficionado a los equipos deportivos locales y tiene una participación minoritaria en el equipo de hockey de los Seattle Kraken.